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E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
188 Seiten
Spanisch
Siruelaerschienen am28.09.20221. Auflage
La filosofía de vida del autor de El mundo de Sofía en un ensayo que es a la vez una historia personal y un intento de entender el mundo actual. En este relato fascinante, Jostein Gaarder parte de las preguntas que se hizo de niño cuando empezó a ser consciente de la existencia del mundo -«¿No es extraño que estemos vivos? ¿Que el mundo exista?»-, y que le ayudaron a situar la Tierra en el Universo, con lo que todo ello implica, para plantearse cuestiones nuevas y urgentes relacionadas con el medio ambiente, la sostenibilidad, las relaciones humanas, la religión, el envejecimiento, la vida y la muerte. Y a través de su análisis, con la experiencia y el conocimiento que le ha dado vida y su trabajo literario, señala el que es y será nuestro reto más importante: ¿Cómo vamos a preservar la civilización humana y el sustento mismo de nuestro propio planeta? Proyecto financiado por la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura, Ministerio de Cultura y Deporte. Proyecto financiado por la Unión Europea-Next Generation EU

Jostein Gaarder (Oslo, 1952) fue profesor de Filosofía y de Historia de las Ideas en un instituto de Bergen durante diez años. En 1986 empezó a publicar libros, y en 1990 recibió el Premio de la Crítica y el Premio literario del Ministerio de Cultura noruegos por su novela El misterio del solitario (Siruela, 1995). Pero fue El mundo de Sofía (Siruela, 1994) la obra que se convirtió en un auténtico best-seller mundial e hizo de su autor una celebridad internacional. Gaarder creó la Fundación Sofía, cuyo premio anual dotó económicamente a la mejor labor innovadora a favor del medioambiente y el desarrollo.
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KlappentextLa filosofía de vida del autor de El mundo de Sofía en un ensayo que es a la vez una historia personal y un intento de entender el mundo actual. En este relato fascinante, Jostein Gaarder parte de las preguntas que se hizo de niño cuando empezó a ser consciente de la existencia del mundo -«¿No es extraño que estemos vivos? ¿Que el mundo exista?»-, y que le ayudaron a situar la Tierra en el Universo, con lo que todo ello implica, para plantearse cuestiones nuevas y urgentes relacionadas con el medio ambiente, la sostenibilidad, las relaciones humanas, la religión, el envejecimiento, la vida y la muerte. Y a través de su análisis, con la experiencia y el conocimiento que le ha dado vida y su trabajo literario, señala el que es y será nuestro reto más importante: ¿Cómo vamos a preservar la civilización humana y el sustento mismo de nuestro propio planeta? Proyecto financiado por la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura, Ministerio de Cultura y Deporte. Proyecto financiado por la Unión Europea-Next Generation EU

Jostein Gaarder (Oslo, 1952) fue profesor de Filosofía y de Historia de las Ideas en un instituto de Bergen durante diez años. En 1986 empezó a publicar libros, y en 1990 recibió el Premio de la Crítica y el Premio literario del Ministerio de Cultura noruegos por su novela El misterio del solitario (Siruela, 1995). Pero fue El mundo de Sofía (Siruela, 1994) la obra que se convirtió en un auténtico best-seller mundial e hizo de su autor una celebridad internacional. Gaarder creó la Fundación Sofía, cuyo premio anual dotó económicamente a la mejor labor innovadora a favor del medioambiente y el desarrollo.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788419419422
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisDRM Adobe
FormatE101
Verlag
Erscheinungsjahr2022
Erscheinungsdatum28.09.2022
Auflage1. Auflage
Reihen-Nr.21
Seiten188 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse1827 Kbytes
Artikel-Nr.9909415
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe




LO SOBRENATURAL
Gran parte del llamado ocultismo, es decir, ideas sobre fuerzas ocultas o fenómenos sobrenaturales, queda fuera de lo que llamamos parapsicología.

Ideas antiquísimas que dicen que la colocación de los astros en la bóveda celeste, por ejemplo en el momento de nacer, puede decir algo sobre la vida y el destino de las personas, la llamada astrología, siguen vivas y coleando. Pero aquí, como siempre en el campo de lo oculto, los límites entre fe religiosa y juegos de entretenimiento son imprecisos.

En lo que se refiere a las artes de profecía en general, merece la pena indicar que casi siempre tratan de algo que es en sí poco claro, como la colocación de las estrellas en el cielo, el vuelo de los pájaros, las líneas de la mano, el dibujo de los posos de café o el orden de las cartas en una baraja.

