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Los usos del alfabetismo

E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
448 Seiten
Spanisch
Capitán Swing Libroserschienen am04.04.20221. Auflage
Cuando una sociedad se vuelve más próspera, ¿pierde otros valores? ¿Se desperdician las habilidades que la educación y la alfabetización dio a millones de personas en consumir cultura pop? ¿Los medios de comunicación nos obligan a entrar en un mundo de lo superficial y lo material, o pueden ser una fuerza para el bien? Cuando Richard Hoggart hizo estas preguntas en su libro de 1957 'Los usos del alfabetismo', Gran Bretaña estaba experimentando un gran cambio social. Sin embargo, su obra histórica no ha perdido nada de su pertinencia y poder en la actualidad. Hoggart ofrece una visión fascinante de los valores estrechamente unidos que conforman las comunidades de la clase trabajadora del norte de Inglaterra y que están desapareciendo, y teje esta idea junto con sus puntos de vista sobre la llegada de una cultura de masas nueva y homogénea de influencia estadounidense. Este trabajo pionero examina los cambios en la vida y los valores de la clase trabajadora inglesa en respuesta a los medios de comunicación. Publicado por primera vez en 1957, trazó una nueva metodología en los estudios culturales basada en la interdisciplinariedad y una preocupación por cómo los textos, en este caso, las publicaciones masivas, están entretejidas en los patrones de la experiencia vivida. Mezclando experiencias personales con historia social y crítica cultural, 'Los usos del alfabetismo' anticipa el interés reciente en modos de análisis cultural que se niegan a esconder al autor detrás de la máscara de la técnica científica social objetiva. En su método y en su rica acumulación de detalles de la vida de la clase trabajadora, este volumen sigue siendo útil y absorbente. Mas allá de su éxito en ventas y de que acapara grandes titulares, este libro abrió una nueva área de estudio cultural y sigue siendo una lectura esencial, tanto como documento histórico así como análisis sobre la clase social, la pobreza y los medios de comunicación.

Sociólogo británico. Su extensa obra incluye los campos de la sociología, la literatura inglesa y los estudios culturales, con especial énfasis en la cultura popular del Reino Unido. Fue conocido tanto por su obra como por ser el fundador del Centre for Contemporary Cultural Studies en la ciudad de Birmingham. Profesor de inglés en la Universidad de Birmingham (1962-1973), de 1971 a 1975 trabajó para la UNESCO y finalmente fue rector del Goldsmiths College de la Universidad de Londres (1976-1984), antes de retirarse de la vida académica institucional.
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Verfügbare Formate
TaschenbuchKartoniert, Paperback
EUR34,24
E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
EUR11,99

Produkt

KlappentextCuando una sociedad se vuelve más próspera, ¿pierde otros valores? ¿Se desperdician las habilidades que la educación y la alfabetización dio a millones de personas en consumir cultura pop? ¿Los medios de comunicación nos obligan a entrar en un mundo de lo superficial y lo material, o pueden ser una fuerza para el bien? Cuando Richard Hoggart hizo estas preguntas en su libro de 1957 'Los usos del alfabetismo', Gran Bretaña estaba experimentando un gran cambio social. Sin embargo, su obra histórica no ha perdido nada de su pertinencia y poder en la actualidad. Hoggart ofrece una visión fascinante de los valores estrechamente unidos que conforman las comunidades de la clase trabajadora del norte de Inglaterra y que están desapareciendo, y teje esta idea junto con sus puntos de vista sobre la llegada de una cultura de masas nueva y homogénea de influencia estadounidense. Este trabajo pionero examina los cambios en la vida y los valores de la clase trabajadora inglesa en respuesta a los medios de comunicación. Publicado por primera vez en 1957, trazó una nueva metodología en los estudios culturales basada en la interdisciplinariedad y una preocupación por cómo los textos, en este caso, las publicaciones masivas, están entretejidas en los patrones de la experiencia vivida. Mezclando experiencias personales con historia social y crítica cultural, 'Los usos del alfabetismo' anticipa el interés reciente en modos de análisis cultural que se niegan a esconder al autor detrás de la máscara de la técnica científica social objetiva. En su método y en su rica acumulación de detalles de la vida de la clase trabajadora, este volumen sigue siendo útil y absorbente. Mas allá de su éxito en ventas y de que acapara grandes titulares, este libro abrió una nueva área de estudio cultural y sigue siendo una lectura esencial, tanto como documento histórico así como análisis sobre la clase social, la pobreza y los medios de comunicación.

