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La música despierta el tiempo

E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
224 Seiten
Spanisch
Acantiladoerschienen am24.07.20231. Auflage
La música tiene la extraordinaria cualidad, entre otras, de ayudarnos a configurar nuestra idea del mundo. Por más que los puristas insistan en que lo personal, lo político, lo social y lo artístico no deben mezclarse, Daniel Barenboim recuerda en este inspirador texto que la escucha y el conocimiento de las músicas más variadas indica precisamente lo contrario. Apelando a su inquebrantable compromiso con la paz entre Israel y Palestina, examina el increíble potencial de la música para acercarnos, tender puentes y comprender al otro. «La música despierta el tiempo» revela así el fascinante poder del fenómeno musical no sólo para arrojar luz sobre la condición humana, sino también para dar respuesta a algunos de los mayores retos a los que hacemos frente. «Es el mejor libro sobre música que se ha publicado desde hace años. La categoría intelectual y humana de Daniel Barenboim se percibe en todo el libro y convierte al autor, no sólo en un gigante de la música europea, sino en la persona que mejor ha entendido la dimensión intelectual y espiritual de la música, y, por eso mismo, el papel que podría jugar en la formación de la ciudadanía de cualquier país». Jordi Llovet, El País (Quadern) «El pianista y director de orquesta se rebela contra los que mantienen que no hay que mezclar el arte con lo personal. Su compromiso (incluido el político) guía este libro, en el que el ensayo y la reflexión vienen apoyados por referencias con nombre propio». El Cultural «Estamos ante un conjunto de ensayos y reflexiones ciertamente estimulante. Porque a decir verdad Barenboim no sólo es un genial músico sino que es un pensador audaz, capaz de confrontarse con los grandes interrogantes que han ocupado a los más célebres filósofos desde hace siglos». Alejandor Martínez, Platea Magazine «Original ensayo recopilatorio que se convierte, de manera práctica, en la defensa de un ideario vital y profesional, además de un alegato apasionado a favor de la música, de su poder inmenso sobre el ser humano, tanto a nivel individual como colectivo». Cosme Marina, La Nueva España «Indudablemente, La música despierta el tiempo es un libro necesario para comprender que a través del prisma de la música la vida se vislumbra mejor. Como decía el célebre director de orquesta Leonard Bernstein, 'la música puede dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido' y parece que Barenboim está de acuerdo con esa filosofía de vida». Preslava Boneva, The Objective «La reflexión que predomina en este libro y, en realidad, en todo lo que Barenboim dice, escribe y hace desde hace ya una treintena de años, surge de la capacidad moral y la potencia transformadora de la música, que él está decidido a aplicar al avispero de Oriente Medio». Álvaro Guibert, El Cultural «Al margen de su visión particular de la música, los textos desvelan una visión del arte sonoro no sólo como afirmación, sino también como escuela de la vida». P. J. V., Diario de Sevilla

Daniel Barenboim (Buenos Aires, 1942), pianista y director de orquesta de prestigio internacional, ha dirigido las principales orquestas sinfónicas del mundo. Es autor de diversas obras, entre las que destacan «Mi vida en la música» (1992), «Paralelismos y paradojas» (2002), escrito junto a Edward Said, y «El sonido es vida» (2008). Acantilado ha publicado «Diálogos sobre música y teatro: 'Tristán e Isolda'» (2018), escrito con Patrice Chéreau, y «La música despierta el tiempo» (2023).
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Verfügbare Formate
BuchKartoniert, Paperback
EUR31,50
E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
EUR10,99

