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La Ciudad de las Damas

E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
252 Seiten
Spanisch
Siruelaerschienen am27.02.20151. Auflage
«... Nueva es La Ciudad de las Damas con su nuevo reino femenino, pues, en efecto, es la primera vez que una mujer se levanta en contra de la tradición masculina para crear una conciencia de género. Esta obra, La Ciudad de las Damas [...], construye una imagen de la mujer y de la feminidad a partir del modelaje de un pensamiento forjado en diálogo con la cultura, la de los hombres, claro, pues no había otra, tanto la cortés como la clerical, pero sorprendentemente diferente. Y la diferencia estriba en que quien habla, quien escribe, es una mujer.»Victoria Cirlot La Ciudad de las Damas, considerada una clara anticipación del feminismo moderno, corona una obra que cultiva la poesía, la historia y los temas moralizantes. La argumentación sorprende por su modernidad, abordando temas como la violación, la igualdad de sexos, el acceso de las mujeres al conocimiento, etc., que convierten a este libro en una obra capital para la historia de las mujeres y para el pensamiento occidental en el alba de los tiempos modernos.

Cristina de Pizán (Venecia, 1364-1430), hija del astrólogo de Carlos V de Francia, puede ser considerada «el primer autor profesional» de la literatura francesa. Casada a los quince años, madre de tres hijos y pronto viuda, supo aprovechar la educación recibida de su padre para denunciar la misoginia, tan corriente en su época sobre todo en los ambientes clericales.
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Verfügbare Formate
TaschenbuchKartoniert, Paperback
EUR28,58
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EUR9,99

Produkt

Klappentext«... Nueva es La Ciudad de las Damas con su nuevo reino femenino, pues, en efecto, es la primera vez que una mujer se levanta en contra de la tradición masculina para crear una conciencia de género. Esta obra, La Ciudad de las Damas [...], construye una imagen de la mujer y de la feminidad a partir del modelaje de un pensamiento forjado en diálogo con la cultura, la de los hombres, claro, pues no había otra, tanto la cortés como la clerical, pero sorprendentemente diferente. Y la diferencia estriba en que quien habla, quien escribe, es una mujer.»Victoria Cirlot La Ciudad de las Damas, considerada una clara anticipación del feminismo moderno, corona una obra que cultiva la poesía, la historia y los temas moralizantes. La argumentación sorprende por su modernidad, abordando temas como la violación, la igualdad de sexos, el acceso de las mujeres al conocimiento, etc., que convierten a este libro en una obra capital para la historia de las mujeres y para el pensamiento occidental en el alba de los tiempos modernos.

Cristina de Pizán (Venecia, 1364-1430), hija del astrólogo de Carlos V de Francia, puede ser considerada «el primer autor profesional» de la literatura francesa. Casada a los quince años, madre de tres hijos y pronto viuda, supo aprovechar la educación recibida de su padre para denunciar la misoginia, tan corriente en su época sobre todo en los ambientes clericales.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788416396252
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisDRM Adobe
FormatE101
Verlag
Erscheinungsjahr2015
Erscheinungsdatum27.02.2015
Auflage1. Auflage
Reihen-Nr.17
Seiten252 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse1504 Kbytes
Artikel-Nr.2994875
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe

Mais se les femmes eussent les livres fait

Je scay de vray qu´autrement fust de fair

Car bien scevent qu´a tort sont encoulpées.

[Si las mujeres hubiesen escrito los libros,

estoy segura de que lo habrían hecho de otra forma,

porque ellas saben que se las acusa en falso.]

Cristina de Pizán, Épistre au Dieu d´Amours (1399) vv. 417-419

 

