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Vidas de Alejandro

E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
412 Seiten
Spanisch
Siruelaerschienen am24.01.20241. Auflage
Por primera vez en un solo volumen, dos de los grandes relatos inspirados en la extraordinaria empresa conquistadora de Alejandro Magno, prologadas y anotadas por el helenista Carlos García Gual. Las dos obras que integran este libro, Vida y hazañas de Alejandro Magno y Nacimiento, hazañas y muerte de Alejandro de Macedonia, se sitúan entre la biografía, la leyenda y la historia del gran conquistador del Oriente, pero son de estilos muy distintos. La primera, firmada por Pseudo Calístenes y construida con elementos heterogéneos -relato histórico, relaciones epistolares fingidas, cuentos fabulosos- es una obra miscelánea, a medio camino entre la biografía y el género novelesco, que gozó de gran éxito en la Antigüedad tardía y hasta bien entrada la Edad Media. En la segunda, de autor anónimo y basada en la primera, el relato transmitido oralmente durante siglos toma por primera vez forma impresa en la Venecia de mediados del siglo XVII, convirtiéndose en un gran éxito popular con más de cuarenta reimpresiones a lo largo de los dos siglos posteriores. García Gual subraya en este volumen fundamental y exento de pretensiones académicas, la excepcional e imperecedera difusión del texto de Pseudo Calístenes en diversas lenguas y culturas, desde la época antigua hasta el Medievo tardío.mehr

Produkt

KlappentextPor primera vez en un solo volumen, dos de los grandes relatos inspirados en la extraordinaria empresa conquistadora de Alejandro Magno, prologadas y anotadas por el helenista Carlos García Gual. Las dos obras que integran este libro, Vida y hazañas de Alejandro Magno y Nacimiento, hazañas y muerte de Alejandro de Macedonia, se sitúan entre la biografía, la leyenda y la historia del gran conquistador del Oriente, pero son de estilos muy distintos. La primera, firmada por Pseudo Calístenes y construida con elementos heterogéneos -relato histórico, relaciones epistolares fingidas, cuentos fabulosos- es una obra miscelánea, a medio camino entre la biografía y el género novelesco, que gozó de gran éxito en la Antigüedad tardía y hasta bien entrada la Edad Media. En la segunda, de autor anónimo y basada en la primera, el relato transmitido oralmente durante siglos toma por primera vez forma impresa en la Venecia de mediados del siglo XVII, convirtiéndose en un gran éxito popular con más de cuarenta reimpresiones a lo largo de los dos siglos posteriores. García Gual subraya en este volumen fundamental y exento de pretensiones académicas, la excepcional e imperecedera difusión del texto de Pseudo Calístenes en diversas lenguas y culturas, desde la época antigua hasta el Medievo tardío.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788419942593
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisDRM Adobe
FormatE101
Verlag
Erscheinungsjahr2024
Erscheinungsdatum24.01.2024
Auflage1. Auflage
Reihen-Nr.425
Seiten412 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse2818 Kbytes
Artikel-Nr.13469151
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe



Presentación
El último héroe griego, conquistador del Oriente


Alejandro, según se cuenta, decía envidiar a su antepasado Aquiles por el hecho de haber tenido un formidable narrador de sus gestas en el poeta Homero, que en la Ilíada supo ensalzar sus hazañas con digno esplendor. Por un capricho del azar y la historia él acabó por encontrar también, unos cinco siglos después de su muerte, un asombroso narrador para las suyas. Paradójicamente, no lo halló en un gran poeta ni en un respetable y bien documentado historiador, sino en un desconocido prosista al que ahora llamamos Pseudo Calístenes, quien hizo de él una figura casi tan mítica como la del héroe iliádico. En esta biografía, tardía y fabulosa, el joven monarca macedonio adquirió una fulgurante aura mítica, que extendió sus largos reflejos en las múltiples versiones medievales que de ella derivan. Esa narración biográfica compuesta en tiempos del Bajo Imperio Romano refundió con singular acierto los ecos de la leyenda que había transformado ya al gran Alejandro en el prototipo del último héroe griego.