Produkt

KlappentextLa música tiene la extraordinaria cualidad, entre otras, de ayudarnos a configurar nuestra idea del mundo. Por más que los puristas insistan en que lo personal, lo político, lo social y lo artístico no deben mezclarse, Daniel Barenboim recuerda en este inspirador texto que la escucha y el conocimiento de las músicas más variadas indica precisamente lo contrario. Apelando a su inquebrantable compromiso con la paz entre Israel y Palestina, examina el increíble potencial de la música para acercarnos, tender puentes y comprender al otro. «La música despierta el tiempo» revela así el fascinante poder del fenómeno musical no sólo para arrojar luz sobre la condición humana, sino también para dar respuesta a algunos de los mayores retos a los que hacemos frente. «Es el mejor libro sobre música que se ha publicado desde hace años. La categoría intelectual y humana de Daniel Barenboim se percibe en todo el libro y convierte al autor, no sólo en un gigante de la música europea, sino en la persona que mejor ha entendido la dimensión intelectual y espiritual de la música, y, por eso mismo, el papel que podría jugar en la formación de la ciudadanía de cualquier país». Jordi Llovet, El País (Quadern) «El pianista y director de orquesta se rebela contra los que mantienen que no hay que mezclar el arte con lo personal. Su compromiso (incluido el político) guía este libro, en el que el ensayo y la reflexión vienen apoyados por referencias con nombre propio». El Cultural «Estamos ante un conjunto de ensayos y reflexiones ciertamente estimulante. Porque a decir verdad Barenboim no sólo es un genial músico sino que es un pensador audaz, capaz de confrontarse con los grandes interrogantes que han ocupado a los más célebres filósofos desde hace siglos». Alejandor Martínez, Platea Magazine «Original ensayo recopilatorio que se convierte, de manera práctica, en la defensa de un ideario vital y profesional, además de un alegato apasionado a favor de la música, de su poder inmenso sobre el ser humano, tanto a nivel individual como colectivo». Cosme Marina, La Nueva España «Indudablemente, La música despierta el tiempo es un libro necesario para comprender que a través del prisma de la música la vida se vislumbra mejor. Como decía el célebre director de orquesta Leonard Bernstein, 'la música puede dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido' y parece que Barenboim está de acuerdo con esa filosofía de vida». Preslava Boneva, The Objective «La reflexión que predomina en este libro y, en realidad, en todo lo que Barenboim dice, escribe y hace desde hace ya una treintena de años, surge de la capacidad moral y la potencia transformadora de la música, que él está decidido a aplicar al avispero de Oriente Medio». Álvaro Guibert, El Cultural «Al margen de su visión particular de la música, los textos desvelan una visión del arte sonoro no sólo como afirmación, sino también como escuela de la vida». P. J. V., Diario de Sevilla

Daniel Barenboim (Buenos Aires, 1942), pianista y director de orquesta de prestigio internacional, ha dirigido las principales orquestas sinfónicas del mundo. Es autor de diversas obras, entre las que destacan «Mi vida en la música» (1992), «Paralelismos y paradojas» (2002), escrito junto a Edward Said, y «El sonido es vida» (2008). Acantilado ha publicado «Diálogos sobre música y teatro: 'Tristán e Isolda'» (2018), escrito con Patrice Chéreau, y «La música despierta el tiempo» (2023).
Details
Weitere ISBN/GTIN9788419036643
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisDRM Adobe
FormatE101
Erscheinungsjahr2023
Erscheinungsdatum24.07.2023
Auflage1. Auflage
Reihen-Nr.459
Seiten224 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse1569 Kbytes
Artikel-Nr.12182864
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Inhaltsverzeichnis
Primera parte
EL PODER DE LA MÚSICA
«Preludio»
1. Sonido y pensamiento
2. Escuchar y oír
3. Libertad de pensamiento e interpretación
4. La orquesta
5. Historia de dos palestinos
6. «Finale»

Segunda parte
VARIACIONES
1. «Tengo un sueño»
2. Sobre Schumann
3. Edward Said en el recuerdo
4. «Me crie con Bach»
5. Sobre Wilhelm Furtwängler
6. Sobre Pierre Boulez
7. Sobre «Don Giovanni»
8. Sobre la Orquesta West-Eastern Divan
9. Sobre Mozart
10. Sobre la doble ciudadanía
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Leseprobe


1
SONIDO Y PENSAMIENTO

Creo firmemente que es imposible hablar sobre música. Se han propuesto muchas definiciones de la música que, en realidad, se limitan a describir una reacción subjetiva ante ella. A mi juicio, la única definición precisa y objetiva de verdad es la de Ferruccio Busoni, el gran pianista y compositor italiano, quien dijo que la música es aire sonoro. Se trata de una definición que lo dice todo y que, al mismo tiempo, no dice nada. Por otra parte, Schopenhauer veía en la música una idea del mundo. En la música, como en la vida, en realidad sólo es posible hablar sobre nuestras propias reacciones y percepciones. Si intento hablar sobre música, es porque lo imposible me ha atraído siempre más que lo difícil. Si esta empresa tiene algún sentido, intentar lo imposible es, por definición, una aventura, y me brinda una sensación de actividad que encuentro atractiva en grado sumo. Además, tiene la ventaja de que el fracaso no sólo se tolera, sino que es lo esperado. Por lo tanto, intentaré lo imposible y procuraré establecer algunas conexiones entre el contenido inexpresable de la música y el contenido inexpresable de la vida.

