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El peso de las apariencias

E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
160 Seiten
Spanisch
HERDER EDITORIALerschienen am30.04.20241. Auflage
Comunicarse correctamente es un elemento fundamental a la hora de relacionarse con los demás: la primera impresión es de hecho decisiva para la evolución de la relación interpersonal. Pero ¿qué importancia tiene conocer y dominar los componentes que entran en juego en el primer encuentro? En este ensayo, Stefano Bartoli y Lara Ventisette nos guían para comprender los mecanismos psicológicos detrás de una sonrisa o de un apretón de manos; mecanismos que conciernen tanto a quienes sonríen o extienden la mano como a quienes observan la sonrisa o el apretón de manos. Nos hacen comprender lo necesario que es guiar el encuentro, controlando el tono de voz, las expresiones faciales, la postura y la vestimenta. Pero también preparando el escenario en el que pueda tener lugar este primer contacto. A través de la comunicación empática podemos aprender a gestionar la historia que enviamos al mundo, en lugar de sufrirla, estructurándola en función de las situaciones e interlocutores, y también de nuestros objetivos.

Stefano Bartoli es licenciado en Psicología y especialista en hipnosis. Desde 2010 trabaja como formador en el Centro de Terapia Estratégica y colabora con el profesor Nardone en actividades de asesoría y formación. Es, además, coach personal e imparte clases sobre comunicación estratégica en universidades de distintos países.
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Verfügbare Formate
TaschenbuchKartoniert, Paperback
EUR17,50
E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
EUR9,99

Produkt

KlappentextComunicarse correctamente es un elemento fundamental a la hora de relacionarse con los demás: la primera impresión es de hecho decisiva para la evolución de la relación interpersonal. Pero ¿qué importancia tiene conocer y dominar los componentes que entran en juego en el primer encuentro? En este ensayo, Stefano Bartoli y Lara Ventisette nos guían para comprender los mecanismos psicológicos detrás de una sonrisa o de un apretón de manos; mecanismos que conciernen tanto a quienes sonríen o extienden la mano como a quienes observan la sonrisa o el apretón de manos. Nos hacen comprender lo necesario que es guiar el encuentro, controlando el tono de voz, las expresiones faciales, la postura y la vestimenta. Pero también preparando el escenario en el que pueda tener lugar este primer contacto. A través de la comunicación empática podemos aprender a gestionar la historia que enviamos al mundo, en lugar de sufrirla, estructurándola en función de las situaciones e interlocutores, y también de nuestros objetivos.

Stefano Bartoli es licenciado en Psicología y especialista en hipnosis. Desde 2010 trabaja como formador en el Centro de Terapia Estratégica y colabora con el profesor Nardone en actividades de asesoría y formación. Es, además, coach personal e imparte clases sobre comunicación estratégica en universidades de distintos países.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788425450945
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisePub Wasserzeichen
FormatE101
Erscheinungsjahr2024
Erscheinungsdatum30.04.2024
Auflage1. Auflage
Seiten160 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse1852 Kbytes
Artikel-Nr.14565537
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe


3. Los procesos de influencia

«La comunicación no es lo que decimos, sino lo que llega a los demás».
THORSTEN HAVENER
Sé lo que piensas, 2013

Cuando hablamos de los procesos de influencia del efecto «primera impresión», nos referimos a la tendencia a atribuir a los demás determinadas cualidades, formulando implícitamente juicios antes de los primeros intercambios comunicativos.

Buena parte de este mecanismo se produce gracias a una percepción inmediata de lo que la persona experimenta, y no a través de procesos cognitivos conscientes. Esto significa que las sensaciones experimentadas también influyen en la formación de los juicios posteriores, desencadenando el proceso que nos lleva a construir la imagen que nos hacemos de los demás (Sirigatti et al., 2008).

De lo expuesto hasta aquí se desprende que ha llegado el momento de poner de relieve todas las maniobras necesarias para gestionar de manera eficaz nuestra primera impresión.

