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La parcelación del cielo

E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
312 Seiten
Spanisch
Rey Learerschienen am10.02.20121 (NED)
Blaise Cendrars cerró con La parcelación del cielo la tetralogía autobiográfica que emprendiera tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Convencido de que los seres capaces de volar son los más interesantes de la creación, se empeña en buscar al santo de mayor pericia levitadora para ofrecérselo como patrón de la aviación a su hijo Rémy, piloto de las fuerzas aliadas muerto en combate. Así encuentra a san José de Cupertino, tan lego en inteligencia como docto por los aires gracias a su capacidad de ¡volar hacia atrás!. En esta novela de amor a los pájaros, que salta de París a Brasil para hallar a un misántropo que ha encontrado una nueva constelación denominada 'La torre Eiffel sideral', Blaise Cendrars conjuga la ficción con su propia biografía para formular un ejercicio surrealista donde rotura los confines del cielo. Traducida ahora por primera vez al español, este libro original e inclasificable esconde un canto al amor y a la libertad y una crítica ponderada y serena a la Francia que apenas opuso resistencia a la ocupación perpetrada por las tropas de la Alemania nazi. Un período en el que gran parte de la intelectualidad francesa convivió en paz con el enemigo, mientras Cendrars se veía obligado a esconderse como un topo para burlar la muerte.

Blaise Cendrars (La Chaux-de-Fonds, cantón de Neuchâtel, Suiza, 1887 - París, 1961) Blaise Cendrars es el nombre empleado por el escritor suizo en lengua francesa Frédéric-Louis Sauser. De niño residió con su familia en Egipto, Nápoles y Basilea. Matriculado por su padre en la Escuela de Comercio de Neuchâtel, a los 16 años emprende una huida a Rusia, en donde hasta 1907 trabajó como joyero en San Petersburgo; allí un funcionario de la Biblioteca Imperial le animó a hacerse escritor. Las muertes de su amante Hélène Kleinmann y de su madre le borran del mundo hasta que en 1909 reaparece convertido en un estudiante de literatura, medicina, música... Viaja a Londres, deambula por París, regresa a San Petersburgo y salta a Nueva York, en donde publicó en 1912 su primer poema, al que seguiría en 1913 Prosa del Transiberiano y de la pequeña Jeanne de Francia. Durante la Primera Guerra Mundial perdió el brazo derecho cuando luchaba en la Legión Extranjera. Instalado en París -la que siempre será su ciudad-, frecuentó a Guillaume Apollinaire, Marc Chagall, Fernand Léger, Amedeo Modigliani, Arthur Cravan y Jean Cocteau, con quien fundaría Éditions de la Sirène. En 1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial, trabajó como corresponsal de guerra para el ejército británico. Muy crítico con la rendición francesa a la ocupación alemana, se exilió en Aix-en-Provence y durante tres años se negó a escribir. Tras ese largo silencio publicó El hombre fulminado (1945), La mano cortada (1945), Bourlinguer (1948) y La parcelación del cielo (1949), que forman una tetralogía donde la ficción se confunde con su realidad autobiográfica. Regresó a París en 1950, donde moriría once años después.
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Produkt

KlappentextBlaise Cendrars cerró con La parcelación del cielo la tetralogía autobiográfica que emprendiera tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Convencido de que los seres capaces de volar son los más interesantes de la creación, se empeña en buscar al santo de mayor pericia levitadora para ofrecérselo como patrón de la aviación a su hijo Rémy, piloto de las fuerzas aliadas muerto en combate. Así encuentra a san José de Cupertino, tan lego en inteligencia como docto por los aires gracias a su capacidad de ¡volar hacia atrás!. En esta novela de amor a los pájaros, que salta de París a Brasil para hallar a un misántropo que ha encontrado una nueva constelación denominada 'La torre Eiffel sideral', Blaise Cendrars conjuga la ficción con su propia biografía para formular un ejercicio surrealista donde rotura los confines del cielo. Traducida ahora por primera vez al español, este libro original e inclasificable esconde un canto al amor y a la libertad y una crítica ponderada y serena a la Francia que apenas opuso resistencia a la ocupación perpetrada por las tropas de la Alemania nazi. Un período en el que gran parte de la intelectualidad francesa convivió en paz con el enemigo, mientras Cendrars se veía obligado a esconderse como un topo para burlar la muerte.