¿Acaso no es la música, al fin y al cabo, una mera colección de sonidos bellos? En un tratado muy adelantado a su tiempo en múltiples sentidos, Pensamientos sobre la educación, publicado en 1692, John Locke escribió:

Se cree que la música tiene ciertas afinidades con la danza, y mucha gente concede un gran valor a tocar bien algunos instrumentos. Sin embargo, alcanzar al menos un dominio moderado de su ejecución exige a los jóvenes derrochar tanto tiempo, y a menudo los obliga a frecuentar tan extrañas compañías, que muchos piensan que lo mejor sería librarlos de esa tarea. Y tan pocas veces he oído que entre los hombres de talento y de negocios a alguno se lo alabara o se lo estimase por su excelencia musical, que entre todas las cosas que cabe citar en una lista de logros me parece que ésta debería ocupar el último lugar.

En la actualidad, la música todavía suele ocupar el último lugar en nuestros pensamientos sobre la educación. ¿Es de verdad la música algo más que una cosa muy agradable o emocionante de oír y que, por su poder y elocuencia, nos ofrece herramientas formidables con las que podemos olvidar nuestra existencia y los quehaceres de la vida cotidiana? Por supuesto, a millones de personas les gusta llegar a casa tras un largo día de trabajo, poner algo de música y olvidarse de los problemas que han tenido que afrontar a lo largo de la jornada. Sin embargo, sostengo que la música nos brinda una herramienta mucho más valiosa, con la que podemos aprender cosas sobre nosotros mismos, sobre nuestra sociedad, sobre la política: en resumen, sobre el ser humano. Casi dos mil años antes que John Locke, Aristóteles tenía una concepción mucho más elevada de la música, a la que consideraba una contribución valiosa para la educación de los jóvenes:

Pues nos dedicamos a la música no sólo para aliviar la carga del pasado, sino también a modo de entretenimiento. ¿Y quién puede decir si, al tener este uso, no ha de tener también otro más noble? [â¦] El ritmo y la melodía proporcionan imitaciones de la cólera y la bondad, y también del valor y la prudencia, y de todas las cualidades contrarias a ellas, y de otras cualidades de carácter que no difieren tanto de los afectos auténticos, como sabemos por nuestra propia experiencia, pues al escuchar tales sonidos nuestra alma experimenta un cambio [â¦] Ya se ha dicho suficiente para mostrar que la música tiene el poder de formar el carácter y que, por lo tanto, ha de introducirse en la educación de la juventud.1

Examinemos en primer lugar el fenómeno físico que nos permite experimentar una obra musical, a saber, el sonido. Aquí encontramos una de las mayores dificultades a la hora de definir la música: la música se expresa a través del sonido, pero el sonido no es en sí mismo música, sino tan sólo el medio por el que se transmite el mensaje o el contenido de la música. Cuando describimos el sonido, a menudo lo hacemos en términos de color: hablamos de un color brillante u oscuro. Se trata de una apreciación muy subjetiva; lo que para uno es oscuro resulta brillante para otro, y viceversa. Sin embargo, el sonido tiene otros elementos que no son subjetivos. Constituye una realidad física que puede y debe observarse de modo objetivo. Al hacerlo, advertimos que desaparece al detenerse; es efímero. No es un objeto, como una silla, que podamos dejar en una habitación vacía y con el que nos encontramos al volver a ella, tal como la dejamos. El sonido no permanece en el mundo: se desvanece en el silencio.

