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Una familia moderna

E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
Spanisch
Nórdica Libroserschienen am13.05.20241. Auflage
Cuando los hermanos Liv, Ellen y Håkon, junto con sus parejas e hijos, se reúnen alrededor de la mesa en algún lugar de las afueras de Roma para celebrar el 70 cumpleaños de papá y abuelo Håkon se produce un terremoto silencioso. Siguen la conmoción y la incredulidad, mientras los tres hijos adultos intentan hacer frente a la decisión de sus padres. No solo afecta su relación como hermanos, sino que resuena en los hogares que han construido para ellos mismos, además de obligarlos a reconstruir su narrativa compartida sobre su educación y su historia familiar. Helga Flatland escribe magistralmente esta historia, con una rara perspicacia psicológica, humor y un impulso narrativo casi cinematográfico.

Helga Flatland (Flatdal, 1984) Es una de las autoras más premiadas y leídas de Noruega. Su debut Quédate si puedes. Leave If You Must (2010) recibió excelentes críticas y la estableció como una de las autoras noruegas más prometedoras. Tuvo un gran éxito con la novela Una familia moderna (2017). A las pocas semanas de su publicación, la novela había vendido 20.000 copias. Ha ganado los premios: Premio al Primer Libro de Tarjei Vesaas, Premio de la Crítica Joven y el Premio Amalie Skram 2015. '
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Verfügbare Formate
TaschenbuchKartoniert, Paperback
EUR25,50
E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
EUR9,99

Produkt

KlappentextCuando los hermanos Liv, Ellen y Håkon, junto con sus parejas e hijos, se reúnen alrededor de la mesa en algún lugar de las afueras de Roma para celebrar el 70 cumpleaños de papá y abuelo Håkon se produce un terremoto silencioso. Siguen la conmoción y la incredulidad, mientras los tres hijos adultos intentan hacer frente a la decisión de sus padres. No solo afecta su relación como hermanos, sino que resuena en los hogares que han construido para ellos mismos, además de obligarlos a reconstruir su narrativa compartida sobre su educación y su historia familiar. Helga Flatland escribe magistralmente esta historia, con una rara perspicacia psicológica, humor y un impulso narrativo casi cinematográfico.

Helga Flatland (Flatdal, 1984) Es una de las autoras más premiadas y leídas de Noruega. Su debut Quédate si puedes. Leave If You Must (2010) recibió excelentes críticas y la estableció como una de las autoras noruegas más prometedoras. Tuvo un gran éxito con la novela Una familia moderna (2017). A las pocas semanas de su publicación, la novela había vendido 20.000 copias. Ha ganado los premios: Premio al Primer Libro de Tarjei Vesaas, Premio de la Crítica Joven y el Premio Amalie Skram 2015. '
Details
Weitere ISBN/GTIN9788410200425
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisePub Wasserzeichen
FormatE101
Erscheinungsjahr2024
Erscheinungsdatum13.05.2024
Auflage1. Auflage
SpracheSpanisch
Dateigrösse2342 Kbytes
Artikel-Nr.14736026
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe



ELLEN

La carne sangra, el líquido rojo se escurre entre las fibras del filete de ternera cuando lo pincho con el tenedor. Me esfuerzo por no compararla con la sangre con la que me desperté esta mañana, grandes manchas rojas en las sábanas y en la ropa interior y en los muslos. Mi cuerpo se rebela contra mí, le dije a Simen cuando retiré la sábana mientras él aún estaba en la cama. Ni lo intentes, dice mi cuerpo, te voy a demostrar que cuanta más esperanza tengas, más fuerte te diré que no, ni de coña, dije rápido y en voz baja. No lloré, a diferencia del mes pasado.

El mes pasado, hace exactamente veintinueve días, amanecimos con un cielo cubierto de nubes, lluvia y frío en Oslo.

Los rayos de sol que entraban por la ventana mientras me duchaba esta mañana, el olor del mar y el aroma especiado de la naturaleza que nos rodea en Italia hicieron que la derrota fuera más fácil de llevar. Al fin y al cabo es el cumpleaños de mi padre, le dije a Simen después de limpiarme la sangre y la primera decepción en la ducha. Tengo que hacer como si no pasara nada, así que por qué no reprimirlo. Me dijo que sí, y que disfrutaríamos lo máximo posible de ese día. Me abrazó durante un buen rato y me pareció poder oler la desilusión en su cuello inclinado.