Personalmente, dejé de tener fe en esas cosas a los diez u once años, más o menos cuando tenía éxito como mago. Pero cuando estoy aburrido en una sala de espera, todavía me leo los horóscopos de las revistas.



Muchos de mi generación tenían una última esperanza de que hubiera algo sobrenatural en las llamativas casualidades o «coincidencias», también llamadas sincronicidades.

El concepto fue lanzado por el original psiquiatra Carl Gustav Jung, que explica el fenómeno como «simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido, pero de manera acausal», o también como «sincronicidad en el sentido especial de una coincidencia temporal de dos o más sucesos relacionados entre sí de una manera no causal, pero con igual o similar significado».

Probablemente, todos hemos experimentado algunas coincidencias asombrosas y, si se recopilan, por ejemplo, porque cubren una necesidad de algo en qué creer, puede dar la impresión de que ocurren mucho más a menudo de lo que realmente es el caso. Son como los décimos de un sorteo, en el que solo son visibles los ganadores de la lotería.

Un ensayo muy leído que trataba tanto de la parapsicología como de la sincronicidad fue el que escribió Arthur Koestler, Las raíces del azar, en donde intenta relacionar lo que muchos considerarían fenómenos sobrenaturales con la nueva física. Pretendía dar una explicación veraz a lo sobrenatural al presentar a la vez la física atómica y el mundo en sí como algo fantasmal. Hoy en día, una tentativa de ese tipo sería considerada por la mayoría de la gente como algo obsoleto. No hay nada en la física atómica que pueda indicar que «la percepción extrasensorial» sea algo real.



Otro fenómeno antiquísimo, seguramente tan antiguo como el ser humano, es el de las apariciones de seres sobrenaturales, como los espíritus de los muertos, seres divinos, ángeles o gnomos y trolls. Más recientemente, la idea de establecer contacto con los muertos se ha visto sobre todo dentro del mundo del espiritismo.

Durante las sesiones espiritistas, se ha conseguido contactar con las almas de los muertos gracias a la ayuda de un médium. Pero independientemente de esas sesiones, también existe una gran abundancia de historias sobre personas que han podido relatar apariciones espontáneas de muertos, o también de seres sobrenaturales de una realidad muy distinta.

Escribo sobre este fenómeno en el cuento El castillo de los Pirineos. Trata de Steinn y Solrun, que hace mucho tiempo vivieron juntos bajo una intensa relación amorosa. Durante un viaje en coche por el país les ocurrió algo estremecedor, algo escalofriante y endemoniado que ninguno de los dos era capaz de explicar, pero que acabaron por interpretar de un modo tan distinto que ya no podían convivir.

Después de muchos años vuelven a encontrarse justo allí, donde sucedió aquel hecho inexplicable -otra casualidad-, y sigue un diálogo entre dos visiones del mundo. Al final, ocurre otra casualidad estremecedora...

No creo que este cuento esté más a favor de las ciencias naturales de Steinn que de la interpretación espiritual de Solrun de aquello que sucedió unas décadas atrás, y aquí es en cierto modo Solrun quien tiene la última palabra.

Para mí el relato trata sobre todo de que las personas pueden tener numerosas ideas relacionadas con sus creencias, y que a veces podemos «ver» incluso un poco más de lo que en realidad nos rodea.



En una ocasión hablé de estas cuestiones con una buena amiga de la que jamás sospecharía que fuera supersticiosa. Pero ella pensaba que no debía estar tan seguro, y me contó un poco a regañadientes la siguiente historia, cada vez más llena de emoción:

Durante algún tiempo lo había pasado muy mal debido a la ruptura de una relación amorosa, y se había ido a pasar unos días a una vieja cabaña en la montaña. Un día echó un vistazo por la ventana y de pronto vio clarísimamente a dos personas que pasaban por el prado de delante de la casa, una un poco más alta que la otra, pero las dos bajas y como salidas de un antiguo cuento. Las siguió unos segundos con la mirada, y desaparecieron.

Lo del tamaño de las figuras lo tenía muy claro, porque fuera colgaba una cuerda de tender que se mecía a poco más de un metro del suelo, y las dos criaturas habían pasado por debajo de la cuerda sin tener que agacharse.

La escuché atentamente. La mujer había conseguido recrear ese extraño ambiente que rodeaba lo que relataba, me pareció que había contado una historia bonita, conmovedora, y estaba convencido de que me había contado la verdad.

Al cabo de un rato le pregunté:

-¿Crees que habrías podido filmar lo que viste si hubieras tenido a mano una cámara?