El sonido no es independiente: no existe por sí mismo, sino que tiene una relación permanente, continua e inevitable con el silencio. En este sentido, la primera nota no es el comienzo, sino que surge del silencio que la precede. Si el sonido guarda una relación con el silencio, ¿de qué clase es dicha relación? ¿Domina el sonido al silencio, o viceversa? Tras una cuidadosa observación, advertimos que la relación entre sonido y silencio es el equivalente a la relación entre un objeto físico y la fuerza de la gravedad. Un objeto que se eleva desde el suelo precisa cierta cantidad de energía para mantenerse a la altura a la que ha ascendido. Si no le proporcionamos energía suplementaria, el objeto caerá al suelo, en virtud de las leyes de la gravedad. De modo muy parecido, si no prolongamos el sonido, cae en el silencio. El músico que produce un sonido lo trae literalmente al mundo físico. Asimismo, si no proporciona energía suplementaria, el sonido muere. Ésa es la esperanza de vida de una sola nota: es finita. La terminología no puede ser más elocuente: la nota muere. Y tal vez aquí tengamos la primera indicación clara del contenido de la música: la desaparición del sonido por su transformación en silencio es la manifestación de su ser limitado en el tiempo.

Algunos instrumentos, en particular los de percusión, incluido el piano, producen sonidos de los que decimos que tienen una duración predeterminada; en otras palabras, después de producirse el sonido, éste empieza a decaer de inmediato. En el caso de otros, como los de cuerda, hay formas de sostener el sonido durante más tiempo: por ejemplo, cambiando la dirección del arco de manera que dicho cambio sea lo bastante suave para resultar inaudible. En todo caso, sostener el sonido es un desafío contra la fuerza de atracción del silencio, que intenta limitar su duración.

Examinemos las diferentes posibilidades que presenta el comienzo de un sonido. Si hay un silencio absoluto antes de dicho comienzo, empezamos una pieza de música que interrumpe el silencio o se desarrolla a partir de él. El sonido que interrumpe el silencio representa una alteración de una situación existente, mientras que el sonido que surge del silencio es una alteración gradual de la situación existente. En lenguaje filosófico, podemos decir que ésta es la diferencia entre ser y devenir. El inicio de la Sonata «Patética», op. 13 de Beethoven2 es un caso evidente de interrupción del silencio. Un acorde concreto interrumpe el silencio y la música comienza.

El preludio de Tristán e Isolda es un ejemplo evidente de sonido que surge a partir del silencio.3 La música no comienza con el paso desde el la inicial hacia el fa, sino desde el silencio hasta el la. O, en el caso de la Sonata para piano, op. 109 de Beethoven,4 se tiene la sensación de que la música ha comenzado antes: es como si nos subiéramos a un tren que ya estaba en marcha. La música debe existir ya en la mente del pianista, para que, al tocarla, dé la impresión de que une algo que ya existía, aunque no fuera en el mundo físico. En la Sonata «Patética», el acento en la primera nota establece una ruptura muy clara con el silencio. En el op. 109, es imperativo no comenzar con un acento en la primera nota, porque éste, por definición, interrumpiría el silencio.

El último sonido no es el final de la música. Si la primera nota se relaciona con el silencio que la precede, la última debe relacionarse con el silencio que la sigue. Por eso resulta tan perturbador que el público, presa del entusiasmo, aplauda antes de que la nota final se haya desvanecido por entero: se trata del último momento de expresividad, precisamente el de la relación entre el final del sonido y el comienzo del silencio que lo sigue. En este sentido, la música es un reflejo de la vida, pues ambas empiezan y terminan en la nada. Asimismo, cuando interpretamos música es posible alcanzar un extraordinario estado de paz, en parte por el hecho de que podemos controlar, a través del sonido, la relación entre la vida y la muerte, un poder que, como es evidente, no se ha concedido a los seres humanos en la vida. Como toda nota producida por un ser humano tiene una cualidad humana, el final de cada una nos causa una sensación de muerte, y esa experiencia permite trascender todas las emociones que esas notas puedan tener en su breve vida; en cierto modo, nos hallamos en contacto directo con la atemporalidad. Cuando termino de tocar alguno de los libros de El clave bien temperado en concierto, tengo la sensación de que la obra es mucho más amplia que mi vida real, que he realizado un viaje a través de la historia, un viaje que empieza y termina en el silencio.

Una forma de preparar el...

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Autor

Daniel Barenboim (Buenos Aires, 1942), pianista y director de orquesta de prestigio internacional, ha dirigido las principales orquestas sinfónicas del mundo. Es autor de diversas obras, entre las que destacan «Mi vida en la música» (1992), «Paralelismos y paradojas» (2002), escrito junto a Edward Said, y «El sonido es vida» (2008). Acantilado ha publicado «Diálogos sobre música y teatro: "Tristán e Isolda"» (2018), escrito con Patrice Chéreau, y «La música despierta el tiempo» (2023).