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E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
448 Seiten
Spanisch
Siruelaerschienen am02.11.20231. Auflage
Este prodigioso fresco de la vida en la Ciudad de las Cien Torres consigue captar, en su plena esencia, los claroscuros de tan fascinante enclave, decisivo en el desarrollo artístico europeo. Una colosal narración en la que todo se conecta con todo: el debate renacentista entre ciencia y alquimia, las tres culturas -la bohemia, la germánica y la judía-, los tiempos de Rodolfo II, la particularísima arquitectura o la literatura que allí floreció: Kafka, Ha?ek, Meyrink, Holan, Werfel, Perutz, Neruda, Seifert o ?apek. Praga mágica es un libro bello y rebosante de amor hacia su materia de estudio, tan barroco y laberíntico como la ciudad a la que está dedicado. A partir de la infinidad de detalles de este inagotable universo, Angelo Maria Ripellino tejió su obra maestra recurriendo a las fuentes más heterogéneas -leyendas de fantasmas y brujería, viejas revistas ilustradas, canciones folclóricas, los coloridos relatos de los viajeros o las jugosas anécdotas de las cervecerías- para alcanzar un equilibrio perfecto entre invención e historiografía.

Angelo Maria Ripellino (Palermo, 1923-Roma, 1978) es uno de los más brillantes intelectuales italianos del siglo XX, maestro de toda una generación. Se especializó en literatura rusa y checa, fue poeta, traductor y autor de diversos ensayos convertidos ya en clásicos: Maiakovsky y el teatro ruso de vanguardia (1959), La literatura como itinerario en lo maravilloso (1968) o Praga mágica (1973).
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Produkt

KlappentextEste prodigioso fresco de la vida en la Ciudad de las Cien Torres consigue captar, en su plena esencia, los claroscuros de tan fascinante enclave, decisivo en el desarrollo artístico europeo. Una colosal narración en la que todo se conecta con todo: el debate renacentista entre ciencia y alquimia, las tres culturas -la bohemia, la germánica y la judía-, los tiempos de Rodolfo II, la particularísima arquitectura o la literatura que allí floreció: Kafka, Ha?ek, Meyrink, Holan, Werfel, Perutz, Neruda, Seifert o ?apek. Praga mágica es un libro bello y rebosante de amor hacia su materia de estudio, tan barroco y laberíntico como la ciudad a la que está dedicado. A partir de la infinidad de detalles de este inagotable universo, Angelo Maria Ripellino tejió su obra maestra recurriendo a las fuentes más heterogéneas -leyendas de fantasmas y brujería, viejas revistas ilustradas, canciones folclóricas, los coloridos relatos de los viajeros o las jugosas anécdotas de las cervecerías- para alcanzar un equilibrio perfecto entre invención e historiografía.

Angelo Maria Ripellino (Palermo, 1923-Roma, 1978) es uno de los más brillantes intelectuales italianos del siglo XX, maestro de toda una generación. Se especializó en literatura rusa y checa, fue poeta, traductor y autor de diversos ensayos convertidos ya en clásicos: Maiakovsky y el teatro ruso de vanguardia (1959), La literatura como itinerario en lo maravilloso (1968) o Praga mágica (1973).
Details
Weitere ISBN/GTIN9788419942418
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisDRM Adobe
FormatE101
Verlag
Erscheinungsjahr2023
Erscheinungsdatum02.11.2023
Auflage1. Auflage
Reihen-Nr.138
Seiten448 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse1177 Kbytes
Artikel-Nr.12647035
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe




69


El 18 de junio de 1621, el verdugo praguense Jan MydláÅ recibió la orden de erigir un cadalso para la ejecución de veintisiete señores checos (nobles, caballeros, burgueses), condenados a muerte por haber dirigido la sublevación contra los Habsburgos.739 A la luz de antorchas, aquella misma noche los aprendices del verdugo se pusieron manos a la obra, construyendo, en la plaza de la Ciudad Vieja, una tarima de cuatro palmos de altura, veintidós pies de ancho y de largo y una barandilla de madera a su alrededor. Este theatrum quedó unido, mediante un pequeño puente, a un balcón del ayuntamiento, que hacía de fondo, y recubierto de paño negro hasta el suelo.

