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La Casa de las Lenguas

E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
464 Seiten
Spanisch
NOCTURNAerschienen am06.02.20231. Auflage
Asesinatos, una maldición... La Casa de Las Lenguas es la nueva novela del autor de El corredor del laberinto, un sangriento thriller de terror David Player ha hecho todo lo posible por olvidar parte de su infancia. Los asesinatos, las amenazas, el incomprensible odio que algunos sentían por su familia... Y, sobre todo, el miedo que se respiraba en la pequeña población de Carolina del Sur donde su amiga Andrea y él encontraron el primer cadáver. Será ahora, al regresar al viejo caserón familiar, cuando David se vea obligado a enfrentarse a sus fantasmas y a retornar a un lugar que se juró no volver a pisar jamás: la Casa de las Lenguas. La Casa de las Lenguas es la nueva novela independiente del autor superventas de El corredor del laberinto, una desasosegante y oscura historia de crímenes y de dos jóvenes que, por estar en el lugar equivocado, se ven envueltos en ellos. «Respira hondo antes de empezar un libro de James Dashner». Deseret News «Con un ritmo narrativo trepidante, sobredosis de giros argumentales y sin escatimar en muertes, James Dashner consiguió entrar en la lista de títulos más vendidos de The New York Times y conquistar a los lectores». El País

James Dashner (Georgia, 1972) cosechó un éxito mundial con la novela El corredor del laberinto (Nocturna, 2010), primera parte de una serie homónima seguida de Las pruebas (Nocturna, 2011), La cura mortal (Nocturna, 2013), El Destello (Nocturna, 2014), El corredor del laberinto: Información clasificada (Nocturna, 2015), El código de CRUEL (Nocturna, 2016) y El Palacio de los Raros (Nocturna, 2021). El corredor del laberinto se ha traducido a más de 40 idiomas, es superventas en muchos países y las tres primeras entregas se han llevado al cine por la 20th Century Fox con gran éxito de taquilla. En su nueva novela, La Casa de las Lenguas (Nocturna, 2023), James Dashner se pasa al género del thriller para ponerse en la piel de un joven que se cruza en el camino de un asesino en serie.
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Verfügbare Formate
BuchKartoniert, Paperback
EUR24,43
E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
EUR7,99

Produkt

KlappentextAsesinatos, una maldición... La Casa de Las Lenguas es la nueva novela del autor de El corredor del laberinto, un sangriento thriller de terror David Player ha hecho todo lo posible por olvidar parte de su infancia. Los asesinatos, las amenazas, el incomprensible odio que algunos sentían por su familia... Y, sobre todo, el miedo que se respiraba en la pequeña población de Carolina del Sur donde su amiga Andrea y él encontraron el primer cadáver. Será ahora, al regresar al viejo caserón familiar, cuando David se vea obligado a enfrentarse a sus fantasmas y a retornar a un lugar que se juró no volver a pisar jamás: la Casa de las Lenguas. La Casa de las Lenguas es la nueva novela independiente del autor superventas de El corredor del laberinto, una desasosegante y oscura historia de crímenes y de dos jóvenes que, por estar en el lugar equivocado, se ven envueltos en ellos. «Respira hondo antes de empezar un libro de James Dashner». Deseret News «Con un ritmo narrativo trepidante, sobredosis de giros argumentales y sin escatimar en muertes, James Dashner consiguió entrar en la lista de títulos más vendidos de The New York Times y conquistar a los lectores». El País

James Dashner (Georgia, 1972) cosechó un éxito mundial con la novela El corredor del laberinto (Nocturna, 2010), primera parte de una serie homónima seguida de Las pruebas (Nocturna, 2011), La cura mortal (Nocturna, 2013), El Destello (Nocturna, 2014), El corredor del laberinto: Información clasificada (Nocturna, 2015), El código de CRUEL (Nocturna, 2016) y El Palacio de los Raros (Nocturna, 2021). El corredor del laberinto se ha traducido a más de 40 idiomas, es superventas en muchos países y las tres primeras entregas se han llevado al cine por la 20th Century Fox con gran éxito de taquilla. En su nueva novela, La Casa de las Lenguas (Nocturna, 2023), James Dashner se pasa al género del thriller para ponerse en la piel de un joven que se cruza en el camino de un asesino en serie.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788418440960
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisDRM Adobe
FormatE101
Verlag
Erscheinungsjahr2023
Erscheinungsdatum06.02.2023
Auflage1. Auflage
Seiten464 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse1528 Kbytes
Artikel-Nr.11912552
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe


CAPÍTULO 3

Autopista I-20
Julio de 2017
Cuarenta y cuatro años

1

-¡Papá! ¡Wesley ha vuelto a darme un codazo!

Mientras sujetaba el volante con las manos y la autopista se extendía ante mí como un gran río de piedra, observaba las líneas pintadas en la calzada, que morían una a una al desaparecer bajo mi coche. Con el zumbido grave de los neumáticos como una melodía de criaturas marinas alienígenas atascadas en una nota, cerré los ojos por un breve instante. Respiré hondo y luego solté el aire. Abrí los ojos. Vi que la carretera no había cambiado y que no estábamos mucho más cerca de casa de la abuela. De hecho, nos quedaban cuatro horas de camino, en el mejor de los casos.

