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La Tierra de Ana

E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
192 Seiten
Spanisch
Siruelaerschienen am17.10.20131. Auflage
«¡Por fin ha llegado! Un buen libro literario sobre el desafío medioambiental. Es un libro pensado para lectores jóvenes pero que, como ocurre con todos los libros infantiles del autor, también es muy apto para adultos curiosos y libres de prejuicios. Es un pronóstico temible el que nos presenta este libro, pero como en todos los libros de Gaarder también hay optimismo, alegría y un poco de misterio. Porque todo lo que ocurre en 2082 no es más que un mal sueño. ¿O no lo es?»Ellen Hambro, Dirección General del Clima y la Contaminación «Veinte años después de conquistar nuestro planeta con la historia de Sofía, Jostein Gaarder nos presenta ahora a Ana, una nueva y joven heroína. A pesar de parecerse entre ellas, las diferencias que hay entre ambas son de lo más interesante. Tanto Ana como Sofía son chicas jóvenes, curiosas e idealistas, que dan vueltas a las grandes preguntas sobre la vida y el mundo.»Marta Norheim, NRK El 12 de diciembre de 2012, por su cumpleaños, la joven Ana recibe como regalo un antiguo anillo familiar con un rubí. Piensa en las personas que vivieron en la Tierra antes que ella, y sabe que mucho de lo que sueña o imagina le llega desde otra realidad, tal vez desde otra época. Un día sueña que está con su propia bisnieta Nova, que vive en el año 2082, cuando la Tierra ha perdido ya gran parte de su riqueza: el mar ha subido de nivel, se han destruido grandes ecosistemas y han desaparecido miles de especies de plantas y animales. Alarmada, Ana, después de haber tenido este sueño visionario, intentará junto con su amigo Jonás advertir del peligro para prevenir la catástrofe, buscando soluciones a la enorme emisión de gas CO2, el desproporcionado abuso que hacemos del petróleo, la deforestación, etc. Ana cuenta con muy poco tiempo. Pero quizá ese anillo de cumpleaños tenga más importancia de lo que parece... La Tierra de Ana es la historia de lo que podría suceder en nuestro planeta si no empezamos a usar la razón y a aceptar nuestra responsabilidad como ciudadanos del mundo.

Jostein Gaarder (Oslo, 1952) fue profesor de Filosofía y de Historia de las Ideas en un instituto de Bergen durante diez años. En 1986 empezó a publicar libros, y en 1990 recibió el Premio de la Crítica y el Premio literario del Ministerio de Cultura noruegos por su novela El misterio del solitario (Siruela, 1995). Pero fue El mundo de Sofía (Siruela, 1994) la obra que se convirtió en un auténtico best-seller mundial e hizo de su autor una celebridad internacional. Gaarder creó la Fundación Sofía, cuyo premio anual dotó económicamente a la mejor labor innovadora a favor del medioambiente y el desarrollo.
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Verfügbare Formate
TaschenbuchKartoniert, Paperback
EUR21,50
E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
EUR7,99