Blaise Cendrars (La Chaux-de-Fonds, cantón de Neuchâtel, Suiza, 1887 - París, 1961) Blaise Cendrars es el nombre empleado por el escritor suizo en lengua francesa Frédéric-Louis Sauser. De niño residió con su familia en Egipto, Nápoles y Basilea. Matriculado por su padre en la Escuela de Comercio de Neuchâtel, a los 16 años emprende una huida a Rusia, en donde hasta 1907 trabajó como joyero en San Petersburgo; allí un funcionario de la Biblioteca Imperial le animó a hacerse escritor. Las muertes de su amante Hélène Kleinmann y de su madre le borran del mundo hasta que en 1909 reaparece convertido en un estudiante de literatura, medicina, música... Viaja a Londres, deambula por París, regresa a San Petersburgo y salta a Nueva York, en donde publicó en 1912 su primer poema, al que seguiría en 1913 Prosa del Transiberiano y de la pequeña Jeanne de Francia. Durante la Primera Guerra Mundial perdió el brazo derecho cuando luchaba en la Legión Extranjera. Instalado en París -la que siempre será su ciudad-, frecuentó a Guillaume Apollinaire, Marc Chagall, Fernand Léger, Amedeo Modigliani, Arthur Cravan y Jean Cocteau, con quien fundaría Éditions de la Sirène. En 1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial, trabajó como corresponsal de guerra para el ejército británico. Muy crítico con la rendición francesa a la ocupación alemana, se exilió en Aix-en-Provence y durante tres años se negó a escribir. Tras ese largo silencio publicó El hombre fulminado (1945), La mano cortada (1945), Bourlinguer (1948) y La parcelación del cielo (1949), que forman una tetralogía donde la ficción se confunde con su realidad autobiográfica. Regresó a París en 1950, donde moriría once años después.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788492403981
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisDRM Adobe
FormatE101
Verlag
Erscheinungsjahr2012
Erscheinungsdatum10.02.2012
Auflage1 (NED)
Reihen-Nr.46
Seiten312 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse2485 Kbytes
Artikel-Nr.3089401
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe

PRÓLOGO
CIELO ES UN LUGAR DONDE NUNCA,
NUNCA PASA NADA


«Los Santos, los Niños, las Flores y las Aves, los locos, esos bienes gratuitos que nos vienen de no se sabe dónde, esporádicos e inocentes. Sin ellos, la vida sería imposible».

BLAISE CENDRARS, La parcelación del cielo

EL PRIMER LIBRO DE CENDRARS que cayó en mis manos fue una edición francesa de bolsillo de La parcelación del cielo. Era el año 2003, fue una recomendación con préstamo que devoré, más por amor al prescriptor que por interés en un autor hasta entonces desconocido. Durante estos años he leído más libros de Cendrars, pero ninguno ha causado en mí tanto impacto como éste. «Será por el enamoramiento», me dije, «lo leí en un rapto amoroso», me repetí, «mi juicio sobre este libro nunca será objetivo», añadí aún a sabiendas que todo juicio es subjetivo y los míos, más aún. «No aguantará una segunda lectura», concluí, con cierta tristeza.

Me equivoqué en casi todo. Este libro sigue siendo un libro extraordinario, aparentemente desordenado, abocetado e irregular, con un aliento poético poco común que se desgrana en enumeraciones, letanías, descripciones aterradoras, humor y amor a raudales, que yo no he encontrado en ninguno de sus otros libros, menos aún en su poesía. Un libro escrito a impulsos feroces, como en un rapto de amor.

Un libro loco, un libro niño, un libro flor, un libro pájaro. Un libro santo y levitador que vuela entre aviadores, hijos muertos en el aire, aves y pequeños pájaros libadores, constelaciones antiguas y constelaciones nuevas. Entre los incesantes bombardeos. Y, como san José de Cupertino, uno de los personajes que en él aparecen, unas veces vuela hacia adelante y otras, hacia atrás.

Los libros de Cendrars, y más aún los llamados autobiográficos -El hombre fulminado, La mano cortada, Trotamundear y La parcelación del cielo-, están siempre entreverados con su vida y sus viajes. No está de más, pues, que nos acerquemos, en grandes trazos, a lo que fue la existencia imprecisa de este hombre fabuloso e «inflamado», poseído por la vida, calificado de aventurero y, como tal, siempre en busca de un país inexistente para la cartografía pero inabarcable en su corazón: el país de las letras, la escritura.