-¡Papá!

Volví a inhalar, sentí el aire frío que pasaba directamente del conducto del aire acondicionado a mis pulmones y luego volvía a salir a regañadientes, casi como la neblina ardiente de una droga. Esta vez mantuve los ojos abiertos.

-¿Qué, Mason?

Su vocecita, a veces tan dulce que me dolía el corazón -por las punzadas de amor-, me parecía ahora el mismísimo alarido de los ángeles de Satanás.

-¡Wesley no deja de tocarme la pierna! ¡Y lo hace solo para fastidiarme!

En el mundo hay personas -puede que incluso tú, que estás leyendo mi historia- que creen que todo ese rollo de que «Fulanito o Menganita me está tocando» es un tópico sin fundamento. Si no hay ningún otro hecho que consideres cierto en mi relato, este es tan fiable como la gravedad: si tienes una criatura y está sentada cerca de otra criatura, es tan seguro como que la Tierra gira y que la luz de la luna es blanca que una de las criaturas tocará a la otra, tras lo cual la criatura agraviada le dejará claro a cualquier adulto que pueda oírla que se ha sentido muy ofendida por dicho contacto. Creo que ya he comentado antes que los niños son tontos, ¿no?

-Wesley -dije mirando hacia atrás por encima del hombro e intentando mantener a raya el cabreo-, por favor, deja de tocar a tu hermano pequeño.

Le eché un vistazo por el espejo retrovisor: dieciséis años, pelo rubio que se le metía un poco en unos ojos que mostraban una sabiduría profunda, propia de un hombre de sesenta años. Me dedicó una sonrisa que decía muchas cosas. Que solo estaba chinchando a Mason, que lo sentía, que estaba aburrido, que me quería. Todo lo bueno del mundo brilló en esa sonrisa.

-Sí, padre -respondió con un sarcasmo que pesaba tanto como el coche en el que viajábamos-. Obedeceré tu razonable exigencia si le pides a Mason que tenga la amabilidad de dejar de eructar después de cada patata frita que se come. Me están dando náuseas.

-Me gustaría insertar un comentario aquí. -Esas palabras procedían de Hazel, que tenía la desgracia de ir sentada al otro lado del flatulento Mason.

-Adelante, por favor -dije con verdadero interés.

Hazel tenía tendencia a hablar como una catedrática a pesar de tener diez años, así que siempre esperaba con ganas la siguiente ocurrencia que pudiera salir de su boca. Desvié la vista hacia ella en el espejo -tal vez te preocupe que no estuviera prestando demasiada atención a la carretera y que estuviese a punto de matar a mis hijos en un violento accidente, pero te aseguro que no fue el caso- y sonreí ante su belleza. Piel oscura, la cabeza engalanada por el pelo negro y ensortijado. Carita de ángel, por ponerte un tópico del que sí merezca la pena quejarse. (Y sí, es adoptada, para quitarnos el asunto ya de encima. Todos mis hijos lo son a partir de Wesley. Hay uno, sentado al fondo del todo, profundamente dormido, al que aún no he mencionado. Se llama Logan, como Lobezno).

Después de pontificar un poco, incluso con el dedo índice presionado contra los labios durante unos segundos, al fin Hazel nos ofreció su respuesta reflexiva:

-Los eructos de Mason apestan, eso es verdad. Creo que tiene un problema gastrointestinal. Tenemos que llevarlo a que lo diagnostique un facultativo como es debido.

Dos cosas que le encantaban a Hazel: el uso de la expresión «como es debido» y llamar a un médico «facultativo». Diez años, recuerda.

-Coincido con la bienhablada señora de Atlanta -añadió Wesley-. Su observación de que Mason hiede es, en efecto, de lo más certera. Puede que incluso por ambos extremos, si mi apreciación no es del todo errónea. -Solo hablaba así para burlarse de Hazel, pero lo hacía con tanta gracia y cariño que me llegó al corazón-. Esperemos que el facultativo decida no extirparle las entrañas.

Como es lógico, Mason optó por llorar ante esa morbosa afirmación y prorrumpió en un grito que me perforó los oídos. Tiene siete años, así que podemos perdonarlo. Logan, a quien no debemos olvidar ahí atrás, tiene cuatro y todavía va atado a una sillita de coche, aunque considera absurdo que haya que aprisionar a un niño tan grande. Como ya habrás deducido, mi esposa y yo pudimos concebir un hijo por medios naturales, Wesley, antes de pasar por una época de varios años sin suerte (a pesar de nuestros enormes esfuerzos, debo añadir). Y si había algo que mi dulce esposa y yo quisiéramos tener en la vida, era una familia numerosa, como aquellas de las que procedíamos. Así que seguimos la vía de la adopción y buscamos niños por todo el mundo: África, China, Detroit. En ese orden.