A las cinco del 21 de junio -horribilísimo día en la historia bohemia-, los cañones del Castillo dieron la señal de comienzo del nefando espectáculo. En la lagrimosa luz del amanecer, de la oscuridad moribunda emergía el theatrum, rodeado por dos escuadrones de caballería y tres compañías de infantería, que mantenían a la masa a distancia. Cubierto por un lúgubre capuchón, un mozo había plantado un alto crucifijo delante del tajo, junto al cual estaba, a la espera, su señoría execrable el verdugo MydláÅ, con la espada desenfundada y el rostro duro como un membrillo helado. En el hueco bajo el entarimado, como en una cripta, habían sido previamente dispuestos los ataúdes. Tranquilos, en sus trajes negros, los poderosos y mandatarios se habían sentado en el balcón del municipio, y tres de ellos iban y venían del cadalso al edificio, para ir llamando, de uno en uno, a los condenados.

Durante todo el tiempo de la ejecución, redoblaron estruendosamente los tambores y sonaron las trompetas, para que la gente no oyera los gemidos y las últimas palabras de los ajusticiados, cuyas cabezas, separadas del tronco, seguían palpitando durante unos segundos sobre el tablero cubierto de arena. Seis ministros del verdugo, es decir, seis servidores de escena, los holomci, con uniforme de paño negro, negras máscaras y negro manto, transportaban los cadáveres, escaleras abajo, a la parte inferior del entarimado, de modo que el verdugo no tocó a ninguno de los infelices a los que había eliminado del mundo con su espada-hacha. «Terrible teatro», exclama Dacický. Negro escenario, negros trajes, máscaras macabras: la plaza, como afirma Machar en una poesía, tenía un aspecto de Viernes Santo.740

La ejecución duró cuatro horas, y el carnicero usó cuatro espadas, degollando, sin fallar ni una vez, a veinticuatro señores: a modo de intermedio, y como para concederse un poco de respiro, colgó a los restantes: a uno, de una horca levantada en medio de la plaza, y a los dos restantes, de una viga que sobresalía de una ventana del ayuntamiento. En la citada poesía de Machar, el ejecutor, la noche del 21 de junio, extenuado y con la boca seca, mientras espera que la criadita le lleve una jarra de cerveza de la hostería La Rana Verde, le cuenta a su mujer los detalles de la ejecución y se jacta cínicamente de haber truncado las cabezas de un solo golpe. Josef Svátek, en cambio, discurre acerca de la conmoción, del pesar, de los remordimientos de Jan MydláÅ y sostiene que, afligido por tener que matar a patriotas checos, vistió negras prendas de luto en lugar del habitual capuchón color fuego y se esmeró en aliviar sus sufrimientos, decapitándoles de un solo tajo.741

Svátek pretendía convertir al ejecutor praguense en una figura legendaria, similar a la del verdugo parisiense Charles Sanson, a quien Puskin definió como svirèpyj figljar, feroz payaso.742 Sobre el ejemplo de las presuntas memorias de la familia Sanson -que abarcan varias generaciones-, él inventó toda una dinastía de MydláÅes y escribió (1886-1889) sus ficticios recuerdos, que giran, principalmente, alrededor de los crímenes, los procesos y los suplicios de la época de Rodolfo II y de la guerra de los Treinta Años.743 La idea generadora de este tipo de recuerdos de verdugos mana del hecho de que estos solo podían casarse con hijas de otros verdugos y, a su vez, los hijos habidos se veían obligados a seguir la sanguinaria profesión paterna, por lo que las familias de verdugos (rody katovské), en Bohemia como en otros países, formaban una casta singular y compacta.744 En las supuestas memorias de la estirpe de los MydláÅes, aderezadas con los ingredientes de un romanticismo rancio, los crueles acontecimientos se convierten en lacrimógenos pretextos de empalagosa sensiblería y los asesinos se tornan tiernos, sentimentales, incomprendidos y, por tanto, infelices.

Pero, aun antes que Svátek, Josef JiÅí KoláÅ, en las escenas dramáticas de Prazský zid (El hebreo de Praga, 1872), había ido más allá, fantaseando con que Jan MydláÅ se habría, incluso, negado a ajusticiar a los veintisiete señores, siendo sustituido en el cadalso por otro verdugo, irreconocible bajo la caperuza roja.745 En esta tragedia, poblada de horrores, de hipérboles, de patéticos forzamientos, de abogadismos de tres al cuarto, maese MydláÅ huye de Praga con Rabbi Falu-Eliab y con Verena, hija del conde Thurn, el jefe del derrotado ejército checo, a los que ha liberado de la cárcel, y en la frontera silesiana cuelga de un árbol al malvado perseguidor PÅibík Jenísek, exungüentero, quien había desempeñado un papel principal en la matanza.

