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Una estrella solo para mí

E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
310 Seiten
Spanisch
ediciones Pàmieserschienen am26.02.2024
La máxima aspiración de Leslie, mientras trabaja en Los Ángeles como asistente de la insoportable actriz Barbara Williams, es ser guionista de cine, así que cuando, de la noche a la mañana, le ofrecen el papel principal para interpretar a una diva de Hollywood en un biopic, su vida da un giro radical: ¡va a convertirse en actriz! Pero lo más sorprendente es la identidad de su coprotagonista: Rhys Hudson, el oscarizado actor... y amor de adolescencia de Leslie. El Rhys adulto se muestra como un hombre muy reservado y celoso de su vida privada; sin embargo, al reencontrarse con Leslie no tardará en descubrir que todo aquello en lo que ha basado su vida está a punto de desmoronarse, y se verá empujado a replantearse su propia existencia. Leslie comprueba que lo que un día sintió por Rhys no se ha disipado del todo, y Rhys dará muestras de que Leslie sí le importó entonces más de lo que aparentaba..., porque la pasión que empieza a despertar entre los dos es innegable, y con un rodaje en Grecia, que incluirá escenas subidas de tono, no podrán ni querrán poner freno al deseo que los embarga. Con las islas griegas y las luces de Hollywood como telón de fondo, Rhys y Leslie volverán a compartir momentos del pasado al tiempo que saldrán a la luz secretos que podrían poner en peligro su incipiente relación. Aunque... ¿y si sale bien?

Laura Maqueda nació en Sevilla, donde reside en la actualidad junto a su familia y su gata, Wendy. Es maestra por vocación y ya desde muy joven comenzó a demostrar su pasión por la escritura creando pequeñas historias en foros literarios. Animada por la insistencia de su mejor amiga, decidió contactar con el mundo editorial, y en 2015 su primera novela vio la luz. Su pasión es la novela romántica histórica, pero actualmente la contemporánea centra la temática de sus escritos y le permite seguir soñando y creando nuevas historias. En 2016 Pàmies publicó Érase una vez en Londres, que resultó un auténtico bombazo de ventas y de crítica, a la que siguieron Érase otra vez en Londres (2017), En camas separadas (2018) y La noche que bailamos juntos (2019). Una estrella solo para mí es la quinta novela de la autora en nuestra colección Phoebe.
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Verfügbare Formate
BuchKartoniert, Paperback
EUR25,78
E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
EUR4,99

Produkt

KlappentextLa máxima aspiración de Leslie, mientras trabaja en Los Ángeles como asistente de la insoportable actriz Barbara Williams, es ser guionista de cine, así que cuando, de la noche a la mañana, le ofrecen el papel principal para interpretar a una diva de Hollywood en un biopic, su vida da un giro radical: ¡va a convertirse en actriz! Pero lo más sorprendente es la identidad de su coprotagonista: Rhys Hudson, el oscarizado actor... y amor de adolescencia de Leslie. El Rhys adulto se muestra como un hombre muy reservado y celoso de su vida privada; sin embargo, al reencontrarse con Leslie no tardará en descubrir que todo aquello en lo que ha basado su vida está a punto de desmoronarse, y se verá empujado a replantearse su propia existencia. Leslie comprueba que lo que un día sintió por Rhys no se ha disipado del todo, y Rhys dará muestras de que Leslie sí le importó entonces más de lo que aparentaba..., porque la pasión que empieza a despertar entre los dos es innegable, y con un rodaje en Grecia, que incluirá escenas subidas de tono, no podrán ni querrán poner freno al deseo que los embarga. Con las islas griegas y las luces de Hollywood como telón de fondo, Rhys y Leslie volverán a compartir momentos del pasado al tiempo que saldrán a la luz secretos que podrían poner en peligro su incipiente relación. Aunque... ¿y si sale bien?

