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Ucrania, encrucijada de culturas

E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
448 Seiten
Spanisch
Acantiladoerschienen am15.03.2023
Desde que, con la disolución de la Unión Soviética, Ucrania declarase su independencia en 1991, el país ha sido un peón en el tablero de la política internacional. Entre dos mundos, Rusia al este y la Unión Europea al oeste, el equilibrio de fuerzas fue siempre precario, y tomó un cariz especialmente dramático tras la anexión de Crimea por parte de Rusia, en marzo de 2014, y la invasión de Ucrania iniciada en febrero de 2022. En «Ucrania, encrucijada de culturas», Karl Schlögel analiza la realidad de un país cuya historia reciente ha tenido lugar a la sombra de dos tradiciones políticas opuestas: ciudades como Lviv, Odesa, Chernivtsí, Kiev, Járkov, Donetsk y Yalta tienen un pasado complejo, a menudo extraordinariamente trágico, pero también una riquísima herencia cultural que el autor nos invita a descubrir explorando su «corpus urbano», cuyos estratos revela «en una suerte de arqueología urbana que invita a hablar al pasado». Un libro imprescindible que arroja luz sobre el conflicto ruso-ucraniano y ofrece importantes claves sobre el pasado, el presente y el futuro de Europa. «La idiosincrasia de estas ocho ciudades ilustra el heterogéneo panorama a través de su historia cultural y su fisonomía. Esplendor y decadencia. Una historia fascinante». Miguel Cano, El Cultural «Un ensayo fundamental para entender la crisis democrática a la que se enfrenta Occidente, pues revela como pocos el trasfondo psicológico y las claves ideológicas de los desafíos que ésta nos plantea». Timothy Snyder «Este libro es el fruto de un trauma que no solo ha estremecido a las sociedades de Rusia y de Ucrania, sino también al gremio de historiadores alemanes. [...] Estrato tras estrato, el autor nos va revelando la anatomía arquitectónica de Kiev, Járkov, Dniepropetrovsk y Odesa, al tiempo que anima a sus lectores a incluir esas ciudades en su mapa mental». Kerstin Holm, Frankfurter Allgemeine Zeitung «Esta inteligente obra de Karl Schlögel nos enseña que pase lo que pase con Ucrania, ya nunca dejaremos de sentir esa nación como una parte muy significativa de Europa». Richard Herzinger, Die Welt «Una lograda mezcla de autoindagación, reportaje de viajes y reordenamiento de un saber acumulado durante décadas». Tobias Rapp, Literatur Spiegel

Karl Schlögel (Allgäu, 1948) es profesor de Historia de Europa del Este en la Universidad Europea de Viadrina (Frankfurt del Oder) desde 1994 y autor de diversas obras sobre la historia de Rusia. En las décadas de 1970 y 1980 fue traductor, periodista e investigador académico. «Terror y utopía» recibió en 2012 el Premio de Leipzig para el Entendimiento Europeo.
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Verfügbare Formate
TaschenbuchKartoniert, Paperback
EUR45,47
E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
EUR15,99

Produkt

KlappentextDesde que, con la disolución de la Unión Soviética, Ucrania declarase su independencia en 1991, el país ha sido un peón en el tablero de la política internacional. Entre dos mundos, Rusia al este y la Unión Europea al oeste, el equilibrio de fuerzas fue siempre precario, y tomó un cariz especialmente dramático tras la anexión de Crimea por parte de Rusia, en marzo de 2014, y la invasión de Ucrania iniciada en febrero de 2022. En «Ucrania, encrucijada de culturas», Karl Schlögel analiza la realidad de un país cuya historia reciente ha tenido lugar a la sombra de dos tradiciones políticas opuestas: ciudades como Lviv, Odesa, Chernivtsí, Kiev, Járkov, Donetsk y Yalta tienen un pasado complejo, a menudo extraordinariamente trágico, pero también una riquísima herencia cultural que el autor nos invita a descubrir explorando su «corpus urbano», cuyos estratos revela «en una suerte de arqueología urbana que invita a hablar al pasado». Un libro imprescindible que arroja luz sobre el conflicto ruso-ucraniano y ofrece importantes claves sobre el pasado, el presente y el futuro de Europa. «La idiosincrasia de estas ocho ciudades ilustra el heterogéneo panorama a través de su historia cultural y su fisonomía. Esplendor y decadencia. Una historia fascinante». Miguel Cano, El Cultural «Un ensayo fundamental para entender la crisis democrática a la que se enfrenta Occidente, pues revela como pocos el trasfondo psicológico y las claves ideológicas de los desafíos que ésta nos plantea». Timothy Snyder «Este libro es el fruto de un trauma que no solo ha estremecido a las sociedades de Rusia y de Ucrania, sino también al gremio de historiadores alemanes. [...] Estrato tras estrato, el autor nos va revelando la anatomía arquitectónica de Kiev, Járkov, Dniepropetrovsk y Odesa, al tiempo que anima a sus lectores a incluir esas ciudades en su mapa mental». Kerstin Holm, Frankfurter Allgemeine Zeitung «Esta inteligente obra de Karl Schlögel nos enseña que pase lo que pase con Ucrania, ya nunca dejaremos de sentir esa nación como una parte muy significativa de Europa». Richard Herzinger, Die Welt «Una lograda mezcla de autoindagación, reportaje de viajes y reordenamiento de un saber acumulado durante décadas». Tobias Rapp, Literatur Spiegel

