Hugendubel.info - Die B2B Online-Buchhandlung 

Merkliste
Die Merkliste ist leer.
Bitte warten - die Druckansicht der Seite wird vorbereitet.
Der Druckdialog öffnet sich, sobald die Seite vollständig geladen wurde.
Sollte die Druckvorschau unvollständig sein, bitte schliessen und "Erneut drucken" wählen.

Hombres fósiles

E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
544 Seiten
Spanisch
Capitán Swing Libroserschienen am13.05.20241. Auflage
En 1994, un equipo dirigido por el legendario cazador de fósiles Tim White descubrió un conjunto de huesos antiguos en la región etíope de Afar. La datación radiométrica de las rocas cercanas indicó que el esqueleto resultante, clasificado como Ardipithecus ramidus -apodado «Ardi»-, tenía la asombrosa edad de 4,4 millones de años, más de un millón de años mayor que la mundialmente famosa «Lucy». El equipo pasó los quince años siguientes estudiando los huesos en estricto secreto, mientras seguía acumulando descubrimientos fósiles históricos sobre el terreno y se enzarzaba en agrias disputas con sus colegas científicos y con la burocracia etíope. Cuando por fin se hizo público, Ardi asombró a científicos de todo el mundo y puso en tela de juicio medio siglo de ortodoxia sobre la evolución humana: cómo empezamos a caminar erguidos, cómo desarrollamos nuestras ágiles manos y, lo que es más importante, si descendemos de un antepasado parecido al chimpancé. El descubrimiento de Ardi no solo supuso un salto adelante en la comprensión de las raíces de la humanidad, sino un ataque a las convenciones científicas y a las principales autoridades en materia de orígenes humanos. Basado en investigaciones en todo el mundo, Hombres fósiles no es solo un brillante documento sobre los orígenes del linaje humano, sino sobre las más antiguas emociones humanas: la curiosidad, los celos, la perseverancia y el asombro.

Periodista cuyos escritos han aparecido en medios destacados como el New York Times, GQ, Fast Company, Runners World y otras muchas publicaciones. Para escribir Hombres fósiles. La búsqueda del esqueleto más antiguo y los orígenes de la humanidad, dedicó ocho años de investigación y realizó dos viajes sobre el terreno con el equipo que descubrió a Ardi en Etiopía para relatar en primera persona las crisis, los enigmas y el caos que asolan a esta disciplina científica, y guíar hábilmente al lector a través de la compleja ciencia implicada en el descubrimiento. Sobre esta fascinante experiencia, Pattison afirmó: «Me propuse escribir un libro sobre ciencia, pero no podía hacer que el lector medio se tragara un libro de texto árido sobre datación radiométrica, cerdos extintos o huesos sesamoideos. Así que tuve que convertirlo en una historia sobre personas que intentan resolver un misterio, o en realidad una serie de misterios. Una vez que os pusiera en sus botas, podría daros pequeñas dosis de ciencia a medida que avanzamos en la búsqueda de un antiguo esqueleto. Por suerte, los personajes centrales eran personas apasionadas que hacían que nos interesáramos por temas arcanos como los sutiles rasgos de un hueso fósil del pie que revelaban un dedo que se agarraba. Quería que la gente siguiera pasando páginas para saber qué ocurría a continuación». El libro se publicó en noviembre de 2020.
mehr

Produkt

KlappentextEn 1994, un equipo dirigido por el legendario cazador de fósiles Tim White descubrió un conjunto de huesos antiguos en la región etíope de Afar. La datación radiométrica de las rocas cercanas indicó que el esqueleto resultante, clasificado como Ardipithecus ramidus -apodado «Ardi»-, tenía la asombrosa edad de 4,4 millones de años, más de un millón de años mayor que la mundialmente famosa «Lucy». El equipo pasó los quince años siguientes estudiando los huesos en estricto secreto, mientras seguía acumulando descubrimientos fósiles históricos sobre el terreno y se enzarzaba en agrias disputas con sus colegas científicos y con la burocracia etíope. Cuando por fin se hizo público, Ardi asombró a científicos de todo el mundo y puso en tela de juicio medio siglo de ortodoxia sobre la evolución humana: cómo empezamos a caminar erguidos, cómo desarrollamos nuestras ágiles manos y, lo que es más importante, si descendemos de un antepasado parecido al chimpancé. El descubrimiento de Ardi no solo supuso un salto adelante en la comprensión de las raíces de la humanidad, sino un ataque a las convenciones científicas y a las principales autoridades en materia de orígenes humanos. Basado en investigaciones en todo el mundo, Hombres fósiles no es solo un brillante documento sobre los orígenes del linaje humano, sino sobre las más antiguas emociones humanas: la curiosidad, los celos, la perseverancia y el asombro.