Produkt

Klappentext«¡Por fin ha llegado! Un buen libro literario sobre el desafío medioambiental. Es un libro pensado para lectores jóvenes pero que, como ocurre con todos los libros infantiles del autor, también es muy apto para adultos curiosos y libres de prejuicios. Es un pronóstico temible el que nos presenta este libro, pero como en todos los libros de Gaarder también hay optimismo, alegría y un poco de misterio. Porque todo lo que ocurre en 2082 no es más que un mal sueño. ¿O no lo es?»Ellen Hambro, Dirección General del Clima y la Contaminación «Veinte años después de conquistar nuestro planeta con la historia de Sofía, Jostein Gaarder nos presenta ahora a Ana, una nueva y joven heroína. A pesar de parecerse entre ellas, las diferencias que hay entre ambas son de lo más interesante. Tanto Ana como Sofía son chicas jóvenes, curiosas e idealistas, que dan vueltas a las grandes preguntas sobre la vida y el mundo.»Marta Norheim, NRK El 12 de diciembre de 2012, por su cumpleaños, la joven Ana recibe como regalo un antiguo anillo familiar con un rubí. Piensa en las personas que vivieron en la Tierra antes que ella, y sabe que mucho de lo que sueña o imagina le llega desde otra realidad, tal vez desde otra época. Un día sueña que está con su propia bisnieta Nova, que vive en el año 2082, cuando la Tierra ha perdido ya gran parte de su riqueza: el mar ha subido de nivel, se han destruido grandes ecosistemas y han desaparecido miles de especies de plantas y animales. Alarmada, Ana, después de haber tenido este sueño visionario, intentará junto con su amigo Jonás advertir del peligro para prevenir la catástrofe, buscando soluciones a la enorme emisión de gas CO2, el desproporcionado abuso que hacemos del petróleo, la deforestación, etc. Ana cuenta con muy poco tiempo. Pero quizá ese anillo de cumpleaños tenga más importancia de lo que parece... La Tierra de Ana es la historia de lo que podría suceder en nuestro planeta si no empezamos a usar la razón y a aceptar nuestra responsabilidad como ciudadanos del mundo.

Jostein Gaarder (Oslo, 1952) fue profesor de Filosofía y de Historia de las Ideas en un instituto de Bergen durante diez años. En 1986 empezó a publicar libros, y en 1990 recibió el Premio de la Crítica y el Premio literario del Ministerio de Cultura noruegos por su novela El misterio del solitario (Siruela, 1995). Pero fue El mundo de Sofía (Siruela, 1994) la obra que se convirtió en un auténtico best-seller mundial e hizo de su autor una celebridad internacional. Gaarder creó la Fundación Sofía, cuyo premio anual dotó económicamente a la mejor labor innovadora a favor del medioambiente y el desarrollo.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788415937685
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisDRM Adobe
FormatE101
Verlag
Erscheinungsjahr2013
Erscheinungsdatum17.10.2013
Auflage1. Auflage
Reihen-Nr.19
Seiten192 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse1332 Kbytes
Artikel-Nr.2974998
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe

El doctor Benjamín

Seis años después, Ana está sentada con sus padres en la antigua casa de troncos de madera. Hace horas que oscureció, y su padre ha encendido todas las velas que hay sobre la repisa de la chimenea y en el alféizar. Es 10 de diciembre y solo faltan dos días para que ella cumpla 16 años.

Sus padres están sentados en el sofá mirando la televisión. Están viendo una película sobre el Pacífico, un cuento para mayores de la época de los veleros. ¿O es un documental sobre uno de esos capitanes famosos del siglo XVIII? Ana no está segura, solo lo sigue a medias.

Está sentada delante de la mesa de comedor mirando de reojo las imágenes del Pacífico que se ven en la pantalla. Tiene en la mano unas grandes tijeras y está recortando algo de un montón de periódicos.

En el mes de agosto, Ana había empezado el primer curso del bachillerato, y al cabo de solo unos días conoció a Jonás, que iba un curso por delante de ella. Desde el primer momento hicieron buenas migas y durante unos días estuvieron jugando a ser novios, casi como un juego de rol; pero poco a poco se fueron dando cuenta de que eran novios de verdad.

Ana tenía delante una taza grande de té y sonreía hacia sus adentros. ¡Con qué rapidez podía cambiar la vida!

Para algo sí estaba bien preparada. ¡Hoy había recibido por fin el viejo anillo que había pertenecido a la tía Sunniva! Desde hacía mucho tiempo sabía que lo iba a heredar cuando cumpliera 16 años. Pero la entrega había tenido lugar este día, porque su madre se iba de viaje temprano a la mañana siguiente para participar en un congreso. Prepararon una cena especial. Su madre había comprado en la pastelería una tarta de mazapán con una rosa roja encima, y después de la cena, entregaron a Ana el anillo con el antiguo rubí guardado en un viejo joyero. Ana lo llevó puesto toda la noche, y mientras recortaba los periódicos miraba el valioso anillo cuatro o cinco veces por minuto.