Sin embargo, antes de adentrarnos en los detalles técnicos, conviene subrayar algunos puntos esenciales que nos ayudarán a comprender mejor el funcionamiento de todos los procesos perceptivo-emocionales y de comunicación que constituyen la base de las técnicas para causar una buena primera impresión.

En el éxito del primer encuentro, ya sea con un desconocido o con una multitud, intervienen muchos factores que se entrecruzan en dinámicas articuladas e interdependientes.

Los términos «comunicación» y «comportamiento» deben considerarse aquí como sinónimos, porque los elementos de la pragmática, además de las palabras y de sus significados, son los hechos no verbales concomitantes y el lenguaje del cuerpo. Además del habla, todas las acciones del comportamiento personal han de considerarse comunicación, y toda la comunicación, incluido el contexto en que esta se produce, influye en el comportamiento personal (Watzlawick et al., 1967).

Sería utópico tratar el tema de la presentación de nosotros mismos como si fuésemos individuos aislados del contexto en el que esta se desarrolla; sin tener en cuenta que, desde los primeros momentos de una nueva interacción, se manifiestan los cinco axiomas de la comunicación humana, produciendo efectos concretos.

Aunque remitimos a un tratamiento más exhaustivo, vamos a enumerarlos a continuación a modo de recordatorio. Primer axioma: «no se puede no comunicar»; segundo axioma: «toda comunicación tiene un aspecto de contenido y un aspecto de relación»; tercer axioma: «la naturaleza de una relación depende de cómo se pautan las secuencias de comunicación entre los comunicantes»; cuarto axioma: «la comunicación humana está compuesta de códigos analógicos y digitales»; quinto axioma: «todos los intercambios comunicativos son simétricos o complementarios dependiendo de si se basan en la igualdad o en la diferencia».

Ante todo, debemos tener en cuenta que toda la dinámica conductual manifestada en la interacción es un mensaje comunicativo, ya que no pueden no existir los «no comportamientos».

El hombre sentado a un abarrotado mostrador en un restaurante, con la mirada perdida en el vacío, o el pasajero de un avión que permanece sentado con los ojos cerrados, comunican que no desean hablar con nadie o que alguien les hable. (Watzlawick et al., 1967)

También hay que considerar el aspecto relacional de la comunicación como marco de referencia metacomunicativa, que da significado al aspecto de contenido, de manera coherente o de manera ambigua.

Imaginemos, por ejemplo, que nos presentan a un interlocutor desconocido que, con un tono inexpresivo, aire distraído y mirando hacia otro lado, nos dice: «Encantado de conocerte».

Nuestra percepción estará muy influida por la manera en que se ha elaborado la frase, es decir, por la forma; y será precisamente esta última la que determinará el aspecto relacional.

Hay que tener en cuenta, además, la puntuación de las secuencias de comportamiento entre los comunicadores, ya que es la que organiza su modo de actuar.

Para aclararlo mejor, podemos pensar en las veces en que llamamos «líder» a una persona que actúa de una determinada manera en un grupo, y «seguidora» a otra persona, aunque, bien pensado, es difícil decir cuál está antes o cuál sería la definición de una si no existiera la otra.

Asimismo resulta útil recordar que los dos modelos, el analógico y el digital, utilizados por los seres humanos en la comunicación, poseen una sintaxis y una semántica diferentes.

El lenguaje digital se caracteriza por una sintaxis lógica eficaz y compleja, pero carece de una semántica adecuada en el ámbito relacional, mientras que el lenguaje analógico posee una semántica, pero carece de una sintaxis adecuada para definir de una forma no ambigua la naturaleza de la relación.

Como confirmación de esto puede resultar útil observar que en la interacción entre desconocidos con una sonrisa se puede expresar comprensión o desprecio; igualmente, la reserva puede ser una manifestación de indiferencia o bien de desprecio. De hecho, la comunicación analógica no especifica cuál de los dos significados es el correcto, mientras que la comunicación digital carece de un léxico idóneo para definir lo que ocurre en la relación (Watzlawick et al., 1967).