Un nuevo reino ha comenzado

Victoria Cirlot

Así se lo anuncia Rectitud (Derechura, Droiture) a Cristina de Pizán (1368-1430) en el libro segundo de La Ciudad de las Damas: ha comenzado un nuevo reino de mujeres, diferente del antiguo, el de las Amazonas, y fundamentalmente superior, una concepción que deja traslucir el pensamiento tipológico propio de la Edad Media según el cual el Antiguo Testamento anunciaba el Nuevo, clara superación del anterior. La valoración de lo nuevo se justifica en los mismos fundamentos del cristianismo y su reivindicación para la modernidad no constituye sino una muestra de secularización más dentro de la historia de la cultura europea. Pero nueva es La Ciudad de las Damas con su nuevo reino femenino, pues, en efecto, es la primera vez que una mujer se levanta en contra de la tradición masculina para crear una conciencia de género. Esta obra, La Ciudad de las Damas (1404-1405), que se presenta hasta cierto punto como una reescritura de De claris mulieribus de Boccaccio (1361) que circulaba en traducción francesa ya en 1401 (Des Cleres et Nobles Femmes), construye una imagen de la mujer y de la feminidad a partir del modelaje de un pensamiento forjado en diálogo con la cultura, la de los hombres, claro, pues no había otra, tanto la cortés como la clerical, pero sorprendentemente diferente. Y la diferencia estriba en que quien habla, quien escribe, es una mujer.

La primera imagen que se dibuja en el libro corresponde a la de la propia autora. Vemos a la escritora en su estudio (estude) rodeada de infinidad de libros. Ha transcurrido ya gran parte del día y está muy cansada de tanta ardua lectura, la de los filósofos, la de las obras de estudio en general, esa que produce una sensación de extrema gravedad (pesanteur). Por ello, busca algo liviano que pueda distraerla (esbatre), como por ejemplo, la poesía. Pero aquel día por suerte para todos no dio con el libro de un poeta, sino que el azar (me vint d´aventure) quiso que se topara con uno raro (livre estrange) y ese fue nada más y nada menos que el Liber Lamentationum Matheoluli, una obra violentamente misógina escrita en latín en el siglo XIII y que fue traducida al francés en 1399 por Jean Le Fèvre (Lamentations). Pero la lectura no es inmediata, sino que cuando ha descubierto el libro entre tantos otros y ya lo ha elegido como su compañero de noche, tiene que dejarlo porque su madre le llama a cenar. Para que la sopa no se enfríe, Cristina interrumpe su actividad, repitiendo un gesto ampliamente registrado en la literatura europea (no voy a repetir «masculina»). La lectura será aplazada hasta el día siguiente y cuando tiene lugar, efectivamente, comprende que ha engendrado en ella un nuevo pensamiento (ot engendré en moy nouvelle pensee), pues cuando desecha el libro por considerarlo carente totalmente de interés y, decidida a no perder más tiempo, busca otros que le resulten más fructíferos, no puede deshacerse de la pregunta: ¿por qué los hombres, clérigos y otros, se dedican a insultar a las mujeres? Las ideas van y vienen, se multiplican y la inquietan tremendamente. La melancolía se apodera de Cristina y su sol negro se muestra en el gesto característico de la mano en la mejilla (ma main soubz ma joe). Y así, en esa situación sucede la siguiente escena inscrita en una caja de resonancias por todas las otras que recuerda, varía y finalmente transforma.

Escribir: la dificultad de hablar de la escritura induce al uso de metáforas. Otros ámbitos, como la carpintería, la mineralogía, la joyería, han prestado palabras y expresiones para dar cuenta de eso que es escribir. En este caso, escribir es construir y el libro es una ciudad. Cristina está predestinada a construir este libro/ciudad de las damas («un certain edifice en maniere de closture d´une cité fort maçonnée et bien ediffiee qui a toy a faire est predestinee», Libro primero, III) y las tres Damas que le van a ayudar, son las tres aguas vivas como fuentes claras (iij. eaues vives comme en fontaines cleres). Y así los útiles de la escritura se emplean para la obra de construcción dando lugar a curiosas hibridaciones en las que el mortero se coloca junto a la pluma («Coge ya tu pluma como si fuera una pala de allanar el mortero y date prisa para llevar con ardor la tarea», Libro primero, XIV). Las tres Damas ordenan el libro en tres partes: en una primera parte es Dama Razón la que ayuda a la escritora a colocar los fundamentos; en una segunda parte, Dama Rectitud interviene en la construcción de edificios y palacios, y puebla la ciudad; en una tercera parte, es Dama Justicia quien continúa con la población de los habitantes. En todos los casos, fundamentos, edificios, palacios, población, son las historias de las mujeres -bíblicas, míticas, históricas, contemporáneas- las que ejemplifican y atestiguan la querella de Cristina contra la tradición misógina. El valor, la castidad, la fidelidad matrimonial, la capacidad amatoria, y otras muchas cuestiones, son debatidas a lo largo de todo el libro en el que van desfilando mujeres y más mujeres: Fredegonda, Semiramis, las Amazonas, Pentesilea, Zenobia, Artemisia, Camila, Safo, Medea, Circe, Minerva, Dido y otras muchas más sólo en la primera parte. En la segunda, aparecen las profetisas o sibilas, las inventoras, más historias célebres como la de Griselda; las santas se reservan para la tercera y última parte. Cristina dialoga con las Damas Razón, Rectitud y Justicia, y lo hace en contra de Ovidio, Virgilio, el mismo Boccaccio, muchas veces citado, Petrarca. De entre todas estas mujeres destacaría a Dido, que de algún modo aparece como una sombra de la misma Cristina de Pizán, por ser, como ella, fundadora y constructora de una ciudad («Elle fonda et ediffa en la terre d´Auffrike une cité appellee Cartage, de laquelle fu dame et royne. Une cité fist ediffier a merveilles, belle, gran de et forte, qu´elle nomma Cartage», Libro primero, XLVI), de un modo semejante a como Ulises, el otro viajero, funciona en la Commedia como el álter ego de Dante. Aunque es muy probable que cada una de estas mujeres ofreciera a Cristina, como a sus lectoras, un espejo donde mirarse para advertir las semejanzas y diferencias, aspecto que indicaría la función didáctica de la obra, propia del género del Speculum. Destaca también el hecho de que la identidad de muchas de las mujeres -piedras de la nueva ciudad- se concreta a partir del rasgo de «ser hija de un padre», lo que constituye justamente el atributo de nuestra Cristina de Pizán. Porque, ¿quién era realmente esta mujer?