Karl Schlögel (Allgäu, 1948) es profesor de Historia de Europa del Este en la Universidad Europea de Viadrina (Frankfurt del Oder) desde 1994 y autor de diversas obras sobre la historia de Rusia. En las décadas de 1970 y 1980 fue traductor, periodista e investigador académico. «Terror y utopía» recibió en 2012 el Premio de Leipzig para el Entendimiento Europeo.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788419036551
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisDRM Adobe
FormatE101
Erscheinungsjahr2023
Erscheinungsdatum15.03.2023
Reihen-Nr.454
Seiten448 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse1783 Kbytes
Artikel-Nr.11232955
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Inhaltsverzeichnis
"Por vuestra y nuestra libertad. Prólogo a la nueva edición
La Ucrania europea. Una introducción
Escribir en la situation room. Soledad
Adiós al imperio, ¿adiós a Rusia? Un intento de explicación
Hacerse una idea: descubrir Ucrania
Kiev, metrópolis
Ah, Odesa. Una ciudad en la época de las grandes expectativas
Paseo en Yalta
Contemplad esta ciudad: Járkov, una capital del siglo XX
Dnipropetrovsk: Rocket City a orillas del Dniéper y ciudad de Potemkin
Donetsk: urbanicidio en el siglo XX
Czernowitz: City upon the hill
Lvov: capital de la provincia europea
Una vez más Babi Yar, lugar europeo de memoria
La conmoción: pensar la situación de emergencia
DESPUÉS DEL 24 DE FEBRERO DE 2022
¡Por vuestra y nuestra libertad!
Urbicidio: bombas sobre la «madre de las ciudades rusas»
Una ciudad que ya no existe
Era oriundo de Mariúpol
Desvalido antiputinismo: anatomía de una impotencia
El orden mental y el desorden del mundo
Agradecimientos
Bibliografía
Procedencia de los textos
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Leseprobe


ESCRIBIR EN LA
«SITUATION ROOM». SOLEDAD

En tiempos de normalidad puede uno escoger las condiciones en las que escribe. Uno mismo determina el ritmo de trabajo, repasa el listado de la bibliografía que debe consultar, va armando un capítulo tras otro. Todo tiene su momento, es calculable y factible. Hay, en cambio, instantes y situaciones en los que es preciso echarlo todo por tierra y readaptarse, resituarse, ya que se quiere estar a la altura de los tiempos y recuperar el equilibrio. El ritmo con el que se planifica queda determinado entonces por los acontecimientos que llegan del exterior. Es preciso reaccionar a los mismos, ofrecer una respuesta, y no porque pretenda uno participar, hacerse oír o «alzar la voz», sino porque se siente afectado, y eso, de repente, lo abarca todo, también aquello en lo que uno ha trabajado toda una vida, y porque, en cierto modo, uno se siente herido. No queda más remedio entonces que rebelarse, ya que no podría hablarse de contraatacar. Una situación así se presentó a raíz de la masacre cometida contra los manifestantes de Kiev en la plaza de la Independencia, la Maidán Nezalézhnosti-a la que llamaremos, sencillamente, «Maidán», es decir, plaza -, y también a raíz de la desvergonzada mentira de Vladímir Putin cuando afirmó que no estaba teniendo lugar una anexión de Crimea, a pesar de que veíamos con nuestros propios ojos que era eso, precisamente, lo que estaba ocurriendo.