Sociólogo británico. Su extensa obra incluye los campos de la sociología, la literatura inglesa y los estudios culturales, con especial énfasis en la cultura popular del Reino Unido. Fue conocido tanto por su obra como por ser el fundador del Centre for Contemporary Cultural Studies en la ciudad de Birmingham. Profesor de inglés en la Universidad de Birmingham (1962-1973), de 1971 a 1975 trabajó para la UNESCO y finalmente fue rector del Goldsmiths College de la Universidad de Londres (1976-1984), antes de retirarse de la vida académica institucional.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788412497755
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisePub Wasserzeichen
FormatE101
Erscheinungsjahr2022
Erscheinungsdatum04.04.2022
Auflage1. Auflage
ReiheEnsayo
Seiten448 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse1165 Kbytes
Artikel-Nr.9110621
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe



Prólogo

LYNSEY HANLEY

Los usos del alfabetismo es una de las pocas obras verdaderamente esenciales acerca de la sociedad británica que se han publicado en los últimos cincuenta años. Uno de los primeros libros a los que cualquiera con un interés perseverante por las clases sociales se acerca con intención de comprender la manera en que esta nación en apariencia igualitaria, con su atención sanitaria universal y su sistema educativo bien financiado, sigue apuntalando, sin embargo, unas rígidas divisiones sociales de generación en generación. Lo citan continuamente escritores, profesores y analistas, y se considera una fuente inagotable de referencias y recuerdos por parte de esos «legos inteligentes» para los que se escribió, que vieron por primera vez reflejadas sus experiencias y preocupaciones en letras de imprenta. Debería ser a estas alturas una reliquia del pasado, porque ningún lector dos generaciones posterior a Hoggart debería sentir que se le entrecorta la respiración al sentirse identificado con esa descripción de la infancia y la vida en un entorno de clase obrera en los años treinta. Y, aun así, a pesar de las transformaciones sociales y económicas que han tenido lugar desde su publicación en 1957, se cuentan por miles.

La suerte material de la mayor parte de la clase obrera mejoró enormemente entre la infancia de Hoggart en los años treinta y finales de los cincuenta: una época en la que los británicos, en palabras de Harold Macmillan, «nunca habían estado mejor». Pero mientras que la riqueza, en términos generales, ha seguido creciendo con el paso de las sucesivas generaciones -salarios más altos, jornadas más cortas, productos más baratos-, ha persistido un desequilibrio consistente entre la visión que tienen de la cultura popular aquellos que la producen (basura, pero no quieren otra cosa) y aquellos que la consumen (basura, pero no nos ofrecen otra cosa). Hoggart alertó con gran clarividencia de la depredación cultural que derivaría de mantener esas falsas divisiones y que no haría más que incrementarse en los cincuenta, a medida que los medios de comunicación de «masas» se hiciesen más accesibles. Dado que la educación, la salud y la riqueza de la mayoría mejoraron a lo largo de todo el siglo XX, tendríamos que estar ahora mismo más cerca que nunca de una «sociedad sin clases»; pero no es así. Todo tendría que haber cambiado a día de hoy, pero no lo ha hecho, y sabemos que muchos de los motivos por los que no lo ha hecho están en este libro.

Los usos del alfabetismo relata con ternura y agudeza la experiencia vital de las personas de clase obrera entre los treinta y los cincuenta en los centros urbanos del norte de Inglaterra; muy en particular en Leeds, Hull, Sheffield y ciudades similares, cruzadas por hileras apretujadas de viviendas adosadas construidas para alojar a los obreros de las fábricas y a sus familias a mediados del siglo XIX. Es al mismo tiempo un ensayo personal, un estudio novelístico del entorno y los personajes, un documento antropológico de valor inestimable y un poderoso relato de las heridas que inflige en la sociedad civil el rechazo colectivo a otorgar el mismo valor a todos sus miembros. Sitúa la casa, con su hogar abrasador y su atención a menudo agobiante, en el centro de la mayor parte de las vidas de clase obrera y subraya la importancia del vecindario y la familia en la formación de una cosmovisión que contradice rotundamente la ensimismada concepción marxista de la clase obrera como agente de la historia y poco más. «A sus miembros solo muy de vez en cuando les interesan teorías y movimientos», replicaba Hoggart; si una idea no se asienta en algo real y sentido, si no se ajusta a «términos personales concretos», en sus palabras, es mucho menos probable que apele a esa misma gente a la que tales ideas pretenden incitar. No es un libro que busque complacer a los intelectuales de la Nueva Izquierda de los cincuenta, no más que a los activistas obreros que no habían conocido en su vida a un obrero; esto es, a un trabajador de a pie sin afiliaciones políticas, y no a un Jude el Oscuro del todo excepcional. Si las vidas de clase obrera -cuando no estaban realizando el trabajo que definía su posición social- se vivían principalmente en el ámbito doméstico, y por y para este, ¿cómo iban a rebelarse jamás?