Recordemos que todos los textos de los primeros cronistas e historiadores contemporáneos del monarca macedonio (Calístenes de Olinto, Cares de Mitilene, Nearco, Onesícrito, Clitarco, Ptolomeo, Aristóbulo de Casandrea y Anaxímenes de Lámpsaco) se perdieron pronto y solo tenemos de ellos muy pocos y exiguos fragmentos. Luego surgieron otras biografías y relatos históricos que, fundados sobre esas primeras crónicas, reconstruyeron con mejor o peor retórica las andanzas y hechos del gran conquistador del Oriente. Son los textos de Diodoro de Sicilia (en su Universal historia, libro XVIII), del latino Quinto Curcio (Vida de Alejandro Magno), Plutarco (Vida de Alejandro) y Arriano (Anábasis de Alejandro), escritos entre el siglo I a. C. y el II d. C., que conservamos a nuestro alcance y son la base de nuestros conocimientos sobre la figura de Alejandro.

Frente a esos relatos de indudable valor histórico, la narración del Pseudo Calístenes guarda un aire fantasioso y novelesco (siendo el fundamento de la llamada «Novela de Alejandro»). No se funda en fuentes históricas serias, sino en algunos textos perdidos de dudosa veracidad, y ha coloreado los hechos históricos de la biografía alejandrina con noticias fantasiosas, configurándose como una narración de origen y destino popular. Es una biografía que magnifica y mitifica la figura de su protagonista, y lo transporta desde el terreno de la historia al de la novela de aventuras. Hay que recordar que la grandeza del personaje se prestaba a esa mitificación y que desde muy pronto debieron de surgir relatos populares en torno a las prodigiosas dotes y los magnánimos logros del joven Alejandro. Conviene, a este respecto, rememorar su singular apostura como rey magnánimo y como intrépido viajero, que pudo dar pie, tras su pronta muerte, a esa rápida mitificación, arropada en la distancia y conservada en diversos relatos hasta la época de nuestro autor, seguramente un escritor de la egipcia Alejandría a comienzos del siglo III d. C.

Para recordar la prestancia histórica de Alejandro basten unas líneas del filósofo G. W. F. Hegel en las que, en sus Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, destaca la impronta inolvidable que el joven monarca macedonio dejó en la marcha de la historia universal. Dicen así:


Educado por Aristóteles, Alejandro a los veinte años de edad se puso a la cabeza de los helenos para conducir Grecia a Asia. Este segundo Aquiles reúne de nuevo a la Hélade para una empresa común. Cierra la vida griega, como Aquiles la empezara. Concentrando en sí el poder de Grecia, se volvió hacia el exterior y difundió por Asia la cultura griega. Unió al país, maduro ya en todas las técnicas, pero ya sin realidad, bajo nuevas banderas, conteniendo en el interior la excitación aún existente, para orientarla enseguida hacia las comarcas madres del Oriente. Su fin era castigar las antiguas iniquidades, vengar a Grecia de cuanto Asia le había hecho durante largo tiempo y decidir la antigua discordia y lucha entre el Oriente y el Occidente. Por un lado, hizo pagar a Oriente el mal que Grecia había sufrido por su culpa, por otro, le devolvió mil veces el bien que representó para Grecia el recibir de Asia los orígenes de la cultura. Alejandro difundió la madurez y elevación de la cultura sobre el Oriente, imprimiendo en Asia, por él ocupada, el sello, digámoslo así, de un país helénico.

Esta fue su grande e inmortal hazaña, la obra de la más bella individualidad. Alejandro ha sido el más bello héroe individual.

Él fue la causa de que el mundo griego se difundiera por toda Asia. La expedición de Alejandro a Asia fue también un viaje de exploración. Alejandro fue el primero que abrió a los europeos el mundo oriental, llegando hasta países como la Bactriana, la Sogdiana y la India septentrional, apenas hollados desde entonces por plantas europeas. La manera de llevar a cabo la expedición, así como el genio militar en el orden de las batallas, en la táctica en general, quedarán para siempre como un objeto de la admiración universal. [â¦]

Pudo dedicar diez años a su obra imperial. Su muerte, en Babilonia, a los treinta y tres años, sigue siendo un bello espectáculo de grandeza y la prueba de cuál era su verdadera relación con el ejército. Incorporado sobre su lecho de muerte, se despidió de sus soldados con plena conciencia de su dignidad.

