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Consejos de supervivencia para padres adoptivos

E-BookEPUB0 - No protectionE-Book
200 Seiten
Spanisch
HERDER EDITORIALerschienen am27.03.20131. Auflage
¿Los padres adoptivos necesitan consejos distintos de los que se dan a los padres de niños no adoptados? ¿Se trata realmente de su 'supervivencia', como supone el título algo dramatizante de este libro? Nosotros pensamos que la respuesta a ambas preguntas es 'sí'. El número de adopciones se ha incrementado extraordinariamente durante los últimos años. Muchas de estas familias no tienen más problemas que los habituales propios de la vida. Sin embargo, una parte de estos padres adoptivos se ven envueltos, junto con sus hijos, en un drama para el que no están preparados. Para estas familias 'al borde de un ataque de nervios', Christel Rech-Simon y Fritz B. Simon, terapeutas y padres de dos hijas adoptivas, ofrecen una ayuda práctica. El libro enseña a las madres y a los padres que no tienen por qué sentirse desamparados ante unas situaciones de crisis que parecen no tener ninguna solución. Todo lo contrario: se puede hacer algo aunque a veces sea diferente de lo que uno comúnmente supone y espera.mehr
Verfügbare Formate
BuchKartoniert, Paperback
EUR28,50
E-BookEPUB0 - No protectionE-Book
EUR10,99

Produkt

Klappentext¿Los padres adoptivos necesitan consejos distintos de los que se dan a los padres de niños no adoptados? ¿Se trata realmente de su 'supervivencia', como supone el título algo dramatizante de este libro? Nosotros pensamos que la respuesta a ambas preguntas es 'sí'. El número de adopciones se ha incrementado extraordinariamente durante los últimos años. Muchas de estas familias no tienen más problemas que los habituales propios de la vida. Sin embargo, una parte de estos padres adoptivos se ven envueltos, junto con sus hijos, en un drama para el que no están preparados. Para estas familias 'al borde de un ataque de nervios', Christel Rech-Simon y Fritz B. Simon, terapeutas y padres de dos hijas adoptivas, ofrecen una ayuda práctica. El libro enseña a las madres y a los padres que no tienen por qué sentirse desamparados ante unas situaciones de crisis que parecen no tener ninguna solución. Todo lo contrario: se puede hacer algo aunque a veces sea diferente de lo que uno comúnmente supone y espera.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788425431678
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format Hinweis0 - No protection
FormatE101
Erscheinungsjahr2013
Erscheinungsdatum27.03.2013
Auflage1. Auflage
Seiten200 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse1390 Kbytes
Artikel-Nr.11686711
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe




1

Introducción

1.1. ¿Para qué este libro?

¿Los padres adoptivos necesitan consejos distintos de los que se dan a los padres de niños no adoptados? ¿Y se trata realmente de su «supervivencia», como supone el título algo dramático de este libro? Nosotros pensamos que la respuesta a ambas preguntas es «sí». Pues hay familias adoptivas en las que tanto los padres como los hijos llegan a límites existenciales y, cuando menos, parece correr peligro la supervivencia psíquica de los implicados.

Para empezar, cabe destacar que eso ocurre en muy pocos casos. La mayor parte de las historias de adopción se distinguen poco o nada de las historias de las familias biológicas. Para evitar malentendidos desde el principio, cabe aclarar que este libro está pensado para aquellos padres adoptivos que se ven obligados a enfrentarse con problemas inesperados (cuando en la relación con su hijo viven un drama con el que nunca hubiesen soñado y para el cual nadie los había preparado).

No es necesario que sigan leyendo este libro los padres adoptivos que consideran que los conflictos y problemas que ocasionalmente tienen con sus hijos no son distintos de los de otras familias, ya que, en efecto, en ninguna familia es posible evitar los conflictos (etapa rebelde, pubertad, etcétera). Es probable que las dificultades de las que aquí se habla les resulten casi inconcebibles.