Poner el hogar y la posición social en el centro de su retrato tumbaba también las conjeturas de los elitistas culturales para los que una forma de arte que no apareciera en el Third Programme de la BBC (en aquellos tiempos conocido como Radio 3) no tenía valor suficiente como para documentarla y analizarla. Explorando la relevancia de postales picantonas, de las meriendas-cena de los meat teas, de las cenas de fish and chips y las revistas femeninas en el contexto de una «vida rica y plena», dignificó ese mundo soterrado sin mostrarse paternalista en ningún momento. La manera en que la gente de clase obrera creaba para sí misma una vida tolerable era con frecuencia «infantil y vulgar» en su urgencia, pero por ese mismo motivo el suyo no era un mundo «corrompido ni pretencioso». Junto con sus colegas de la crítica Raymond Williams y Edward (E. P.) Thompson, Hoggart ayudó a crear un foro académico serio en el que analizar la literatura y la sociedad atravesando las fronteras de clase, algo que terminaría conociéndose como la disciplina de los estudios culturales.

Además de tierno, el relato de Hoggart es iracundo y honesto, y se muestra hasta cierto punto inquieto, aunque no aterrado, ante el poder destructor de un rápido cambio social. Hoggart escribía en un periodo de transición entre la austeridad forzosa del racionamiento de la posguerra y el alegre consumismo de finales de los cincuenta. Vio la llegada de esa riqueza masiva bajo una luz ambivalente: como algo que liberaría a los desposeídos, pero que podía, al mismo tiempo y de formas no inmediatamente obvias, desposeerlos aún más. Vio dónde podrían surgir nuevas divisiones de clase, más basadas en nociones de gusto y de receptividad a un determinado tipo de reclamo -vigoroso y simplificado- del mercado que en el mero poder económico: anticipó cómo el esnobismo podía institucionalizarse, en lugar de desterrarse, por medio de los productos culturales populares -revistas, tabloides y programas de radio y televisión entre ellos-, que no buscaban ensanchar las mentes recién alfabetizadas, sino atender a sus gustos y aversiones preexistentes. La voz corporativa de estos nuevos productores «sin distinciones de clase» chirriaba aún más por cuanto su poderosa posición como guardianes culturales los convertía, por definición, en parte de una nueva clase dirigente no aristocrática de posguerra. No obstante, Hoggart creía también en el sentido común y la adaptabilidad de la clase obrera, y en su capacidad de coger lo que le interesara de entre esas nuevas ofertas e ignorar el resto. En los sesenta, el académico canadiense Marshall McLuhan proclamaría que el poder de los medios de comunicación de masas residía en la forma, no en el contenido, y Hoggart respondería que esto otorgaba a sus productores la responsabilidad aún mayor de ejercer ese poder con honradez e integridad.

El libro debía haberse llamado en un primer momento Los abusos del alfabetismo y, aunque Hoggart acabó optando por otro título no tan «bravucón», queda patente en su contenido que «abuso» le parece el término apropiado para lo que describe. Reserva sus ataques más furibundos para los que denomina los «publicistas de masas»: fabricantes de publicidad y publicaciones en serie cuyo propósito es crear la impresión de que «somos una piña», como uno de esos animadores de mirada desquiciada de las colonias de vacaciones Butlins, y simultáneamente inyectar «tentaciones» que «empujan a la autogratificación y a lo que podría llamarse un individualismo hedonista de grupo ». Cuanto más numeroso sea el público receptivo que puedan crear los publicistas de masas para sus pulidísimas fatuidades, mayores los beneficios. Hoggart prevé una especie de industrialización cultural en la que las personas de clase obrera -apartadas ya de porciones enormes de su legítima herencia cultural y también material- son «en algunos aspectos más vulnerables que las de otros grupos a los efectos negativos del embate de los comunicadores. [â¦] Cuesta abrirse paso por este barullo, sobre todo porque estos pregoneros son expertos en desactivar la idea subversiva de que pueda haber allí fuera otros espacios más tranquilos». Los usos del alfabetismo es una refutación contundente, muy avanzada para su tiempo, de la fuerza engañosa del posmodernismo o -por emplear el término que prefería Hoggart- del relativismo. Vio con gran claridad en qué podría traducirse la «persuasión» por parte de personas «sinceras» en la cultura de los medios de comunicación de masas: en un reclamo prolongado, tenso y agudo con el que cegarnos y ensordecernos a nosotros mismos frente a la complejidad de la verdad.

Para Hoggart, los mensajes de los publicistas de masas contemporáneos de los cincuenta -figuras que querían conquistar el corazón de ese «hombre-masa» de Ortega y Gasset- tendían...

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Autor

Sociólogo británico. Su extensa obra incluye los campos de la sociología, la literatura inglesa y los estudios culturales, con especial énfasis en la cultura popular del Reino Unido. Fue conocido tanto por su obra como por ser el fundador del Centre for Contemporary Cultural Studies en la ciudad de Birmingham. Profesor de inglés en la Universidad de Birmingham (1962-1973), de 1971 a 1975 trabajó para la UNESCO y finalmente fue rector del Goldsmiths College de la Universidad de Londres (1976-1984), antes de retirarse de la vida académica institucional.