Situation room [ sala de crisis ]: la expresión empezó a aparecer con suma frecuencia en algún momento del pasado 2014; al parecer se trataba de un formato conocido desarrollado por la CNN: «You re in the situation room, where news and information are arriving all the time. Standing by: CNN reporters across the United States and around the world to bring you the day s top stories. Happening Now [â¦] I m Wolf Blitzer, and You re in the situation room». El origen de dicho formato se remonta a la situation room creada por el presidente Kennedy en la Casa Blanca: un centro de control donde toda la información recibida se recopila y se sintetiza en tiempo real para obtener una imagen de conjunto.

Cuando el mundo está tan próximo que nos impide hacer lo que nos habíamos propuesto, no todo cambia de repente, pero sí casi todo. Ya no es posible mantenerse ajeno a las noticias, más bien empieza uno a sentir una apremiante dependencia de ellas. Alguien como yo, que no ha claudicado en su reticencia a internet y se niega a estar disponible a todas horas, ha de familiarizarse en el tiempo más breve posible con las técnicas de la red si quiere estar al tanto de lo que ocurre. Y ya no por adicción a las imágenes o por matar el tiempo, sino porque de la siguiente noticia, del siguiente acontecimiento depende todo: que la espiral de violencia se haya detenido o continúe. Con cada segundo transcurrido, las catástrofes ya no son sólo concebibles, sino una realidad pura y dura. Uno se ve arrastrado a un torbellino de informaciones que, hoy en día, son infinitamente asequibles, infinitamente numerosas y variadas, que se contradicen o desmienten las unas a las otras. A dichas noticias les siguen los análisis que resumen los hechos, los comentarios, las distintas opiniones, y todo en un lapso mínimo, si bien nada de ello sirve como punto de partida en el que apoyarse o al que aferrarse, ya que los propios acontecimientos lo derogan y le toman la delantera. No obstante, y aunque uno se encuentre a miles de kilómetros de distancia, está allí, porque son miles los ojos emplazados en miles de puntos del espacio en el que transcurren los hechos: ahí está la ventana del edificio que hace esquina en el raión de Leninsky, en Donetsk, desde la cual se tiene una vista panorámica del cruce de una calle donde se desenvuelve la vida cotidiana de la ciudad ocupada; por allí pasan los vehículos blindados, pero también se construye un carril para ciclistas, mientras que, al fondo, se oyen los impactos de las granadas. Ahí están las imágenes tomadas en los sótanos ahora convertidos en refugios antiaéreos, y las conferencias de prensa de los warlords que han tomado posesión de los despachos de los oligarcas. El director provisional de la Ópera de Donetsk concede entrevistas sobre el repertorio actual, y un sociólogo forzado a abandonar su universidad ofrece un último diagnóstico sobre las fracturas sociales en la ciudad: autopsia sociológica desde un territorio en guerra. Todo eso llega a mi gabinete de trabajo a través de los canales más disímiles: las cadenas de la televisión rusa, ucraniana u otras; los periódicos que es posible leer en la red: Donetsk Times, The Kharkiv Times, Kyiv Post o el moscovita Novaia Gazeta. Uno puede seguir simultáneamente, en varios programas de debate, las reflexiones sobre los acontecimientos: el moderado por Savik Shuster en Kiev, en ruso y ucraniano; los de la cadena Dozhd en Moscú, un canal de televisión por cable que-asombrosamente-todavía funciona; las entrevistas en Echo Moskvy y los infinitos debates de las emisoras alemanas, que siguen casi todas el mismo ritual-en Alemania, un país que, por algún motivo, sigue sin darse cuenta de lo que está ocurriendo realmente en Ucrania-. Imágenes, cartas, comentarios, desmentidos: todo confluye en este gabinete de trabajo en el que, en circunstancias normales, se trabaja en libros que abordan la historia de esos espacios de donde ahora nos llegan las noticias. Uno sabe entonces que jamás podrá mantener el paso, que ya no podrá aportar de inmediato-quizá por mucho tiempo-nada que contrarreste la fuerza gravitatoria de la costumbre, la ignorancia, los prejuicios que se retroalimentan y se propagan por todas partes. Se experimenta una sensación de impotencia infinita. En la situation room a la que llegan las noticias y las imágenes de Ucrania-y, sobre todo, de las zonas de combate-, resulta difícil mantener la cabeza fría y controlar los nervios.