Hijo de un hombre de negocios y de una mujer con ciertas veleidades artísticas, Frédéric-Louis Sauser nace el 1 de septiembre de 1887 en La Chaux-de-Fonds, en el cantón suizo de Neuchátel. Su infancia, tal y como se lee en sus libros, trancurre de un lugar a otro: Egipto, Nápoles, Basilea, Alemania, hasta que en 1901 su padre lo matricula en la Escuela de Comercio de Neuchátel para que siga sus pasos. Imposible. Dice la leyenda que, en 1904, se escapó por la ventana de la casa familiar para viajar a Moscú y San Petersburgo como aprendiz de un joyero. Y allí permanece hasta 1907, en plena efervescencia revolucionaria, enamorado de las piedras preciosas, de la poesía, de los libros que leía en la biblioteca Imperial, de su libertad y de una joven rusa, Héléne Kleinmann, que no tardaría en convertirse en fantasma pues, según el escritor Cendrars, se la mataron por revolucionaria. A ciencia cierta, poco se sabe de esa muerte, aunque la realidad parece estar más cerca del suicidio -un tema recurrente en la obra de Cendrars- que del asesinato político.

Otra muerte, la de su madre, hace que desaparezca del mundo hasta 1909, en que intenta estudiar de nuevo: literatura, medicina, música... Devora sin criterio aparente todo libro que llega a sus manos de estas disciplinas y de otras, como la patrología latina. En 1910 actúa de figurante en la Monnaie de Bruselas, pero también está en Londres y en París, regresa a San Petersburgo con la familia de su amada, y viaja a Nueva York. Allí, en abril de 1912, firma su primer poema con el seudónimo Blaise Cendrart que luego se convertiría en Cendrars, un nombre adecuado para alguien que se consume al crear -Blaise, de braise, brasa, y Cendrars, de cendre, ceniza- una y otra vez, y, como el ave fénix, resurge de sus cenizas cada vez que se reaviva la llama. Ese mismo año se instala en París, donde fundará una editorial y empezará a frecuentar a Apollinaire, Chagall, Léger, Modigliani, Archipenko, Cravan y a los Delaunay. Muchos de ellos, fascinados por sus ojillos pequeños y vivarachos y su nariz contundente no dudarán en retratarlo.

Hasta aquí, el arte: simbolismo, escuela de París, disputas en los cafés, alcohol, el extraordinario poema-cuadro La prosa del transiberiano y de la pequeña Jehanne de Francia, una composición que firma junto a Sonia Delaunay, la admiración hacia Rémy de Gourmont, siempre su maestro, cuyos libros se aprende casi de memoria.

A partir de aquí, una boda con Féla Poznanska, la polaca con la que mantenía una relación desde 1909 y que le dio tres hijos -Odilon, Rémy y Miriam-, y, sobre todo, la guerra: en 1914 se alista en el ejército francés y participa en la ofensiva de Somme y Champaña donde en 1915, debido a una herida fatal, han de amputarle el brazo derecho, aquel con el que escribía.

La divisa nervaliana, «Je suis l'autre», que Cendrars había adoptado en 1912 con la veleidad del hombre inquieto, ávido de experiencias artísticas, se convierte en necesidad: el escritor diestro se convierte, con esfuerzo, en escritor zurdo. Dolorido y renegado, ha sepultado su mano perdida bajo las cenizas de los cadáveres calcinados de sus compañeros de batalla. A partir de entonces, Frédéric-Louis dejará de existir y el otro, Blaise, continuará viviendo, viajando siempre hacia la luz, escapando de la oscuridad, del gran saco de carbón en que la guerra ha convertido el mundo. Es ahora cuando, del hombre mutilado nace el escritor extraordinario y «desplegado», según su amigo y admirador Henry Miller, que le consideraba «el más gregario de los hombres y sin embargo un solitario (.) hombre de profunda intuición e invencible lógica. La lógica de la vida. La vida primero y ante todo». Aquel que -y sigo citando a Miller, capítulo III dedicado a Blaise Cendrars de Los libros de mi vida- «rindiendo culto a la vida y a la verdad de la vida, se acerca más que cualquier autor de nuestros tiempos a revelar la fuente común de las palabras y los hechos. Restaura a la vida contemporánea los elementos de lo heroico, lo imaginativo y lo fabuloso».