Periodista cuyos escritos han aparecido en medios destacados como el New York Times, GQ, Fast Company, Runners World y otras muchas publicaciones. Para escribir Hombres fósiles. La búsqueda del esqueleto más antiguo y los orígenes de la humanidad, dedicó ocho años de investigación y realizó dos viajes sobre el terreno con el equipo que descubrió a Ardi en Etiopía para relatar en primera persona las crisis, los enigmas y el caos que asolan a esta disciplina científica, y guíar hábilmente al lector a través de la compleja ciencia implicada en el descubrimiento. Sobre esta fascinante experiencia, Pattison afirmó: «Me propuse escribir un libro sobre ciencia, pero no podía hacer que el lector medio se tragara un libro de texto árido sobre datación radiométrica, cerdos extintos o huesos sesamoideos. Así que tuve que convertirlo en una historia sobre personas que intentan resolver un misterio, o en realidad una serie de misterios. Una vez que os pusiera en sus botas, podría daros pequeñas dosis de ciencia a medida que avanzamos en la búsqueda de un antiguo esqueleto. Por suerte, los personajes centrales eran personas apasionadas que hacían que nos interesáramos por temas arcanos como los sutiles rasgos de un hueso fósil del pie que revelaban un dedo que se agarraba. Quería que la gente siguiera pasando páginas para saber qué ocurría a continuación». El libro se publicó en noviembre de 2020.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788412875706
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisePub Wasserzeichen
FormatE101
Erscheinungsjahr2024
Erscheinungsdatum13.05.2024
Auflage1. Auflage
ReiheEnsayo
Seiten544 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse10976 Kbytes
Artikel-Nr.15980964
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe



Introducción

T. Rex

Este libro es tanto una historia de la ciencia como una historia de detectives acerca del mayor misterio de todos: ¿de dónde venimos? Como buen misterio, empieza con un cuerpo.

Mi aventura dio comienzo cuando quedé intrigado con un antiguo caso sin resolver, el del esqueleto más antiguo conocido de un miembro de la familia humana. En 2012, viajé a la Universidad de California en Berkeley para reunirme con uno de los buscadores de fósiles que más éxitos ha cosechado a lo largo de su vida y hablar sobre su último gran descubrimiento, un esqueleto de 4,4 millones de años de antigüedad de la especie Ardipithecus ramidus, apodado Ardi. En principio, no tenía ninguna intención de escribir gran cosa sobre Ardi, a la que imaginaba como un mero antecedente del posterior drama, mucho más interesante, de la evolución humana. Sin embargo, cuanta más información obtenía, más intranquilo me sentía, ya que Ardi parecía refutar muchas de las teorías predominantes sobre la evolución.

Ardi fue una mujer inoportuna que sorprendió a los estudiosos de los orígenes del hombre más de lo que muchos estuvieron dispuestos a admitir. Su esqueleto cuestionó las creencias fundamentales sobre cómo nos convertimos en humanos, cómo nuestros antepasados se escindieron de los otros simios, cómo llegamos a caminar erguidos y cómo evolucionaron nuestras manos hábiles, así como si fueron realmente las sabanas el crisol de la humanidad, según lo representado en innumerables dioramas de museos y libros de texto. Y lo que es más importante, demostró que el aspecto de estos primeros ancestros humanos era de manera sorpresiva muy diferente al de los chimpancés modernos, considerados a menudo como modelos del pasado humano. Los seres humanos resultaron ser más primitivos en ciertos aspectos de la anatomía que los simios africanos actuales, un hallazgo que revocó cuarenta años de opinión generalizada. «Sus sorpresas anatómicas son tantas -informó el equipo del descubrimiento sobre el esqueleto-, que nadie podría haberlo imaginado sin pruebas fósiles directas».[1]

Se acostumbra a calificar a los fósiles como huesos de la discordia. Pero lo extraño de este esqueleto no fue que suscitara controversia, sino que no planteó ninguna. Algo muy curioso sucedió después de que, en 2009, Ardi fuera revelado al mundo por el equipo que lo había descubierto. Dejaron caer una bomba y entonces... se hizo el silencio. Las mismas personas que deberían haber mostrado entusiasmo por semejante descubrimiento parecieron hacer caso omiso de los hallazgos. Como supe más tarde, las razones fueron múltiples: algunos colegas discreparon de un modo vehemente con las conclusiones; otros temieron enzarzarse en discusiones que lo más probable es que acabaran de forma desagradable; y otras personas trataron de condenar al fósil a la irrelevancia ignorándolo. Tanto Ardi como el equipo que la descubrió parecían ser personas no gratas. Llegaron a referirse a una de ellas como «El-que-no-debe-ser-nombrado».[2]

Se despertó mi curiosidad. Cualquiera que no deba ser nombrado, sin duda, debe ser entrevistado.

Tim White, líder del equipo de Ardi, es un paleoantropólogo, un científico del registro fósil humano con fama de contar con un agudo intelecto, poca paciencia para las tonterías -ante las que salta a la mínima-, una larga lista de descubrimientos y un listado aún más largo de enemigos. Aparecía en una foto de la página web de su departamento en la Universidad de California en Berkeley como un guerrero en los páramos de Etiopía, rodeado de un equipo de seguridad blandiendo rifles de asalto.