Laura Maqueda nació en Sevilla, donde reside en la actualidad junto a su familia y su gata, Wendy. Es maestra por vocación y ya desde muy joven comenzó a demostrar su pasión por la escritura creando pequeñas historias en foros literarios. Animada por la insistencia de su mejor amiga, decidió contactar con el mundo editorial, y en 2015 su primera novela vio la luz. Su pasión es la novela romántica histórica, pero actualmente la contemporánea centra la temática de sus escritos y le permite seguir soñando y creando nuevas historias. En 2016 Pàmies publicó Érase una vez en Londres, que resultó un auténtico bombazo de ventas y de crítica, a la que siguieron Érase otra vez en Londres (2017), En camas separadas (2018) y La noche que bailamos juntos (2019). Una estrella solo para mí es la quinta novela de la autora en nuestra colección Phoebe.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788410070059
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisePub Wasserzeichen
FormatE101
Erscheinungsjahr2024
Erscheinungsdatum26.02.2024
Seiten310 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse3264 Kbytes
Artikel-Nr.13988913
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe


1

1 - Ext. Terraza apartamento de Leslie (Los Ángeles, California)- Noche.

Leslie, con desánimo, sopla las velas de su último año como veinteañera. Se dice a sí misma que es afortunada después de todo, pues no está sola.

-Y⦠¡ahí va mi último año de juventud!

Con un resoplido -que sonó más como un profundo suspiro lleno de resignación- Leslie apagó la solitaria vela de cumpleaños que coronaba el muffin de chocolate que sujetaba entre los dedos.

-¡Por el amor de Dios, Leslie! -le reprochó Jenny, su vecina y mejor amiga, mientras le quitaba el muffin de la mano-. ¡No seas melodramática! Cumples veintinueve años, no ochenta.

Leslie acabó por poner los ojos en blanco al escucharla. Le daba exactamente igual lo que opinara su amiga: para ella entrar en el último año de la veintena era como firmar su sentencia de muerte. Todo el mundo sabe que, a los veintinueve, la juventud termina y a partir de ese momento la vida empieza a ir cuesta abajo. ¿Tan difícil era de entender? De no haber sido por sus amigos, que incluso la obligaron a pedir un deseo cuando apagó la vela, habría pasado aquel día como otro cualquiera. Y tan feliz de no celebrar una fecha tan fatídica para ella.

-Pues me siento como si estuviera a un paso de pertenecer al selecto club de la tercera edad -le hizo ver, notando cómo el cansancio del día se iba apoderando cada vez más de su cuerpo-. ¿Qué estás haciendo?

-¿Tú qué crees? -Jenny se recogió su larguísima melena oscura en un moño improvisado y continuó con lo que tenía entre manos-. Estoy sirviendo tus margaritas de cumpleaños.

Leslie se la quedó mirando con una ceja levantada y después echó un vistazo al reloj de pulsera que siempre llevaba. Las manecillas le indicaron que faltaban pocos minutos para la una de la madrugada.

-¿Te parece que son horas de tomar alcohol?

Jenny ni siquiera se molestó en mirarla, concentrada como estaba en verter el contenido de la jarra en tres tazas desiguales de las que usaban para desayunar.

-Oh, cariño. Siempre es buen momento para tomar alcohol, y más si estamos celebrando tu cumpleaños. ¡Bruno! -gritó hacia la cocina-. ¿Se puede saber por qué tardas tanto en traer el azúcar?

Una cabeza repleta de frondosos rizos negros apareció tras las puertas de la terraza, y, a juzgar por su expresión, había encontrado de todo menos el dichoso azúcar.

Ambas mujeres lo interrogaron con la mirada.

-¿Y bien?

-Tienes una alarmante cantidad de café instantáneo almacenado en la cocina, ¿lo sabías?

