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Salir a ganar

E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
135 Seiten
Spanisch
ediciones Pàmieserschienen am11.12.2023
Dermot Harding es diez años mayor que yo, un amigo de la familia y un empleado del rancho de mi padre. Y estoy enamorada de él desde que tengo memoria. Cuando tenía dieciocho años, lo besé y me rechazó porque decía que yo era demasiado joven. El ejército lo apartó de mi lado durante tres largos años, pero ahora que ha regresado al Gold Rush Ranch me mira de un modo diferente y sus manos se demoran sobre mí más de lo debido. Además, se ha ofrecido a ayudarme a entrenar al caballo de carreras que siempre he deseado tener. Creía que lo había superado, pero la química que hay entre los dos es demasiado fuerte, y los motivos que nos hemos dado para mantenernos alejados desaparecen rápidamente junto con toda nuestra ropa. Él piensa que es demasiado mayor, que no es bueno para alguien como yo y que lo nuestro nunca podrá funcionar, pero su cuerpo me cuenta una historia bien distinta. Ya me he tragado el orgullo por él una vez. ¿Seré lo bastante insensata como para hacerlo de nuevo?

Elsie Silver es una autora canadiense de novelas románticas que adora a los novios de novela y a las heroínas descaradas que los ponen de rodillas. Vive en las afueras de Vancouver, en la Columbia Británica, con su marido, su hijo y tres perros, y lee vorazmente novelas románticas desde mucho antes de lo que se suponía que debía hacerlo. Le encanta cocinar y probar nuevas recetas, viajar y pasar tiempo con su hijo, especialmente al aire libre. Elsie también disfruta levantándose a las cinco de la madrugada, que es la hora a la que suele escribir. Afirma que en ese momento puede tomar una taza de café caliente y soñar con un mundo ficticio lleno de historias románticas que compartir con sus lectores. Salir a ganar es la siguiente novela de Elsie en Phoebe, después del arrollador éxito conseguido con Ganar a toda costa y Ganar al límite (2023).
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Produkt

KlappentextDermot Harding es diez años mayor que yo, un amigo de la familia y un empleado del rancho de mi padre. Y estoy enamorada de él desde que tengo memoria. Cuando tenía dieciocho años, lo besé y me rechazó porque decía que yo era demasiado joven. El ejército lo apartó de mi lado durante tres largos años, pero ahora que ha regresado al Gold Rush Ranch me mira de un modo diferente y sus manos se demoran sobre mí más de lo debido. Además, se ha ofrecido a ayudarme a entrenar al caballo de carreras que siempre he deseado tener. Creía que lo había superado, pero la química que hay entre los dos es demasiado fuerte, y los motivos que nos hemos dado para mantenernos alejados desaparecen rápidamente junto con toda nuestra ropa. Él piensa que es demasiado mayor, que no es bueno para alguien como yo y que lo nuestro nunca podrá funcionar, pero su cuerpo me cuenta una historia bien distinta. Ya me he tragado el orgullo por él una vez. ¿Seré lo bastante insensata como para hacerlo de nuevo?

Elsie Silver es una autora canadiense de novelas románticas que adora a los novios de novela y a las heroínas descaradas que los ponen de rodillas. Vive en las afueras de Vancouver, en la Columbia Británica, con su marido, su hijo y tres perros, y lee vorazmente novelas románticas desde mucho antes de lo que se suponía que debía hacerlo. Le encanta cocinar y probar nuevas recetas, viajar y pasar tiempo con su hijo, especialmente al aire libre. Elsie también disfruta levantándose a las cinco de la madrugada, que es la hora a la que suele escribir. Afirma que en ese momento puede tomar una taza de café caliente y soñar con un mundo ficticio lleno de historias románticas que compartir con sus lectores. Salir a ganar es la siguiente novela de Elsie en Phoebe, después del arrollador éxito conseguido con Ganar a toda costa y Ganar al límite (2023).
Details
Weitere ISBN/GTIN9788410070004
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisePub Wasserzeichen
FormatE101
Erscheinungsjahr2023
Erscheinungsdatum11.12.2023
Seiten135 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse3130 Kbytes
Artikel-Nr.13178020
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe


2

Dermot

-¡Ada!

Al principio casi me echo a reír. Su rostro pasa de una sonrisa embobada a la pura conmoción en un segundo, pero luego se cae de espaldas al agua y el pánico me inunda las venas mientras rezo para que esté bien.

Ato las riendas de la potranca al pomo de la silla y salto de mi caballo, con su grito todavía resonándome en los oídos. Camino con dificultad, con pasos torpes y lentos, hacia donde ha caído.

-¡Joder!

Da una fuerte palmada al agua y los caballos se sobresaltan.

Ada está de rodillas, hundida en el agua hasta el pecho, y empapada de pies a cabeza; tiene el pelo dorado oscurecido por la humedad y pegado a la elegante curva de su cuello.

-¿Estás bien?