En términos muy generales, la pregunta de si uno educa «bien» o «mal» a sus hijos siempre afecta a la esencia de la identidad paterna. De ahí que las cuestiones educativas sean muy íntimas y emocionalmente explosivas. Cuando todo va bien con los hijos, los padres se atribuyen la responsabilidad. Al igual que las personas de su entorno, piensan que han hecho bastante bien su trabajo. Y probablemente sea verdad. Para que los niños se críen bien no es necesario que los padres hayan estudiado psicología infantil, por lo general, según lo demuestran las investigaciones, basta con que sean «padres suficientemente buenos».

Pero cuando hay problemas con los niños -cuando se producen grandes conflictos o los niños presentan problemas de conducta-, los padres se ven cuestionados (los cuestionan los demás, pero sobre todo se cuestionan ellos mismos). Pues es fácil concluir que los padres han hecho mal muchas cosas -o incluso todo- cuando los niños se «desmadran». Dado que los padres han criado a sus hijos desde que el mundo es mundo, no debería suponer un gran problema -según la opinión general- criarlos con decencia y dignidad. Así pues, cuando se llega a un «atolladero» y se busca a los culpables, la mirada recae en los padres, al fin y al cabo son ellos quienes deberían gobernar el timón. Sin embargo, parecen no estar intelectual o emocionalmente a la altura de su tarea (parecen demasiado «tontos», demasiado «negligentes», demasiado «incomprensivos», etcétera, para saber o percibir lo que necesitan los niños).

Tras ese juicio se oculta una concepción de la relación padres-hijo en la cual correcto y equivocado son los dos extremos de un espectro de conductas posibles. En un extremo se encuentra la conducta totalmente equivocada de los padres, en el otro, la absolutamente correcta. En dicho modelo, la mayoría de los padres corrientes se sitúa más o menos en el centro según su conducta, es decir, no lo hacen ni todo bien ni todo mal. Y la buena o mala educación de los niños es la prueba de ello («Todo recae siempre sobre los padres»).

Tal concepción parte de la base de que todos los niños son iguales o parecidos y, en cierto modo, tienen las mismas necesidades. Por lo tanto, en cierta manera, la relación padres-hijo debería ser siempre igual o parecida, y los padres deberían hacer siempre algo similar. De acuerdo con esta concepción, la diferencia entre «buenos» y «malos» padres o, mejor dicho, entre relaciones padres-hijo funcionales y disfuncionales, es más bien cuantitativa: los padres han brindado muy poco o demasiado amor, comprensión, atención (o lo que fuere), han puesto muy pocos o demasiados límites, han hecho valer muy poco o demasiado su autoridad, han exigido muy poca o demasiada disciplina, etcétera. Pero dicha concepción no se ajusta a las familias adoptivas en las que existen dificultades mayores. Pues cuando los padres de tales familias hacen lo que comúnmente se espera de unos «buenos padres» (y lo que ellos mismos por lo general toman como modelo), fracasan estrepitosamente.

Para ciertos hijos adoptivos, las conductas de los padres que, según el «sentido común» y las teorías pedagógicas y psicológicas, son correctas desde el punto de vista educativo, tienen consecuencias desastrosas. Desde una perspectiva externa, puede decirse que dichas conductas son equivocadas, pues por desgracia con mucha frecuencia acaban siendo una catástrofe.