La pregunta tiene difícil respuesta, pero algunos datos contribuirán a formarnos una cierta idea. Nacida en Venecia en torno a 1365, vivió toda su vida en París a donde se trasladó su familia cuando aún era una niña. El padre, Tomás de Pizán, formado en la Universidad de Bolonia y por algunos años consejero de la República, fue invitado por el rey Carlos V como médico y astrólogo de la corte, por lo que Cristina creció en ese ambiente, junto a su padre y a la gran Biblioteca Real del Louvre que se estaba constituyendo en aquellos años y de la que ella misma hizo una descripción (Livre des Fais et Bonnes Meurs du Sage Roy Charles V, 1404). La muerte de Carlos V en 1380, significó el inicio del declive del favor de Tomás, tal y como Cristina relató en su obra autobiográfica (L´Avision de Christine, 1405). El padre murió poco tiempo después y luego también el marido, Etienne de Castel, notario y secretario del rey. Cristina se queda sola con tres hijos. En el Livre de la Mutacion de la Fortune, cuenta que cuando se encontraba en una nave junto a su marido, éste cae al mar y muere durante una tempestad. La embarcación privada de timón va a la deriva. Tiene lugar entonces la metamorfosis: Cristina se convierte en hombre («Fort et hardi cuer me trouvay/Dont m´esbahi, mais j´esprouvay/que vray homme fus devenu», vv. 1359-1361). La lectura del último verso produce estupefacción, pero hay que entenderlo bien. La autora de La Ciudad de las Damas no está renunciando a su femineidad, pero huérfana y viuda sólo le queda asumir un rol masculino que sin duda fue el que paradójicamente hizo posible la construcción de una obra feminista.

En el La Ciudad de las Damas hay una referencia que posee un gran interés, porque no sólo alude al soporte material de la escritura, es decir, al manuscrito y a su doble constitución a partir de imágenes y textos, sino a la intervención de la misma escritora en la realización. Cristina cita a una mujer pintora y miniaturista («experte et apprise a faire vigneteures d´enlimineure en livres»), Anastasia, (Anastaise) al parecer, célebre en los talleres parisinos, que de paso dice que son los mejores del mundo (souverains du monde). Alaba su excelencia, pues afirma conocerla personalmente ya que ha trabajado en algunas de sus...
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Autor

Cristina de Pizán (Venecia, 1364-1430), hija del astrólogo de Carlos V de Francia, puede ser considerada «el primer autor profesional» de la literatura francesa. Casada a los quince años, madre de tres hijos y pronto viuda, supo aprovechar la educación recibida de su padre para denunciar la misoginia, tan corriente en su época sobre todo en los ambientes clericales.
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de Pizán, Cristina
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Lemarchand, Marie-José
Hrsg.