Me solté de su abrazo y salí de la habitación sin mirarle a los ojos. Subí a la cocina y Hedda fue la primera que me miró. Intenté dejar de mirarla, no perder la compostura, porque ella siempre me recuerda lo que me falta. Durante este último año he estado tan furiosa con Hedda que no sabía qué hacer. Me viene de repente, de forma brusca y explosiva, y tengo que alejarme. Es inaceptable. Ni siquiera se lo he dicho a Simen, porque sé lo injusto, mezquino y vergonzoso que es. Hoy le he hecho mermelada, más que nada para hacer rabiar a Liv. He echado demasiada azúcar, que es la cosa que más miedo les da a Liv y a Olaf del mundo. Y por una vez me ha venido bien estar con ella, acariciarle el pelo y la piel, tan suaves, que disfrutara tanto de la mermelada tan exageradamente dulce que había hecho solo para ella.

Comprarme un bolso de cinco mil coronas también me ha ayudado a tener la conciencia ocupada en otra cosa. Y también dejar a Simen solo en casa con mi familia y que se pasara la mañana jugando con Simen y Hedda en la piscina, la salida más fácil, pero aun así. Me ha ayudado pasear por la plaza del casco antiguo y comprar carne y verduras con Liv, me ha ayudado hablar de otras cosas, de la cena, de que papá de verdad cumplía setenta años. Recuerdo que de pequeña pensaba en qué aspecto tendría de viejo, dijo Liv. Cómo sería cuando tuviera setenta años, concretamente, porque entonces sería viejo de verdad. Puede que ni siquiera contara con que fuera a vivir tanto tiempo, prosiguió. Y resulta que está igual que siempre.

Yo no estoy de acuerdo en que papá esté igual que siempre. Se ha convertido en una versión reforzada de sí mismo, una caricatura, de alguna manera, como traté de explicarle a Simen antes del viaje a Italia. Le pasa a la mayoría de la gente, dijo Simen. Al final, lo queramos o no, nos convertimos en una parodia de nosotros mismos. Me pregunto por qué ocurre eso, le dije, si será porque vamos a morir pronto y tenemos que dejar una huella profunda antes de desaparecer, para que quienes se quedan nos recuerden mejor. Simen se echó a reír, no me atrevo a imaginarme cómo serás tú a los setenta, me dijo, si ya eres una caricatura desde mucho antes. Pero con la edad uno se vuelve más egocéntrico, así que tal vez ni siquiera me dé cuenta, añadió.

Simen y yo llevamos un poco más de un año juntos, y todavía me siento patéticamente aliviada cuando hablamos de un futuro lejano que me incluye a mí y nos incluye a los dos. Es el único que ha conseguido crear en mí un miedo a que me dejen. En anteriores relaciones, una parte de mí siempre mantenía la esperanza de que el chico con el que estaba se hartara de mí, deseaba más inseguridad y no la dependencia y falta de autonomía propias de un cachorrillo. Ahora me gustaría tener más confianza en Simen, confiar en que se quedará conmigo a pesar de que mi cuerpo nos está boicoteando, pero Simen no me da garantías.

Me sorprendió que accediera a venir a Italia con mi familia. Nunca he tenido claro si le caen bien, siempre parece estar nervioso e incómodo, sobrecompensa y se vuelve quisquilloso y posesivo cuando estamos con ellos, sobre todo si está presente mi padre. He intentado hacer bromas al respecto, le he dicho que no tiene que competir con mi padre si es lo que está haciendo, pero esa es una de las pocas cosas que a Simen no le hacen gracia y con las que al parecer no puedo hacer ningún chiste. ¿No te puedo tocar delante de tu familia, o qué?, me preguntó. Normalmente tiene otros planes si le pregunto si quiere ir a cenar con mis padres o participar en otras actividades que conlleven pasar tiempo con mi familia. Al principio me parecía raro, otros novios que había tenido tenían casi más ganas que yo de estar con mis padres, pero al final comprendí que probablemente le pasara lo mismo que a mí: me cae bien la familia de Simen, pero prefiero a la mía.

Pero ahora está aquí, conmigo y con ellos, en Italia, para celebrar el setenta cumpleaños de mi padre. Llevo todo el viaje sintiendo cambios en el cuerpo, he sentido que algo se aferra dentro de mí y empieza a crecer, que me duelen los pechos, que tengo náuseas, ya no me apetece tomar café, tengo ganas constantes de hacer pis, todos los síntomas que he leído que se tienen durante las primeras semanas de embarazo. Esta vez he estado muy segura. Puede que, sobre todo para convencer a Simen, que ha empezado a desanimarse, haya conseguido convencerme a mí también. Mira, toca, le decía y le ponía la mano alrededor de uno de mis pechos, ¿a que está más grande, como a punto de explotar? Después le ponía la mano en la parte baja de mi vientre, que lleva varios días haciendo unos ruidos esperanzadores.