Leslie se encogió de hombros y consideró que, a esas alturas, sus amigos ya debían conocer la respuesta. Sin café, su cuerpo se negaba a funcionar, sobre todo por las mañanas, cuando solo le había robado unas pocas horas de sueño a la vigilia. Tenía que mantenerse activa de alguna manera durante el día, y la cafeína era la única droga legal a la que recurría y que, además, estaba al alcance de su bolsillo.

Bruno se dejó caer a su lado, sobre los montones de cojines que habían acumulado en el suelo de la terraza, aunque, en honor a la verdad, habría sido más correcto llamarla «balcón», puesto que sus dimensiones eran demasiado pequeñas como para considerarla de una categoría superior. El apartamento de Leslie tenía un tamaño minúsculo. Diminuto. Enano. Ni siquiera se le podía considerar un apartamento. Era más bien un⦠estudio. Un loft, como estaba de moda llamarlo, pero sin el lujo ni las comodidades de los que salen en las revistas de decoración. Tal y como estaban los precios de alquiler en Los Ángeles y dado lo justo que era su salario, le resultaba imposible aspirar a nada más. Así que su pequeño pero cuco refugio en la avenida Garland, en el culo de la ciudad, resultaba más que suficiente para ella.

Debido a la falta de metros cuadrados de la vivienda, ella, Bruno y Jenny siempre terminaban ocupando el espacio disponible en el balcón de Leslie, o en el de cualquiera de ellos, en realidad: era la suerte de compartir edificio con sus mejores amigos, puesto que también eran sus vecinos, y, además, la economía de ellos dos resultaba tan irrisoria como la de la propia Leslie.

Haciéndose sitio entre la mullida pila de cojines, Jenny se sentó al lado de Leslie que quedaba libre, y dejaba así a la cumpleañera en mitad de aquel peculiar trío.

-Bueno, ¿qué? ¿Y el azúcar?

Bruno se puso una mano en la cabeza de un modo tan teatral que a Leslie le recordó a las telenovelas de la Colombia natal de él que Bruno siempre las obligaba a ver. Y ellas accedían, claro, pues sabían que de aquella manera su amigo se sentía más anclado a sus raíces.

-¿Para qué demonios quieres el azúcar si ya has servido los margaritas? -Bruno resopló, mascullando entre dientes, y a Leslie le pareció oírle decir algo que sonó muy similar a «culicagada», pero que ella no tenía ni la menor idea de qué significaba.

Después de un día tan complicado como el que había tenido, Leslie daba gracias a los hados del destino por poner a sus amigos en su camino. Había algo familiar en regresar a casa y presenciar el continuo tira y afloja que se traían Jenny y Bruno. Era divertido ver cómo la chica de raíces coreanas y el muchacho latino se picaban el uno al otro. Aparentemente, no tenían nada que ver: mientras que la familia de Jenny llevaba décadas en Estados Unidos, la de Bruno todavía tenía que lidiar con los prejuicios del color de la piel, el idioma y las dificultades para hallar un empleo decente. Sin embargo, a los dos los unía el sentimiento de saberse unos incomprendidos, como si fueran unos bichos raros solo por el hecho de ser latinoamericano uno o tener los ojos ligeramente más rasgados otra. ¡Qué injusto era el ser humano! Lo bonito de la vida es que cada uno resulta diferente al resto. Como las distintas piezas de un puzle que, al final, siempre acaban encajando.

-La respuesta es no, pesada -contestó Bruno al cabo de un segundo-. Pero he encontrado esto. -Bruno hizo agitar un botecito de plástico cuyo interior resonó como el de unas maracas caribeñas. Leslie abrió mucho los ojos al ver de qué se trataba y se lo arrebató de las manos.

-¡Uf, no! Ni se os ocurra comeros esto.

-¿Qué narices es?

Leslie arrugó la nariz e hizo cuanto pudo por esconder el frasco de la mirada curiosa de Jenny, pero su amiga hizo gala de las artes para el taekwondo heredadas de su padre y, en un abrir y cerrar de ojos, la chica alzaba triunfante un botecito deâ¦

-¿Virutas de chocolate de colores?