«Desestabilización» no es un concepto abstracto. La desestabilización que practica Rusia va dirigida contra «el poder» y «la soberanía de un Estado». Pero, en realidad, la desestabilización busca minar todo aquello que permanece intacto en el bando contrario agredido, su sociedad o, más exactamente, sus gentes. La desestabilización de una nación o de una sociedad significa, en última instancia, acabar con las personas. Poner de rodillas a un Estado significa poner también de rodillas a sus ciudadanos. Forzar la capitulación de un gobierno significa obligar a someterse a quienes lo han elegido y, a su vez, obligarlos a aceptar el sometimiento. El control sobre la escalada de un conflicto no es algo que se imponga contra una instancia abstracta como el Estado, el Ejército o un gobierno concreto, sino que constituye una imposición ad hominem. A alguien se le dictan ciertas reglas, a alguien se le impone una voluntad, a alguien se le da un ultimátum y debe responder de un modo u otro. Eludir un conflicto que a uno le imponen desde fuera es posible, por supuesto: puede recurrirse a la indiferencia, la apatía, al cinismo o a una actitud derrotista, magnitudes y posturas que han sido cruciales en el actual conflicto en torno a Ucrania. En el pasado fueron a veces decisivas: promovieron guerras, las desataron, pero en ningún caso las evitaron.

En la situation room no cabe relajarse. Las noticias de última hora llegan las veinticuatro horas del día. Aquí rige otro tiempo. Los acontecimientos exigen comentarios o intervenciones para los que uno apenas se siente preparado. Como historiador de oficio, uno se ocupa más bien de la longue durée, de una secuencia de hechos concluidos. La competencia propia atañe a asuntos del pasado y de la historia, pero no sabe moverse a la velocidad de los tiempos. Quien está a la altura de los tiempos es el hombre de acción, el que comanda los tanques y da la orden de avance, el que genera la siguiente noticia de última hora. Esa figura no se detiene en explicaciones, éstas llegan post festum. El único que puede estar a la altura de un hombre de acción es quien se enfrenta a él; pero a éstos-con excepción de los ucranianos obligados a combatir-no se los ve por ninguna parte. Los nuevos medios posibilitan que nos mantengamos al corriente y recibamos un suministro de imágenes en tiempo real, de modo que podamos seguir casi sin fisuras los desplazamientos de los frentes, la toma de lugares, la voladura de puentes y líneas del ferrocarril. Google Maps y los sistemas de información por satélite lo hacen posible: reconocemos en las imágenes la avenida principal de Donetsk, el estadio de fútbol, el parque de la cultura, el aeropuerto (entretanto reducido a cenizas). Hacemos un zoom para aproximarnos a un paisaje estepario a través del cual discurre la autovía europea número 40 y ver los campos sobre los que se estrelló el avión de pasajeros de Malasia. Sobre el escritorio, en mi gabinete de trabajo-donde normalmente yacen los mapas en los que localizo los escenarios históricos-, hay ahora mapas sobre los que se puede navegar por los actuales territorios en guerra: Górlivka, Yenákievo, Torez, Debáltsevo, Artémivsk (actual Bajmut) y otros. Podemos seguir el curso de las acciones de guerra, marcar el desplazamiento de los frentes. Leemos en los blogs los mensajes y cartas enviados desde allí sobre lo que está pasando en los sótanos, en las cárceles. De ese modo, uno se convierte en mero testigo ocular o auditivo, el invitado que observa detrás de una valla una lucha que otros deciden y pagan con su vida....

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Autor

Karl Schlögel (Allgäu, 1948) es profesor de Historia de Europa del Este en la Universidad Europea de Viadrina (Frankfurt del Oder) desde 1994 y autor de diversas obras sobre la historia de Rusia. En las décadas de 1970 y 1980 fue traductor, periodista e investigador académico. «Terror y utopía» recibió en 2012 el Premio de Leipzig para el Entendimiento Europeo.