Aquello sucedió mucho tiempo antes de los smartphones.

Permaneció un rato inexpresiva antes de sacudir la cabeza vagamente y decir:

-No, tal vez no...

Era como si poco a poco fuera entendiendo algo.

Si no lo veo, no lo creo, decimos. Pero no siempre necesitamos creerlo.

No mienten todos los que dicen haber visto un fantasma.



También El enigma y el espejo, que escribí mucho antes de que ninguno de vosotros hubierais nacido, tiene una historia dentro de la historia, más o menos como aquel reloj del campanario del viejo cuadro que colgaba sobre el piano de mis abuelos.

Cecilie Skotbu está enferma, yace en su habitación, y es bastante seguro que va a morir. En torno a ella vamos conociendo a sus padres, a su hermano Lasse, a sus abuelos maternos y a su amiga Marianne. Pero cuando Cecilie está sola en su habitación, sobre todo por la noche, recibe también la visita del ángel Ariel.

Ariel intenta entender cómo es ser una persona de carne y hueso, y Cecilie, por su parte, intenta que Ariel le desvele algunos secretos celestiales. Así se desarrolla poco a poco un encuentro entre el cielo y la tierra, el tiempo y la eternidad...

¿Pero Cecilie se encuentra realmente con un ángel, y el autor de la historia cree realmente en esas cosas? Esta es una pregunta a la que he tenido que contestar un sinfín de veces, lo que en el fondo nunca ha supuesto un gran desafío.

Jamás se me ha ocurrido pensar que esa historia presupone una fe en los ángeles. Ese encuentro poco frecuente entre el cielo y la tierra perfectamente puede tener lugar en la mente de Cecilie, por ejemplo mientras duerme. Ella está además muy medicada, y el contraste entre el tiempo y la eternidad es igualmente válido.

En ese proceso de escritura hubo por tanto dos factores importantes: Los demás miembros de la familia nunca debían ver a Ariel, claro está. Eso habría estropeado todo el cuento. Y lo más importante de todo: Tenía que procurar que el ángel hablara y razonara siempre dentro del marco de las ideas y pensamientos que pudieran aparecer en la propia conciencia de Cecilie.

Cecilie tiene una (falsa) idea de que Ariel posee una conciencia independiente, o que es un ser independiente. Se puede comparar con ese hombre alto que en mi sueño me encontré en un sendero del bosque. Ese «adivinador de pensamientos» no podría haberme dicho más sobre el número de galaxias del universo de lo que yo -en el mejor de los casos- hubiera sido capaz de recordar. Y Ariel no podría desvelar «secretos celestiales» que Cecilie no fuera capaz de entender. Por esta razón también ese interrogatorio que le hace al ángel va un poco despacio. Cecilie pregunta más de lo que Ariel es capaz de contestar.

Le hace al ángel una serie de preguntas muy complicadas, y se asombra con algunas de las respuestas que el ángel le da. O tal vez, a la larga, sea Cecilie la que se asombra a sí misma.



En muchos de mis libros aparece una dimensión fantástica de ese tipo. Porque siempre me he sentido fascinado por la imaginación de las personas. Pero toda imaginación es la imaginación de alguien. Este sencillo principio me ha servido de norma literaria.

Siempre he tenido que «aterrizar» la dimensión imaginaria del cuento en una determinada persona. De esa manera, se introduce en lo fantástico un aspecto psicológico o sensorial. Donde falta ese anclaje, el resultado no es más que fantasía, lo que supone un género literario desdibujado y sin marcos que nunca me ha interesado mucho.



Tuve una relación más cercana con mi amiga después de escuchar lo que contó sobre la intensa visión que había tenido de las dos criaturas que pasaron por delante de la cabaña. El cuento dejó al descubierto algo de su psique, algo personal que también tocaba otra cosa profundamente común a los seres humanos.

Y quizá con la fantasía ocurre...

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Autor

Jostein Gaarder (Oslo, 1952) fue profesor de Filosofía y de Historia de las Ideas en un instituto de Bergen durante diez años. En 1986 empezó a publicar libros, y en 1990 recibió el Premio de la Crítica y el Premio literario del Ministerio de Cultura noruegos por su novela El misterio del solitario (Siruela, 1995). Pero fue El mundo de Sofía (Siruela, 1994) la obra que se convirtió en un auténtico best-seller mundial e hizo de su autor una celebridad internacional. Gaarder creó la Fundación Sofía, cuyo premio anual dotó económicamente a la mejor labor innovadora a favor del medioambiente y el desarrollo.