Avanzo hacia ella: tengo que asegurarme de que no se ha hecho daño. Aunque debería alejarme, soy incapaz de hacerlo, igual que ayer. No puedo parar de escudriñar su cara de muñeca, de compararla con la que veía todas las noches cuando me acostaba en mi catre y cuya apariencia intentaba recordar. Imaginar el rostro de Ada, cada curva, cada peca, era como una terapia: una distracción de las imágenes violentas que me asaltaban en la oscuridad.

Reproducir en mi mente el rostro joven de Ada y su beso se convirtió en mi único salvavidas durante la época en la que estuve sumergido en sangre, violencia y depresión.

-Creo que nunca te había oído soltar un taco -digo; me arrodillo frente a ella y apoyo las manos en sus hombros.

Se pasa las manos por la cara y se las lleva a la cabeza.

-Eso es porque no nos hemos visto desde que tenía dieciocho años. ¡Y estoy harta de caerme!

Bueno, vale, así que está cabreada. Incluso alguien tan insensible como yo podría darse cuenta.

-¿Te has hecho daño?

La miro de arriba abajo buscando signos de alguna lesión, y le recorro sus torneados brazos con las manos tratando de ver si tiene algún hueso roto. El señor Wilson va a matarme si se ha hecho daño.

-Estoy bien -suspira-. Aunque me duele todo el cuerpo. Eso es lo que pasa cuando te caes todos los putos días.

La agarro por las costillas y puedo notar la gruesa tira del sujetador bajo la fina camisa mojada; la acerco a mí y la levanto. Se pone de pie sin problemas: todo parece en orden. Recorro sus curvas con la mirada, listo para hacer un comentario graciosillo acerca de que, si no quiere que le duela, debería dejar de caerse, pero me detengo cuando llego a su camisa empapada.

Esa que está pegada a su cuerpo y no deja nada a la imaginación. Puedo ver la curva de su cintura, la forma de sus pechos, los duros brotes de sus pezones a través de la tela mojada.

Se me seca la garganta y dejo escapar un gemido; cierro los ojos con fuerza y aparto la vista. Nada bueno puede salir de admirarla así. Ese beso de hace tres años despertó a un gigante dormido en mi mente y me abrió los ojos a posibilidades que, de otro modo, jamás habría considerado. Ada siempre había sido para mí una chica más del rancho⦠hasta que dejó de serlo.

Tengo que recordarme a mí mismo una y otra vez que es la joven hija de un hombre al que conozco y respeto desde hace años, de un hombre que se ha convertido en mi amigo, casi en parte de mi familia. Ada es la chica a la que todo Ruby Creek conoce y quiere, sobre la que no tardarían en aparecer los rumores si tuviera algo que ver con el encargado del rancho que ha estado ahí desde que era una niña. No hay manera de que no les parezca inapropiado, y me niego a destrozar su reputación de esa manera. He tenido tres años para reflexionar sobre mis opciones, y la única factible es mantenerme alejado de ella.

Además, una mujer como Ada merece algo mejor que yo, así que aparto la vista de su cuerpo y me centro en la igualmente tentadora forma de corazón de sus labios entreabiertos, en las pequeñas pecas que salpican sus mejillas bronceadas y en esos enormes ojos verde esmeralda.

Esos ojos verdes en los que vi cómo se le rompía el corazón hace tres años; esos ojos verdes que me han perseguido en sueños todas las noches desde entonces; esos ojos verdes que me miraban como si pudiera bajarle la luna.

Y que ahora me muestran una mirada llena de anhelo y promesas a las que un hombre como yo no debería acostumbrarse.

Ada Wilson está fuera de mis límites.

Paso las manos por sus caderas, disfrutando de la sensación de estrechar su cuerpo. Quiero acercarla más a mí, pero me conformo con ladear la cabeza hacia ella buscando ese aroma característico que me he pasado tres años intentando recordar. Mis dedos tiemblan al ceñirle la cintura.

-¿Estás segura de que estás bien? -digo con voz ronca.

-Sí -jadea con suavidad: un susurro ronco que percibo como una caricia sobre mi piel.

Me mira con un fuego que antes no estaba ahí, como si no fuera capaz de decidirse entre mutilarme o ahogarme. Sus ojos brillan mientras se embebe de mí, y se lo permito porque, joder, ¿cómo no vas a sentirte bien cuando una mujer como Ada te mira de ese modo? Levanta la mano y pasa sus delicados dedos por mi pómulo con suavidad, como si temiera hacerme daño o asustarme. Como la última vez.

-Dermot, yo⦠-Se le quiebra la voz y, maldita sea, siento una punzada de culpabilidad en el pecho ante esa muestra de debilidad.

Debería ponerle fin a esto. De verdad que debería.

-Ada, no me mires así.

Pone un dedo sobre mis labios para silenciarme y enarca una de sus bien dibujadas cejas a modo de desafío.