En pocas palabras (que esperamos resulten claras por su radicalidad): muchas de las conductas de los padres o educadores, que son correctas para tratar a niños corrientes (tanto adoptados como naturales), resultan lisa y llanamente equivocadas para tratar a ciertos niños adoptados. Y cuanto más hacen los padres y los educadores aquello que generalmente se considera «correcto», más difícil y desesperada se torna la situación. Pero eso es algo que muy pocos saben, incluso entre los supuestos expertos. Así pues, de manera casi forzosa los padres de esa clase de niños se ven en una posición «sándwich» extremadamente difícil. Por un lado, están a merced de la conducta de su hijo, la cual a menudo les resulta imposible comprender o compartir, y, por otro lado, se enfrentan a familiares, amigos, vecinos, asistentes sociales y profesores más o menos bienintencionados, por quienes se sienten tan poco comprendidos como ellos entienden a su hijo. Todos sus buenos consejos no sirven de nada, porque parten de determinados supuestos sobre la relación padres-hijo que resultan apropiados en las familias «corrientes» con niños «corrientes», pero no en su caso.

Volvamos a situar nuestro tema en perspectiva. Si damos crédito a las estadísticas, la mayoría de las adopciones se desarrollan a satisfacción de los implicados, y sólo una pequeña parte tiene la clase de dificultades de las que deseamos hablar a continuación. Precisamente ésos son los casos que nos interesan. Queremos brindar apoyo, de manera absolutamente parcial, a las familias en las cuales la adopción se convierte en un drama. Para poder hacerlo, hemos estudiado la bibliografía especializada, hemos realizado entrevistas a familias afectadas, hemos discutido teorías y analizado las experiencias de los expertos.

Pero además del interés profesional, tenemos una razón personal para escribir este libro. Somos padres de hijas adoptivas. Lo que a primera vista nos distingue de la mayoría de los padres adoptivos es que durante largos años hemos trabajado profesionalmente con niños y familias (una como psicoterapeuta analítica infantil y juvenil, otro como terapeuta familiar sistémico), y ambos poseemos una formación psicoanalítica. Por eso tenemos ideas claras acerca de lo que sucede en la mente de un niño y acerca del modo en que funcionan las familias. Asimismo, estamos entrenados en observar con mirada crítica nuestros propios sentimientos y pensamientos al tratar con otras personas y en reflexionar sobre ellos. Pero todo nuestro entrenamiento resultó una ayuda muy limitada para enfrentar los desafíos que supuso la adopción de nuestras hijas. Hubo momentos en que no sabíamos cómo continuar, dudábamos de nuestra competencia e incluso de nosotros mismos. Eran situaciones para las que nuestra formación no nos había preparado y en las que todos los «buenos» consejos de colegas y otros expertos nos parecían en cierto modo «desatinados». Y a menudo nos sentíamos poco comprendidos por el resto del mundo, a veces incluso francamente rechazados y marginados.

En esos momentos nos habría gustado tener un libro en el que no sólo pudiésemos vernos reflejados en nuestra particular situación como padres adoptivos, sino también encontrar consejos concretos sobre qué hacer, cuándo y cómo hacerlo (respecto a la relación con nuestras hijas, los vecinos, los profesores, etcétera). Ahora nuestras hijas son adultas, y en los años transcurridos desde su adopción hemos vivido y aprendido -con dolor y con alegría- muchas cosas que a los padres adoptivos podría resultarles útil y alentador conocer.

Con todo, éste no es un libro sobre nuestras hijas, nuestro objetivo era escribir el libro que nos habría gustado tener a mano cuando -a veces al borde de la desesperación- nos veíamos en dificultades con ellas. Nuestra ventaja como profesionales terapéuticos era y es que no nos dejamos intimidar tan fácilmente como los padres «normales», vale decir, sin preparación profesional al respecto. Siempre podíamos alternar la perspectiva interna de los padres emocionalmente afectados e implicados con la perspectiva externa, algo distanciada, propia de los terapeutas que -también- trabajan con familias adoptivas, y relacionar la mirada desde uno y otro ángulo. Con este libro esperamos poder ofrecer a otros padres adoptivos ayudas muy concretas para superar con relativa calma (!), pero sobre todo con confianza, los desafíos -a veces existenciales- con los que se enfrentan o pueden enfrentarse. No nos interesa tratar el tema de la adopción en todas sus facetas psicológicas y sociológicas, lo que queremos...


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