En realidad, Jan MydláÅ no solo efectuó las decapitaciones y apretó los nudos corredizos, sino que enriqueció su meticuloso trabajo con algunos refinamientos antes del «golpe supremo», tronchando la mano derecha de OndÅej Slik, Bohuslav z Michalovic, JiÅík Hauensild y Leander Rypl y la lengua del doctor Johannes Jessenius, rector de la Universidad de Praga. En la poesía Jessenius, de Vrchlický, lo que más trastorna al doctor -viejo amigo de Tycho Brahe y muestra de la galería de extravagantes soñadores de la edad rodolfina- es, precisamente, esta «tremenda amputación»:746 como asegura Machar, «era penoso ver / la boca ensangrentada, donde la lengua truncada / anhelaba hablar...».

El cadáver acéfalo de Jessenius no fue bajado a la «cripta», sino trasladado a la explanada delante de Horská Brána (la Puerta hacia Kutná Hora), donde el verdugo-carnicero le descuartizó debajo del patíbulo, clavando sus trozos en palos. Antes del mediodía, MydláÅ volvió al infausto teatro y recogió en barreños de hierro las cabezas de doce de los ejecutados, que llevó, con la ayuda de sus mozos, al puente de piedra, para exponerlas al escarnio popular -como larvas con horribles muecas- en el cornisón de la torre de la Ciudad Vieja, seis frente a Malá Strana y seis ante la iglesia católica de San Salvador. Sobre la cabeza del conde Slik y del doctor Hauensild puso las manos derechas amputadas, y sobre la de Jessenius, la lengua.

Excepto la del conde Slik, que en mayo de 1622 fue devuelta a su familia,747 las demás calaveras permanecieron diez años colgadas en los cubos de hierro. Los emigrantes checos, retornados a Praga en 1631 con los sajones protestantes, quitaron de la torre los cráneos corroídos por la intemperie, y con solemnísimos funerales los enterraron en la iglesia de Týn.748 En 1766, en aquel templo, salió a la luz un ataúd con once calaveras, pero la gente decía que, antes de la retirada de los sajones (1632), aquellas pobres cabezas habían sido inhumadas en un lugar secreto de la iglesia evangélica de San Salvador. Y que cada año, en la fecha de la ejecución, saliendo de su sepulcro, visitaban la plaza de la Ciudad Vieja, para observar el reloj astrológico de maese Hanus, preocupándose si las manecillas estaban detenidas, pues eso era presagio de inminentes desgracias.749

En suma, que el 21 de junio de 1621, en el centro de Praga, sobre un teatro-cadalso, se representó una de las más amargas tragedias de la historia bohemia. El verdugo Jan MydláÅ, instrumento de la venganza y de la pérfida mojigatería de Fernando II, selló, con sus infalibles espadas, la derrota y el sometimiento de este pueblo de rebeldes y herejes. Por ello resulta extraño que, en la niebla de los años, él se haya convertido, por distorsión romántica, en un héroe débil, desolado, obligado, a su pesar, a ejecutar la matanza. Pero yo, contra todos los MydláÅes que han arreciado y siguen arreciando en Praga, no me cansaré de gritar: In ignem aeternum, in ignem aeternum!




70


Subido al trono en 1612, Matyás, que el año anterior había obligado a su hermano Rodolfo II a abdicar de la corona bohemia, trasladó a Viena la sede del imperio. Entre tanto, en Praga crecía la tensión entre protestantes y católicos. Temiendo -por varios indicios de intolerancia- que viniera a faltar la libertad religiosa concedida por Rodolfo II con la Bula de 9 de julio de 1609, los jefes de los evangélicos, animados por el conde Thurn, decidieron pasar a la acción contra los Habsburgos. El 23 de mayo de 1618, un pequeño grupo de los más radicales se dirigió al Castillo a pedir audiencia. Después de cruzarse insultos y ultrajes, los protestantes arrojaron por una ventana a los dos lugartenientes BoÅita z Martinic y Vilém Slavata, junto a su secretario Filip Fabricius. Pese a la altura, los tres sobrevivieron. No se trataba ya de juegos de armas, sino de total...

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Autor

Angelo Maria Ripellino (Palermo, 1923-Roma, 1978) es uno de los más brillantes intelectuales italianos del siglo XX, maestro de toda una generación. Se especializó en literatura rusa y checa, fue poeta, traductor y autor de diversos ensayos convertidos ya en clásicos: Maiakovsky y el teatro ruso de vanguardia (1959), La literatura como itinerario en lo maravilloso (1968) o Praga mágica (1973).
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