Por último, la interacción que se inicia entre dos interlocutores puede basarse en un modelo simétrico o en un modelo complementario. Cuando prevalece el modelo simétrico, se produce entre los interlocutores un reflejo conductual y una reducción de las diferencias. El modelo complementario, en cambio, se caracteriza porque uno de los interlocutores adopta una posición superior, mientras que el otro se mantiene en una posición inferior. También contribuyen a que la relación entre dos personas que interactúan sea simétrica o complementaria tanto las diferencias entre los estilos relacionales de ambos como el contexto social y cultural.

Esa dinámica resulta evidente si pensamos que al iniciar una nueva interacción un interlocutor no impone voluntariamente al otro una relación complementaria (o simétrica), sino que cada uno se comporta de tal manera que influye en el comportamiento del otro, en una reciprocidad constante que va dibujando el significado de cada uno; significado que podrá cambiar con el tiempo.

Esa relación, simétrica o complementaria, está vehiculada sobre todo por la comunicación no verbal.

Al margen de las numerosas fórmulas sobre cuál es el mejor modo de presentarse a un desconocido, hay que insistir en la incesante labor que realiza nuestro cerebro para crear realidades percibidas que tengan que ver, ante todo, con nuestras experiencias y expectativas emocionales.

Sin embargo, los estudios sobre la comunicación no verbal coinciden en considerar esencial la utilización estratégica de los actos comunicativos que más influyen en la percepción que el otro tiene de nosotros, tanto en los primeros contactos como en la continuación de la relación.

Desde un punto de vista del funcionamiento psicológico, la moderna neurociencia ha demostrado que más del 80% de nuestras actividades humanas se desarrolla al margen de nuestro pensamiento (Koch, 2012), y que la milenaria supremacía atribuida a la conciencia elevada sobre la inconsciencia primitiva es solo una cuestión de lógica o un autoengaño del ser humano para hacerse la ilusión de poder, gracias a la razón, dominar todo lo que hay fuera y dentro de sí mismo.

Investigadores de la talla de Joseph LeDoux (2002), António Damásio (2010) e incluso antes Michael Gazzaniga (1999), considerado el padre de la neurociencia moderna, han revelado en trabajos replicables y validados posteriormente por un número cada vez mayor de neurocientíficos los mecanismos por los que la mente antigua, esto es, el paleoencéfalo, es en buena parte «impermeable» a la influencia del telencéfalo, esto es, la corteza cerebral.

Esto indica que los procesos cognitivos y el pensamiento consciente tienen poca capacidad de modificar las dinámicas típicas de nuestras sensaciones más atávicas, como el miedo, el dolor, la rabia o el placer, que solo responden a experiencias reales vividas o evocadas.

Esta introducción es fundamental, porque todo lo que se expondrá a continuación tiene que ver no tanto con procesos lógicos y racionales como con procesos de influencia activa de sensaciones y percepciones.

También es necesario aclarar que nuestros sentimientos nunca son puros, pues están influidos por distintos factores como el estado de ánimo, las experiencias vividas anteriormente, los esquemas adquiridos de respuesta automatizada y la perspectiva desde la que se mira, se escucha, se toca o se huele algo (Nardone, 2019).

Las acciones que surgirán de las sensaciones creadas y estimuladas no serán el resultado de decisiones conscientes, sino el resultado de una interacción entre las peculiaridades del individuo y el estímulo que activará los sentimientos.

Por otra parte, lo único que podemos hacer en este caso es controlar y dominar el tipo de estímulo que hay que inducir para crear en el otro el efecto sensorial deseado.

Finalmente, debemos prestar atención al hecho de que el efecto «primera impresión» es producido, en más del 80% de los casos, por la comunicación no verbal y por el reconocimiento de formas exteriores.

Estos dos elementos han permitido a la humanidad sobrevivir durante milenios y, por tanto, son connaturales al ser...

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Autor

Stefano Bartoli es licenciado en Psicología y especialista en hipnosis. Desde 2010 trabaja como formador en el Centro de Terapia Estratégica y colabora con el profesor Nardone en actividades de asesoría y formación. Es, además, coach personal e imparte clases sobre comunicación estratégica en universidades de distintos países.