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E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
404 Seiten
Spanisch
Nowtiluserschienen am01.03.2023
Roma y sus legiones no siempre fueron victoriosas e invencibles. En una historia tan longeva como es la suya son muchos los momentos críticos a los que hubo de hacer frente, y los enemigos externos e internos que pudieron terminar con tan poderoso Estado. Sin embargo, Roma supo rehacerse de sus derrotas, aprender de sus errores y perseverar hasta terminar con sus adversarios. En este libro nos acercamos a los momentos críticos que, desde el punto de vista militar, colocaron a la milenaria civilización al borde de la desaparición, así como a los hombres que capitanearon las reacciones y reformas y las batallas necesarias y decisivas para salvar la situación, garantizando la continuidad de la Ciudad Eterna y su hegemonía. Junto a generales de la talla de Escipión, Vespasiano, Septimio Severo, Estilicón o Aecio, y adversarios tan formidables como Breno, Aníbal, Sertorio, Sapor I o Atila; a lo largo de casi mil años, y en escenarios tan distantes como los desiertos de África y Mesopotamia, las fértiles llanuras de Hispania e Italia, las selvas de Germania o las orillas del Mar Negro, el libro logra capturar al lector e ilustrarle en un tono ameno, sin renunciar al nivel y rigor que el estudio de la Historia exige.

Francisco J. Gómez: Licenciado en Historia Antigua. Autor de más de cincuenta artículos en revistas de investigación y divulgación histórica. Imparte clases de religiones del mundo antiguo en el Instituto Bíblico y Oriental de León. Especialista en Bajo Imperio romano e historia de las creencias religiosas. Es autor de libros como Dioses, templos y oráculos (Nowtilus 2007), Breve historia de Jesús de Nazaret (Nowtilus, 2009) y Madrid, una ciudad para un Imperio (La librería, 2011). Julio Rodríguez: Doctor en Historia antigua. Especialista en ejército romano.  por esta misma institución. Autor de numeroso artículos, así como de libros de referencia obligada: Diccionario de las batallas de la historia de Roma (753 a.C.-476 d.C.) (Editorial Almena, 2017) y la Historia de las legiones romanas (Signifer, 2001). Luis Amela: Doctor en Geografía e Historia. Atesora dos doctorados más. Autor de más de doscientos cincuenta artículos y de una docena de libros sobre el mundo tardo helenístico, la República romana tardía y la numismática del mundo antiguo. Sus obras emblemáticas son: Cneo Pompeyo Magno. El defensor de la República (Signifer, 2003) y Mario y Sila (Punto Rojo Libros, 2021). Nacho de la Torre: Licenciado en Historia Antigua y Medieval.  Fue profesor de la Universidad de Oporto (Portugal). Ha publicado más de treinta artículos sobre el periodo tardoantiguo y medieval, del que es especialista. Autor de varios libros entre los que destacan: Breve historia de la Reconquista (2018), Breve historia de los Templarios (2021) y Breve historia de la Peste Negra (2022), los tres en la editorial Nowtilus. Emilio Campomanes: Licenciado en Arqueología e Historia Antigua.  Desde 1995 ha participado en más de un centenar de excavaciones en León y su provincia. Ha publicado en múltiples revistas científicas. Es autor de: Guía del León romano (Lobo Sapiens, 2006) y El legado de Roma en la provincia de León (El Forastero-Lobo Sapiens 2017).
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Verfügbare Formate
TaschenbuchKartoniert, Paperback
EUR36,00
E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
EUR9,99

Produkt

KlappentextRoma y sus legiones no siempre fueron victoriosas e invencibles. En una historia tan longeva como es la suya son muchos los momentos críticos a los que hubo de hacer frente, y los enemigos externos e internos que pudieron terminar con tan poderoso Estado. Sin embargo, Roma supo rehacerse de sus derrotas, aprender de sus errores y perseverar hasta terminar con sus adversarios. En este libro nos acercamos a los momentos críticos que, desde el punto de vista militar, colocaron a la milenaria civilización al borde de la desaparición, así como a los hombres que capitanearon las reacciones y reformas y las batallas necesarias y decisivas para salvar la situación, garantizando la continuidad de la Ciudad Eterna y su hegemonía. Junto a generales de la talla de Escipión, Vespasiano, Septimio Severo, Estilicón o Aecio, y adversarios tan formidables como Breno, Aníbal, Sertorio, Sapor I o Atila; a lo largo de casi mil años, y en escenarios tan distantes como los desiertos de África y Mesopotamia, las fértiles llanuras de Hispania e Italia, las selvas de Germania o las orillas del Mar Negro, el libro logra capturar al lector e ilustrarle en un tono ameno, sin renunciar al nivel y rigor que el estudio de la Historia exige.