El año 1916, el de su nacionalización como ciudadano francés, es calificado por él mismo de terrible. Estancias en Biarritz, Cannes, Niza, y en la primavera de 1917 regreso a París. Acostumbrado ya a su mano izquierda, comienza un periodo de escritura sin fin en la que retoma el aliento interrumpido por la guerra, pero interesado ya en otras aventuras: el cine -Cocteau, Gance-, el teatro y la edición. En La Siréne se encarga de reeditar los Cantos de Maldoror y publica su Antología negra, una colección de relatos africanos de tradición oral. Poco, como de costumbre, va a durar el sedentarismo: en 1924 embarca hacia Brasil, que será, desde entonces, su tierra prometida, el país de la utopía, donde el escritor se mezcla con «los hombres que realmente ama, los hombres que lucharon a su lado en las trincheras y a los que vio barrer como ratas, los gitanos de la Zona con los cuales convivió en los buenos días de antes, los estancieros y otras figuras del escenario sudamericano, los porteros, los conserjes, los mercaderes, los camioneros y "gente sin importancia"» (Henry Miller dixitt). No sólo es la gente lo que fascina a Cendrars, también la naturaleza salvaje, ubérrima, palpitante y libre, llena, llenita de aves y estrellas nuevas en un cielo que parece ser el reverso del de Europa, infestado de bombas, aviones y santos. Regresa a París en unos meses y se pone manos a la obra: en 1925, Grasset publica El oro, una novela que había comenzado años antes y que le dará cierta fama entre el gran público. En 1926 vuelve a Brasil y a su regreso publica, entre otros libros, Moravagine. En 1927 hace su último viaje a la tierra de los pájaros mil-colores.

Hasta que la guerra regresó a buscarlo, siguieron las publicaciones incesantes, casi un premio Goncourt y una nueva vía para su escritura, el reportaje literario, al que se dedicó con creciente interés hasta el fin de sus días. El primero de todos, Rhum. L'aventure de Jean Galmot, fue publicado por Vu, pero a este siguieron trabajos similares para Excelsior, Paris-Soir, y un viaje a Hollywood, con reportaje incluido, para supervisar la adaptación al cine de El oro.

Blaise Cendrars, macuto, cámara y cuaderno de notas en mano, recorrió los grandes escenarios de los primeros años de la Segunda Guerra Mundial como corresponsal de guerra para el ejército inglés. La rendición de Francia en 1940 le desespera y le asusta de tal manera que se exilia en Aix-en-Pro-vence, esperando que nadie le conozca, destruyendo sus papeles y ocultándose de los alemanes. Reaparece en 1943 pero, en ese tiempo, no ha dejado de escribir: se publican sus poesías completas en 1944; en 1945 aparece el primer volumen de sus llamadas autobiografías, El hombre fulminado, mientras su hijo Rémy muere en Marruecos en un accidente aéreo; en 1946 el segundo volumen de memorias, La mano cortada; en 1948, el tercero, Trotamundear y, al fin, en julio de 1949, La parcelación del cielo.

Sesenta y dos años ya, dos guerras, una mano olvidada por el camino, los compañeros de lucha y los...

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Autor

Blaise Cendrars(La Chaux-de-Fonds, cantón de Neuchâtel, Suiza, 1887 - París, 1961)Blaise Cendrars es el nombre empleado por el escritor suizo en lengua francesa Frédéric-Louis Sauser. De niño residió con su familia en Egipto, Nápoles y Basilea. Matriculado por su padre en la Escuela de Comercio de Neuchâtel, a los 16 años emprende una huida a Rusia, en donde hasta 1907 trabajó como joyero en San Petersburgo; allí un funcionario de la Biblioteca Imperial le animó a hacerse escritor. Las muertes de su amante Hélène Kleinmann y de su madre le borran del mundo hasta que en 1909 reaparece convertido en un estudiante de literatura, medicina, música... Viaja a Londres, deambula por París, regresa a San Petersburgo y salta a Nueva York, en donde publicó en 1912 su primer poema, al que seguiría en 1913 Prosa del Transiberiano y de la pequeña Jeanne de Francia. Durante la Primera Guerra Mundial perdió el brazo derecho cuando luchaba en la Legión Extranjera. Instalado en París -la que siempre será su ciudad-, frecuentó a Guillaume Apollinaire, Marc Chagall, Fernand Léger, Amedeo Modigliani, Arthur Cravan y Jean Cocteau, con quien fundaría Éditions de la Sirène. En 1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial, trabajó como corresponsal de guerra para el ejército británico. Muy crítico con la rendición francesa a la ocupación alemana, se exilió en Aix-en-Provence y durante tres años se negó a escribir. Tras ese largo silencio publicó El hombre fulminado (1945), La mano cortada (1945), Bourlinguer (1948) y La parcelación del cielo (1949), que forman una tetralogía donde la ficción se confunde con su realidad autobiográfica. Regresó a París en 1950, donde moriría once años después.
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Victorio, Juan
Übersetzung
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Casas [Robla], María
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