Alejandro tuvo la dicha de morir a tiempo. Puede llamarse a esto una dicha; pero es más bien una necesidad. Una muerte prematura tenía que ser la suya, a fin de seguir siendo para la posteridad el joven glorioso. Así como Aquiles inicia el mundo griego, como ya hemos indicado, así Alejandro lo cierra; y ambos jóvenes no solo nos dan el más bello espectáculo por sí mismos, sino que nos proporcionan al mismo tiempo una cabal y perfecta imagen de la esencia griega. Alejandro no murió prematuramente, pues su obra había llegado a su plena perfección.


Los motivos de la admiración del Pseudo Calístenes hacia Alejandro, visto como el último gran héroe del helenismo, no diferían mucho, en el fondo, de los de Hegel. Pero es cierto que sí difiere en la manera de reflejar su imagen del monarca macedonio. El núcleo de su biografía sigue conservando una base histórica, pero la fantasía del biógrafo alejandrino reelabora una atmósfera fabulosa en torno al esqueleto de los datos históricos y se recrea en los episodios fabulosos para realzar la figura del gran héroe, conquistador del inmenso imperio persa y explorador audaz de un Oriente quimérico, como el héroe que hubiera querido ser un dios.



La formación del relato del Pseudo Calístenes


El Pseudo Calístenes compuso su relato a comienzos del siglo III d. C., con una clara intención de ofrecer una estampa magnífica del gran Alejandro, destinada a un vasto público ávido de relatos fabulosos. No era un escritor de notable cultura, pues no tenía, desde luego, grandes conocimientos de historia griega ni tampoco un estilo refinado. Su ignorancia de la geografía helénica es sorprendente (y podría explicarse porque, nacido en Alejandría, no viajara jamás a Grecia, un país que, en aquellos tiempos del Bajo Imperio, era sombra ya de lo que fue en la época clásica). Su prosa es bastante desmañada y sus expresiones poco elegantes. Pero se las arregló para escribir una narración de extraordinario éxito popular. Mezcló varios ingredientes, y acentuó, por encima de los datos históricos, la inolvidable prestancia heroica de su biografiado.

Entre las fuentes que combinó para confeccionar o para zurcir hábilmente su texto, podemos destacar, en primer lugar, 1) un relato biográfico helenístico y 2) una colección de cartas de aire retórico en forma de novela epistolar. Junto a estas dos fuentes básicas se añaden otros relatos independientes de menor extensión, como son 3) las cartas sobre las maravillas y monstruos de la India (dirigidas a Aristóteles y Olimpíade), 4) las leyendas sobre Nectanebo y Candace, «novelas cortas» de origen local, 5) el coloquio con los gimnosofistas hindúes y 6) un relato antiguo sobre los últimos momentos y la muerte de Alejandro, así como su testamento, bastante bien conservado. Como se ve, son textos menores que se han unido en esta narración biográfica un tanto abigarrada. Comentemos brevemente sus rasgos.

La narración biográfica ha provisto a nuestro autor de los datos principales en el esquema de su Vida y hazañas, como son los referidos a la juventud de Alejandro y su ascensión al trono de Macedonia, y luego sus conquistas y fundaciones, y su larga marcha victoriosa por el Imperio persa, hasta el regreso a Babilonia. Es muy probable que ya en esa biografía se marcara la tendencia retórica y dramatizante de la historiografía helenística, inclinada a subrayar el efectismo de ciertas escenas. Así, por ejemplo, la del asedio y destrucción de Tebas y la de la muerte de Darío en brazos del mismo Alejandro; y acaso estarían ya en ella estampas tan curiosas como la carrera de caballos de Olimpia en que triunfa Alejandro, la discusión de los oradores atenienses sobre la rendición de Atenas, y el festín de bodas de Filipo y Cleopatra. En todo caso, ahí estaba ya ese gusto por el efectismo, en episodios inventados o embellecidos para insistir en el tópico de la favorable Fortuna o Týche del joven príncipe. Quizás también estuviera en esa biografía una invención tan inverosímil como el viaje de Alejandro a Roma y...

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