Francisco J. Gómez: Licenciado en Historia Antigua. Autor de más de cincuenta artículos en revistas de investigación y divulgación histórica. Imparte clases de religiones del mundo antiguo en el Instituto Bíblico y Oriental de León. Especialista en Bajo Imperio romano e historia de las creencias religiosas. Es autor de libros como Dioses, templos y oráculos (Nowtilus 2007), Breve historia de Jesús de Nazaret (Nowtilus, 2009) y Madrid, una ciudad para un Imperio (La librería, 2011). Julio Rodríguez: Doctor en Historia antigua. Especialista en ejército romano.  por esta misma institución. Autor de numeroso artículos, así como de libros de referencia obligada: Diccionario de las batallas de la historia de Roma (753 a.C.-476 d.C.) (Editorial Almena, 2017) y la Historia de las legiones romanas (Signifer, 2001). Luis Amela: Doctor en Geografía e Historia. Atesora dos doctorados más. Autor de más de doscientos cincuenta artículos y de una docena de libros sobre el mundo tardo helenístico, la República romana tardía y la numismática del mundo antiguo. Sus obras emblemáticas son: Cneo Pompeyo Magno. El defensor de la República (Signifer, 2003) y Mario y Sila (Punto Rojo Libros, 2021). Nacho de la Torre: Licenciado en Historia Antigua y Medieval.  Fue profesor de la Universidad de Oporto (Portugal). Ha publicado más de treinta artículos sobre el periodo tardoantiguo y medieval, del que es especialista. Autor de varios libros entre los que destacan: Breve historia de la Reconquista (2018), Breve historia de los Templarios (2021) y Breve historia de la Peste Negra (2022), los tres en la editorial Nowtilus. Emilio Campomanes: Licenciado en Arqueología e Historia Antigua.  Desde 1995 ha participado en más de un centenar de excavaciones en León y su provincia. Ha publicado en múltiples revistas científicas. Es autor de: Guía del León romano (Lobo Sapiens, 2006) y El legado de Roma en la provincia de León (El Forastero-Lobo Sapiens 2017).
Details
Weitere ISBN/GTIN9788413053554
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisePub Wasserzeichen
FormatE101
Verlag
Erscheinungsjahr2023
Erscheinungsdatum01.03.2023
Seiten404 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse8052 Kbytes
Artikel-Nr.11678764
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe


I
La batalla del Alia y el «saqueo» de Roma (387 a.C.)

Luis Amela Valverde
INTRODUCCIÓN

A principios del siglo IV a.C., a Roma le faltaban aún muchas décadas para llegar a ser lo que al final fue: uno de los Imperios más poderosos de la Antigüedad. Fundada, según la tradición, en el año 753 a.C. por Rómulo, que inauguró como rey el periodo monárquico de la Historia de Roma, durante muchos años la ciudad se concentró en sobrevivir en una región centroitálica, el Lacio, donde otros pueblos (latinos, sabinos, albanos y los propios etruscos, algunas de cuyas ciudades también ocupaban terrenos laciales) luchaban por lo mismo que los romanos. La combinación de audacia, tesón, suerte y un poco de ayuda de los dioses hizo que Roma sobreviviera y prosperara en un ambiente tan hostil.

Políticamente, la ciudad entró en una nueva época cuando, en el año 509 a.C., Tarquinio el Soberbio (de origen etrusco), el último rey de Roma, fue destronado y se instauró una República, dominada en sus primeros siglos por la aristocracia (los patricios), cuyos miembros se repartían el poder que antes concentraba el monarca y que ahora se dividía entre las magistraturas, de las cuales la más importante era el consulado (dos cónsules, que ocupaban sus cargos con periodicidad anual). Aunque a las citadas magistraturas les costó asentarse (por ejemplo, durante un periodo del siglo V a.C. desempeñaban el poder supremo un grupo variable y anual de «tribunos militares con poder consular») y la presión del pueblo (los plebeyos) provocó diversos conflictos sociales, la expansión militar romana era continua, lo que puso a Roma en contacto, violento en muchas ocasiones, con otros pueblos, como los ecuos, los volscos o los galos. Concretando un poco más, estos galos ocupaban las tierras del norte de la península itálica, región que acabó por conocerse como la Galia de más acá de los Alpes (Gallia Cisalpina) y, de todos los pueblos que se enfrentaron a Roma en esa época, fueron quizás los más extraños al modo de vida romano, por su organización social, costumbres, creencias, atuendos, armas y forma de combatir. Además eran étnicamente más «nordicos», y su aspecto físico no dejaba de intimidar, en cierto modo, a los romanos.