La joya tenía más de cien años, algunos opinaban que muchos cientos, y encerraba un montón de emocionantes historias.

En su decimosexto cumpleaños le habían regalado además ese nuevo smartphone que tanto deseaba. Pero, por muy estupendo que fuera, había quedado un poco ensombrecido por esa magnífica pieza heredada. Por otro lado, era increíble que con solo tocar la pantalla tuviera acceso a todo Internet.

Sin embargo, lo más curioso de este otoño había sido el viaje a Oslo a mediados de octubre, aunque todo había empezado un poco antes.

Desde que Ana era pequeña, le decían siempre que tenía una imaginación muy viva. Si le preguntaban en qué estaba pensando, era capaz de explayarse con interminables historias, y nadie veía nada malo en ello. Pero esa primavera empezaron a aparecer algunas historias que en la mente de Ana se vivían como verdaderas y reales. Ella pensaba que se trataba de algo que recibía tal vez de otros tiempos, o incluso de otra realidad.

Al final, se dejó convencer para mantener unas charlas con una psicóloga, y esas charlas continuaron durante el otoño. La psicóloga le dijo que le gustaría que la examinara un psiquiatra de Oslo. Ana no tenía nada que objetar al respecto. No le parecía que tuviera nada de qué avergonzarse, e incluso estaba dispuesta a considerar un honor ser examinada por un psiquiatra.

Pero exigió viajar sin sus padres, y Jonás se ofreció a acompañarla. No obstante, sus padres insistieron en que uno de los dos la acompañaría. Se llegó entonces a una solución intermedia: iría con Jonás, pero también los acompañaría su madre si les prometía viajar en otro vagón del tren.

A primera hora de la tarde, los tres viajeros acudieron al Hospital General, donde Ana tenía cita con el psiquiatra. A los otros dos no se les permitió entrar en la consulta, al menos no al principio, y Ana se dio cuenta de que su madre lo sintió como una gran derrota. Le habría gustado mucho participar en ese examen del alma de su hija, pero tuvo que resignarse a permanecer con Jonás en la sala de espera.

A Ana el doctor Benjamín le cayó bien desde el primer momento. Era un hombre de entre 50 y 60 años, con el pelo largo y algo canoso recogido en una coleta. En el lóbulo de una oreja llevaba una minúscula estrella de color azul violeta, y del bolsillo del pecho de la americana negra asomaba un rotulador rojo. Tenía una mirada chistosa y la observaba todo el rato con gran interés mientras hablaban.

Ana se acordó de lo primero que le dijo el psiquiatra después de que se hubiesen saludado y cerrado la puerta de la sala de espera. Le dijo que tenía suerte ese día, porque de repente habían cancelado la cita inmediatamente siguiente a la suya. Así podrían estar más tiempo juntos.

El sol entraba en la habitación pintada de blanco, y Ana miró hacia fuera, a las hojas rojas y amarillas de los árboles. En un momento, en el transcurso de la conversación, vio una ardilla subiendo y bajando de un pino a gran velocidad.

-Sciurus vulgaris -exclamó Ana-. O ardilla común. Pero en Inglaterra ya no es tan común. Allí la ardilla rojiza está siendo sustituida por la ardilla gris americana.

El psiquiatra la miró asombrado, y Ana pensó que tal vez lo hubiera impresionado con sus conocimientos de la naturaleza. Cuando él se volvió en el sillón para ver a la ardilla, ella se fijó en la fotografía de una mujer muy hermosa en un marco rojo colocado sobre el escritorio. ¿Su hija o su esposa? Ana decidió preguntarle, pero al instante él se volvió de nuevo, haciendo sombra a la foto, y ella se olvidó del tema.