White ignoró mis primeros mensajes, con excepción de una breve respuesta en la que decía que estaba ocupado en Etiopía y que no estaba disponible. Insistí y, meses más tarde, accedió por fin a hablar conmigo. Acababa de regresar de su misión anual de búsqueda de fósiles y sufría fiebre y dolores de cabeza cíclicos. Su médico le había prescrito un par semanas en cama, por lo que White había cancelado todas sus clases. Sin embargo, se levantó y acudió a su cita. Más tarde comprendí que era propio de White hacer algo así, que solía sacrificar su propia comodidad, su apariencia y su salud para impulsar su misión científica.

Para llegar a su despacho, entré en el enorme complejo neobabilónico del edificio de Ciencias de la Vida del Valle, en el campus de Berkeley, y pasé junto al esqueleto de un Tyrannosaurus rex de tamaño natural. Como Ardi, se trataba de una criatura bípeda extinta e inimaginable a ojos modernos hasta que fue encontrado. Pasé por un pequeño expositor con una réplica del famoso esqueleto de Lucy, un ancestro humano cuya especie, Australopithecus afarensis, White había cobautizado hacía tres decenios. Tomé un ascensor hasta la quinta planta, llamé a la puerta y me llegó un gruñido desde dentro. Me abrió la puerta un hombre delgado, despeinado y desaliñado, con aspecto de acabar de salir del fondo del cesto de la ropa sucia.

Le tendí la mano para presentarme. Él la chocó con el puño.

«Saludo etíope -dijo impávido-. Te aseguro que no quieres pillar lo que tengo».

Una enorme piel de serpiente colgaba de la pared del despacho. White había matado y comido la víbora bufadora en Tanzania en sus días de juventud, cuando aún tenía relación con alguno de los Leakey, la famosa dinastía de paleoantropólogos y sus antiguos jefes. Cerca de la piel colgaba una caricatura de Darwin de la época victoriana parodiado como un simio, recordatorio de que los logros científicos no siempre son valorados por sus contemporáneos. Otro dibujo representaba a un evolucionista victoriano cuyo temperamento se parecía mucho al de White, Thomas Henry Huxley, un belicoso anatomista conocido como el «bulldog de Darwin». Una foto enmarcada contenía una instantánea de un hombre jorobado con un rifle de asalto; más tarde supe que se trataba de un amigo del desierto etíope fallecido en una guerra tribal.

White me indicó que tomara asiento en un despacho repleto de libros y réplicas de cráneos fósiles. Hablamos... y hablamos... y hablamos. Su disposición a dedicar tiempo a la ciencia parecía no tener fin. ¡A la porra la fiebre! Tenía una mente enciclopédica, era sarcástico y escandalosamente poco diplomático: tachó a un colega de idiota, a otro de carroñero y a otro de payaso, y a muchos más los redujo a la categoría de cabronazos. Daba la impresión de que White necesitaba estar en permanente lucha contra alguien: científicos famosos, críticos académicos, administradores de la universidad, funcionarios de antigüedades etíopes, directores de revista, incompetentes de todo tipo, etc. La animosidad fluía en ambos sentidos: algunos colegas se negaban a asistir a conferencias si White estaba presente. En ese momento, había iniciado acciones legales contra su propio empleador, tras haber demandado a la Universidad de California por un par de esqueletos de 9.500 años de antigüedad que la universidad quería entregar a las tribus nativas norteamericanas. (White y sus codemandantes se quejaban de que la universidad favorecía la ideología sobre la ciencia).

Su colega etíope desde hacía mucho tiempo, Berhane Asfaw, me explicó más tarde:

¿Sabes por qué le temen sus colegas? Porque si hay algo malo en la ciencia, él no será diplomático. Te lo dirá directamente: eso está mal. La mayoría de la gente nunca diría algo así y trataría de esquivar la cuestión. Aunque sean los encargados de controlar sus recursos y se arriesgue a que le nieguen el dinero de las subvenciones, Tim dirá: «Olvídalo, el tipo está equivocado. Si no le decimos que está equivocado, es como difundir información falsa». Por eso tanta gente lo odia. No le gusta nada la mala ciencia.

El geólogo Maurice Taieb se hizo eco de las siguientes observaciones:

Tim White es riguroso. Es un científico de verdad. Sus publicaciones siempre serán vigentes. No le importa eso de publicar libros, salir en los medios de comunicación, etc. Lo que quiere es hacer bien el trabajo antes de divulgarlo. La gente cree que se lo guarda para sí mismo. ¡En absoluto! Lo que pasa es que quiere estar seguro.

La opinión de varias personas era otra, claro. Don Johanson, que saltó a la fama con su descubrimiento de Lucy, no se mostró especialmente entusiasta a la hora de describir a su extraño compañero White:

Considera que ha trabajado tanto para encontrar los fósiles que nuestros colegas, sentados en sus pequeñas oficinas con aire acondicionado -como diría Tim-, no merecen verlos. Dice, además, que, aunque los vieran, no sabrían lo que están viendo. Degrada a sus colegas con sus argumentos ad hominem, haciendo que la gente se sienta incompetente.

Meave Leakey, la matriarca reinante de la mundialmente famosa dinastía de cazadores de fósiles, describió a White con cierta simpatía:

Cree que el mundo está...

mehr