Mi mujer no iba en el coche en el momento de todos estos eructos, quejas y pontificaciones, y me entristece decir que la razón es muy melancólica. Murió dos años antes del viaje por carretera sobre el que estás leyendo. Había viajado por trabajo a la lejana Singapur y pereció de forma muy sospechosa, pero esa historia deberá contarse en otra ocasión. Te contaría más, pero es ese tipo de amor que suena demasiado bonito para ser verdad. Tal vez algún día. Pero la echo de menos tanto y con tanto dolor como te imaginas.

-¿Sabéis qué? -dije tras la propuesta de Hazel de que hiciéramos intervenir a una autoridad médica (con la conformidad de Wesley). Mason se había calmado hasta emitir solo un ligero sollozo que era gloria para mis oídos-. Hagamos un trato. Mason, solo puedes eructar una vez, cuando te hayas terminado toda la bolsa de patatas fritas. Hazel, te prometo que le preguntaré al méd..., al facultativo por los problemas gastrointestinales de Mason en su próxima revisión. Wesley, si paras de tocar a Mason, te dejaré conducir después de la próxima parada. ¿Trato hecho?

Los miré a los ojos a través del espejo, uno por uno -vuelvo a asegurarte aquí que mis sentidos percibían la carretera a la perfección mientras llevaba a cabo este necesario ejercicio-, y los vi asentir a todos. De los tres, Wesley parecía el más satisfecho.

Unos siete segundos después, Logan -no lo olvidemos, cuatro años, al fondo, atado a una sillita de coche contra su voluntad- se despertó y anunció con una voz extraordinaria aunque inexplicablemente feliz que se había hecho pis encima.

Inhalé; exhalé.

Y miré la carretera.

2

Dos gasolineras, una muda de ropa limpia, un trayecto por el autoservicio de una hamburguesería de mala muerte, al menos una decena de discusiones inútiles aunque a veces entretenidas y un debate profundamente filosófico con Wesley acerca de la inclusión de la religión y la raza en el análisis del fanatismo más tarde, llegamos a casa de la abuela. No tengo claro por qué al abuelo se le hacía ese feo de forma universal, pero siempre nos referíamos al hogar en el que crecí como la morada de la abuela y solo de la abuela. Primero conocí a mis padres como papi y mami, palabras que poco a poco fueron transformándose en papá y mamá antes de llegar a la adolescencia. Cuántos nombres para unas personas tan sencillas y amables.

Vivían justo en medio de la nada, junto a una carretera polvorienta y estrecha -por algo se llamaba Narrow Paved Road- que se extendía como la flecha más larga y recta del mundo entre las tierras de cultivo de Lynchburg, Carolina del Sur. Como estábamos en pleno verano, el pavimento negro de la calzada infinita centelleaba bajo el calor y el aire que flotaba sobre ella casi hervía al atravesarlo. Las hermosas hileras de los cultivos quedaban atrás, las líneas de tierra blanca destellaban como una extraña especie de luz estroboscópica cuando las pasábamos a toda velocidad. Nunca me cansaba de contemplar esos preciosos cultivos cuando volvíamos a casa: las anchas hojas de tabaco; las hinchadas bolas blancas de algodón llenas de semillas espinosas; las plantas de soja, humildes y de aspecto más bien ordinario. Bajaba un poco la ventanilla para captar los acogedores olores de la tierra, la vegetación y el estiércol, que se mezclaban para honrar mis sentidos con la certeza de que había vuelto a la tierra que me vio nacer.

Las casas eran pocas y estaban separadas, pero el porche, la chimenea de ladrillo y el enlucido blanco de la estructura centenaria de mis padres no tardaron en aparecer a lo lejos, arriba a la derecha, y todos nos quedamos callados por el asombro. Mis hijos veneraban ese lugar -y a las personas que lo habitaban- tanto como yo. No éramos una familia corriente, de las que ahorran hasta el último dólar para ir a lugares mágicos y brutales como Disney World o Nueva York. Cuando teníamos vacaciones, cuando llegaba el verano, cuando se acercaba la Navidad, hacíamos lo que todos y cada uno de nosotros queríamos hacer: visitar a los...
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Autor

James Dashner (Georgia, 1972) cosechó un éxito mundial con la novela El corredor del laberinto (Nocturna, 2010), primera parte de una serie homónima seguida de Las pruebas (Nocturna, 2011), La cura mortal (Nocturna, 2013), El Destello (Nocturna, 2014), El corredor del laberinto: Información clasificada (Nocturna, 2015), El código de CRUEL (Nocturna, 2016) y El Palacio de los Raros (Nocturna, 2021). El corredor del laberinto se ha traducido a más de 40 idiomas, es superventas en muchos países y las tres primeras entregas se han llevado al cine por la 20th Century Fox con gran éxito de taquilla. En su nueva novela, La Casa de las Lenguas (Nocturna, 2023), James Dashner se pasa al género del thriller para ponerse en la piel de un joven que se cruza en el camino de un asesino en serie.