-¿Qué más te da cómo te miro? -espeta. Las yemas de sus dedos me rozan el puente de la nariz y el arco de la ceja, como si me leyera en braille, como si mis rasgos pudieran desvelarle mi historia u ofrecerle respuestas. Pasa las uñas por mi cuero cabelludo y se me pone la piel de gallina en los brazos-. Has dejado muy claro lo que sientes por mí. -Baja las manos y me mira a los ojos antes de dar el golpe mortal-: De todos modos, lo he superado.

Entonces se aleja, esquivando mi cuerpo inmóvil. El corazón me late con fuerza contra el esternón. ¿He dejado claro lo que siento? Por supuesto que piensa eso. Nunca le he dicho lo contrario. Ni lo haré.

Los meses que han transcurrido desde que llegué a casa los he pasado preparándome para volver a ver a Ada. Me he esforzado en convencerme de que la química que recordaba de esa noche había estado solo en mi cabeza, que solo fue un asombroso recuerdo alentado por mi intenso anhelo de regresar a un lugar seguro, lejos del silbido de las balas y de los gritos de dolor. Tenía planeado mantenerme tranquilo, relajado y un poco distante, pero entonces la he visto tirada sobre la hierba como una flor bajo el sol que me habría encantado arrancar, y adiós a mis buenos propósitos.

Ahora no dejo de recordarme que es la hija del dueño del rancho y que yo solo soy el peón que va cada verano a domar a sus caballos más jóvenes.

Y eso es todo.

-Vamos -ordeno con más dureza de la que pretendía.

A largo plazo, ese tono seco va a hacerle menos daño que pensar que un hombre como yo puede darle lo que necesita; lo que se merece.

Desata las riendas de su potra y va hacia la orilla del río con paso firme y la cabeza alta.

-No puedes hacerlo, Dermot -murmuro; agarro las riendas de Solar y sigo sus pasos, perdido en mis pensamientos. Supongo que está demasiado lejos para oírme; al menos no ha mirado hacia atrás. Lo que es bueno, porque estoy convencido de que podría leer el deseo en mi rostro.

Sacudo la cabeza, doy una patada a una piedra y sigo adelante. Soy demasiado mayor y estoy demasiado aferrado a mis costumbres, y, después de las cosas que vi durante mi servicio, me he encerrado demasiado en mí mismo como para poder compartir mi vida con alguien, sobre todo, con alguien tan vivaz como Ada. Ella merece verlo todo, hacerlo todo, y que no la frene alguien que se echa al suelo cuando escucha un ruido fuerte.

Debo mantenerme fuera de su camino. Por ella y por mí. Estoy acostumbrado a alejar a la gente. Mis padres apenas esperaron a que cumpliera dieciocho años para hacer las maletas y mudarse a un lugar cálido; jamás me visitan y apenas llaman. Las novias nunca me duran demasiado, e incluso los amigos que hice en el ejército o he perdido el contacto con ellos o no regresaron. Todos se van, y Ada no va a ser la excepción.

El Gold Rush Ranch es un paraíso. La vasta franja de tierra de los Wilson se sitúa en un pequeño y pintoresco valle que visitan los turistas en busca de la mítica criatura peluda de la Montaña del bigfoot. Aquí siempre luce el sol y todo es tan radiante como Ada.

Mi granja en Merritt es fría y austera, y las cimas de las montañas son tan altas que a veces me provocan claustrofobia, sobre todo cuando el lugar se cubre de nieve. Mis padres me la dejaron después de jubilarse y mudarse al sur, porque ninguno de mis hermanos la quería. Al parecer, soy un sentimental: aunque en realidad no hago nada con ese terreno, no puedo soportar la idea de cedérselo a otro.

Y está clarísimo que no es lugar adecuado para Ada.

Lo que está bien, porque también está clarísimo que yo no soy el hombre adecuado para ella. No importa cómo me mire o cómo mi polla se tense bajo mis vaqueros cuando me toca.

Entramos en el establo y nos encargamos de los caballos uno junto a otro sin decir palabra. Miro furtivamente a Ada mientras rodea a la potranca, cepillándola con más vigor del necesario. Me resulta casi gracioso que Ada quiera entrenarla como caballo de...

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Autor

Elsie Silver es una autora canadiense de novelas románticas que adora a los novios de novela y a las heroínas descaradas que los ponen de rodillas.
Vive en las afueras de Vancouver, en la Columbia Británica, con su marido, su hijo y tres perros, y lee vorazmente novelas románticas desde mucho antes de lo que se suponía que debía hacerlo. Le encanta cocinar y probar nuevas recetas, viajar y pasar tiempo con su hijo, especialmente al aire libre.
Elsie también disfruta levantándose a las cinco de la madrugada, que es la hora a la que suele escribir. Afirma que en ese momento puede tomar una taza de café caliente y soñar con un mundo ficticio lleno de historias románticas que compartir con sus lectores.
Salir a ganar es la siguiente novela de Elsie en Phoebe, después del arrollador éxito conseguido con Ganar a toda costa y Ganar al límite (2023).
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