Es agotador esperar un mes tras otro. De los últimos seis meses no recuerdo apenas nada que no sea esperar. Sé que he hecho mucho más, entre otras cosas escribir uno de los discursos más importantes del año del consejo de ministros, un discurso que muy probablemente tuviera resultados visibles en las encuestas de la semana siguiente. También he pasado las Navidades con Simen por primera vez, celebramos el Año Nuevo en Nueva York y me emocioné cuando Simen se sacó una botellita de champán sin alcohol del bolsillo de la camisa a media noche. He hablado con mamá, la he ido a ver y me he reído con ella, también con papá, mis hermanos y mis amigos, la vida ha seguido su curso como de costumbre, pero cuando echo la vista atrás, todo se desdibuja, me parece irrelevante. Lo único que recuerdo con claridad es la espera y las decepciones. Poco a poco todo eso se mezcla con el miedo a lo que va mal, la absoluta imposibilidad de que sea cosa mía, la idea de Simen y yo sentados en una habitación blanca donde un médico con una bata blanca que nos dice que el problema soy yo: Por desgracia tienes un cuerpo que no es compatible con la creación de una nueva vida y, por lo tanto, resulta superfluo, un producto defectuoso.

Esa imagen me aparece en las retinas con regularidad, especialmente durante los dos últimos meses, a pesar de que Simen hace todo lo posible por ser comprensivo, dice que sucederá, que no hay que estresarse, que es normal intentarlo durante mucho más tiempo que nosotros. Pero también veo que ha buscado en Google problemas de fertilidad, y la última vez que me bajó la regla vi que había buscado «embarazada menopausia». Simen es tres años menor que yo, yo tengo treinta y ocho, lo que tácitamente supone una mayor presión para nosotros, para mí. Tenemos que formar una familia rápido, antes de que sea demasiado tarde.

Al mismo tiempo sé que no debería estresarme, es algo que se repite en todos los foros y en todas las páginas web, que es menos probable quedarse embarazada si el cuerpo está estresado. He leído de cabo a rabo los foros de madres de los que antes me burlaba y he absorbido la experiencia de mujeres que cuentan que se quedaron embarazadas cuando menos se lo esperaban, que justo cuando nos habíamos rendido y relajado me quedé embarazada, etc. Me da vergüenza pensar en todos los consejos que he seguido este último año, en la cantidad de cosas que me he tomado y en todas las posturas raras en las que he dormido, aunque sé que no tiene ningún sentido. Simen se ríe de mí, y yo le he dicho que no pasa nada por probar, pero le he prometido que iré al médico si esta vez tampoco funciona.

Es el cumpleaños de papá y llevo todo el día reprimiendo la verdad, alejando esa idea de mi mente, manteniendo la distancia, pero después de tomarme las dos primeras copas con alcohol de estas vacaciones, las primeras desde hace varios meses, ante la mirada indiferente de Simen, ya no soy capaz de mantener a raya la rabia y la pena. Apenas he seguido la conversación de la mesa, no sé de qué hablan, he escuchado a medias el discurso demasiado elaborado y lleno de lugares comunes que Liv le dedica a papá, que ahora termina y me mira insegura y le ha dedicado tanto tiempo y esfuerzo que no puedo evitar sonreír para darle ánimos a pesar de que va en contra de mi principio fundamental de no hacer elogios o reconocimientos no merecidos. Trato de recomponerme, doy grandes tragos de agua, miro a Simen, que ha bebido más vino que yo y que está de un buen humor exagerado. Miro a mamá, que más que nada parece inquieta, con esa expresión que siempre se le queda...

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Autor

Helga Flatland (Flatdal, 1984) Es una de las autoras más premiadas y leídas de Noruega. Su debut Quédate si puedes. Leave If You Must (2010) recibió excelentes críticas y la estableció como una de las autoras noruegas más prometedoras. Tuvo un gran éxito con la novela Una familia moderna (2017). A las pocas semanas de su publicación, la novela había vendido 20.000 copias. Ha ganado los premios: Premio al Primer Libro de Tarjei Vesaas, Premio de la Crítica Joven y el Premio Amalie Skram 2015. '