Ana se había preguntado cómo sería un examen psiquiátrico. No resultaba fácil imaginarse que un psiquiatra le mirara el interior de la cabeza, pensaba que sobre todo le escrutaría los ojos con un instrumento óptico, porque se decía que los ojos eran el espejo del alma. Se había imaginado que tal vez también intentara verle la cabeza a través de los oídos, la nariz o la boca, porque un psiquiatra es un médico de verdad, y no solo un psicólogo. Ana no sabía hasta qué punto creía en esas fantasías, solo habían dado vueltas en su cabeza como pequeños fragmentos de película, pero de lo que sí tenía verdadero miedo era de que él la hipnotizara para conseguir vaciarle el alma de todos sus secretos. Esperaba poder librarse de la hipnosis, porque no le gustaba la idea de perder el control de sí misma y revelar todos sus secretos. Más valdría que el psiquiatra se empleara a fondo con sus instrumentos.

¡Pero se habían limitado a charlar! El psiquiatra le hizo muchas preguntas interesantes y la conversación se animó tanto que Ana se permitió hacerle algunas preguntas a él. ¿Qué tal él? ¿También le ocurrían de vez en cuando historias curiosas que podía compartir con su entorno? ¿También había soñado alguna vez que era otra persona? Y, por cierto, ¿sus sueños habían resultado ser reales en alguna ocasión?

Al cabo de un buen rato, el doctor Benjamín resumió la conversación.

-Ana -dijo-, no veo ningún indicio de que estés enferma. Tienes una imaginación inusualmente poderosa, y una curiosa capacidad de imaginarte situaciones que no has vivido. Eso puede resultarte agotador a veces, pero no es una enfermedad.

Lo mismo pensaba ella. Estaba cien por cien segura de no padecer ninguna enfermedad. Por si acaso, le recordó no obstante al médico que a veces se creía sus propias imaginaciones. Dijo tener la sensación de que cosas que ella pensaba e imaginaba no era algo que naciera dentro de ella, sino algo que le llegaba de fuera.

El psiquiatra asintió con la cabeza.

-Creo haberlo entendido -dijo-. Puedes tener una imaginación tan desbordante que te resulta imposible creer que eres tú quien ha inventado todo. Pero tener imaginación es una cualidad humana que en mayor o menor grado todo el mundo posee. Todos sueñan. Lo que ocurre es que no todo el mundo se acuerda a la mañana siguiente de lo que ha soñado. Es sobre todo en este punto en el que al parecer tú tienes una capacidad fuera de lo normal. Traes contigo lo que sueñas por la noche…

Ana se había esmerado en poner todas las cartas sobre la mesa.

-Pero, al mismo tiempo, algunas veces tengo la sensación de que los sueños me llegan de otra realidad o de otros tiempos.

El psiquiatra volvió a asentir con la cabeza.

-También la capacidad de tener distintas ideas sobre lo religioso es algo que subyace en lo más profundo de nuestra naturaleza. Siempre ha habido personas que han tenido la experiencia de haber estado en contacto con poderes sobrenaturales, como dioses, ángeles o antepasados. Algunos incluso han afirmado haber visto con sus propios ojos seres más o menos sobrenaturales. Esta capacidad de creer puede resultar más intensa en unas personas que en otras. Lo mismo ocurre con otras clases de diferencias entre los seres humanos. Algunos son mejores que la gran mayoría en ajedrez o en cálculo mental. Otros son casi insuperables en cuanto a imaginación o ideas religiosas, y en esta categoría es probable que Ana Nyrud se encuentre entre los mejores.

Ana volvió a mirar la luz del sol, que brillaba en las hojas polícromas de los árboles.

-Sin embargo, si creyeras que todas las abejas o abejorros de tu jardín están dirigidos por la CIA y que zumban por tu casa con el único fin de espiarte, entonces puede que padecieras una grave enfermedad mental.

Ella lo...

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