Leslie resopló e intentó esconder el rostro tras la espalda de Bruno. Cuando habló, su voz apenas fue un suave murmullo.

-¿Recuerdas la tarta que prometí que te haría para tu cumpleaños?

-La tarta que⦠-Los ojos rasgados de Jenny se abrieron todo lo posible cuando comprendió a qué se refería-. ¿Me estás diciendo que eso está en tu cocina desde hace más de dos años?

Leslie se encogió de hombros como respuesta. ¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Inventarse una excusa? No era buena mintiendo, y Jenny tenía el don de descubrir siempre la verdad.

-¿Culpable?

A su lado, Bruno estalló en carcajadas.

-Es asqueroso incluso para ti, Leslie. ¡Ay!

-Cállate, Bruno. -Jenny se disponía a lanzar un nuevo cojín a la cabeza de su amigo, pero se lo pensó mejor y decidió compadecerse de él-. Te perdono, ¿vale? Pero solo porque no nos hemos comido esa porquería rancia y porque de verdad tenías la intención de cocinar para mí.

-Iba a hacerlo. ¡Te lo juro! -sollozó Leslie-. Pero es queâ¦

Bruno la rodeó con un brazo e hizo que su amiga descansara la cabeza sobre su hombro.

-Lo sabemos, pequeña.

Tras compartir una mirada cómplice con Jenny, los dos dijeron al unísono:

-¡Barbara!

Exacto. Barbara.

Barbara Williams, también conocida como «la Hija del Mal», como ella y sus amigos solían llamarla. Leslie llevaba trabajando para Barbara los últimos dos años, cuatro meses, tres días y dieciocho horas de su vida, pero tenía la sensación de que había estado atada a su lado desde que el big bang estalló y se formó el universo. Al principio no era tan malo, pero la ilusión de trabajar bajo las órdenes de la nueva estrella de Hollywood fue solo eso, una ilusión. Al cabo de pocas semanas, Barbara comenzó a mostrar el auténtico ser que era: un basilisco. Y no uno cualquiera, ¡qué va! Uno del tamaño del que aparecía en la película de Harry Potter. La dulce chica dorada del cine no era más que una tirana sin sentimientos que exigía más de lo que daba, y en varias ocasiones Leslie estuvo a punto de tirar la toalla y abandonar, pero necesitaba aquel trabajo para pagar las facturas y lograr hacer realidad su sueño de convertirse en una prestigiosa guionista.

Su paciencia infinita era lo que la mantenía aún en su puesto de trabajo. Se suponía que la habían contratado como asistente de la actriz, pero esta relacionaba el significado de la palabra «asistente» con el de «secretaria», «personal de limpieza», «recadera» y, su último favorito, «esclava». Si por Barbara hubiera sido, Leslie no comería ni dormiría: el día tenía veinticuatro horas para que Leslie la atendiera en exclusiva. Por fortuna para Leslie, Barbara a menudo se cansaba de escuchar sus propias órdenes,...

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Laura Maqueda nació en Sevilla, donde reside en la actualidad junto a su familia y su gata, Wendy. Es maestra por vocación y ya desde muy joven comenzó a demostrar su pasión por la escritura creando pequeñas historias en foros literarios.
Animada por la insistencia de su mejor amiga, decidió contactar con el mundo editorial, y en 2015 su primera novela vio la luz. Su pasión es la novela romántica histórica, pero actualmente la contemporánea centra la temática de sus escritos y le permite seguir soñando y creando nuevas historias.
En 2016 Pàmies publicó Érase una vez en Londres, que resultó un auténtico bombazo de ventas y de crítica, a la que siguieron Érase otra vez en Londres (2017), En camas separadas (2018) y La noche que bailamos juntos (2019). Una estrella solo para mí es la quinta novela de la autora en nuestra colección Phoebe.