La batalla del Alia (Clades Alliensis) fue un enfrentamiento militar acaecido en el año 387 a.C. (según la cronología griega, mejor que el año 390 a.C. de la cronología varroniana) entre la República romana y la tribu gala de los senones, en la confluencia del río Alia con el Tíber, a 16 km al norte de la ciudad de Roma. Los galos derrotaron a los romanos, y poco después entraron en la propia Roma, que saquearon. Éste fue uno de los episodios más traumáticos de la historia romana, y el historiador clásico Tito Livio lo consideró el más calamitoso anterior a las Guerras Púnicas. Hay que tener en cuenta que no sería hasta el año 410 d.C., en que los visigodos de Alarico conquistaron Roma, que esta ciudad no fue ocupada de nuevo por una fuerza extranjera.

Las narraciones que hablan de estos sucesos y que se han conservado hasta la actualidad se escribieron al menos más de tres siglos después de estos eventos, por autores como Polibio, Tito Livio, Diodoro Sículo, Dionisio de Halicarnaso, Estrabón, Plutarco o Apiano. Hablar de acontecimientos que pasaron siglos atrás es complicado, sobre todo cuando se intenta de una manera u otra justificar el papel de Roma, de tal forma que no existe acuerdo entre las diferentes fuentes en temas tan trascendentales como la fecha de la batalla o el lugar exacto donde se desarrolló ésta.

Al ser imposible dar el testimonio de todas las variantes de estos eventos que presentan los escritores antiguos en el corto espacio de texto que disponemos, intentaremos ofrecer un resumen coherente. Además, como iremos viendo, gran parte de la información que ofrecen los autores clásicos son en parte mitológicos o transferencias de la historia griega, lo que en parte explica las discrepancias entre las diferentes narraciones. Sin ir más lejos, el relato de la toma de Roma por los galos se inspira en la toma de Atenas por los persas del rey aqueménida Jerjes I (480 a.C.).

En la actualidad se considera que los relatos de estos acontecimientos que se han conservado se basan en un pobre trasfondo histórico en el que una banda de guerreros galos en busca de botín derrotó a un ejército romano y llegó a saquear la ciudad de Roma. Este acontecimiento habría sido amplificado por la analística romana que lo habría utilizado como telón de fondo para introducir toda una serie de hechos dignos y heroicos. El alcance del evento y la destrucción atribuida a los galos se ampliaron para hacer de este desastre «una crisis de dimensiones cósmicas» que cuestiona el orden del mundo.

Según la tradición más extendida (ya conocida por Catón el Censor y Polibio, autores que escribieron en el siglo II a.C.), un tal Arrunte era el tutor de un joven aristócrata de la ciudad etrusca de Clusio (la actual Chiusi), de nombre Lucumón, quien sedujo a la esposa de Arrunte, y ambos intentaron asesinar a este último. Arrunte llevó a la pareja a juicio, pero con resultado negativo debido a la riqueza e influencia de Lucumón. En pos de su venganza, Arrunte decidió acudir a la Galia, a donde llevó vino (también se dice junto con otros productos mediterráneos tales como aceite de oliva e higos), que los lugareños desconocían, y que al descubrir tales delicias, éste les convenció de guiarlos a través de los Alpes a la región donde estos productos se originaban, es decir, a Clusio, prometiéndoles que sería fácil la conquista del territorio.

El episodio anterior parece ser completamente inventado. Tanto Arrunte como Lucumón (posiblemente en realidad un título designando una magistratura, y en la versión de Dionisio de Halicarnaso, el rey de Clusio, quien al morir deja a Arrunte como tutor de su hijo, un niño) son nombres comunes relacionados con la etapa monárquica de Roma. Quizás aquí se aluda a uno de tantos conflictos internos que azotaban las ciudades etruscas, en la que una facción pudo pedir ayuda a los galos, quizás como mercenarios. Todo esto parece ser un constructo para justificar la participación de los romanos en este episodio. De hecho, los productos mediterráneos eran ya conocidos en el mundo celta como mínimo desde hacía un siglo.

Igualmente, los celtas ya estaban instalados en el norte de Italia desde la Edad del Bronce (culturas arqueológicas de Canegrate y Golasecca). A partir del siglo VI a.C., comienza una migración masiva de elementos galos que cruzan los Alpes, que colonizan el valle del Po a costa de etruscos y vénetos, y que cristalizarían en una serie de tribus (lingones, boyos, etc.), entre las cuales se encontraba la de los senones, el grupo más meridional, que se estableció en las actuales Romaña y Las Marcas. No hacía falta que Arrunte los fuera a buscar a la Galia: ya se encontraban en Italia, aunque es muy posible que todavía los diferentes grupos galos no se hubieran establecido en un territorio concreto. Sea como fuere, los relatos de este conflicto solo mencionan a hombres, no a mujeres, niños o ancianos, con lo que no nos encontraríamos ante una migración en dirección a Etruria, sino a una razzia, ciertamente de envergadura.

De hecho, algunos especialistas han llamado la atención de la sincronía entre la presente expedición y la lucha que mantenían los etruscos junto con los cartagineses contra los griegos por la hegemonía en el mar Tirreno, encabezados estos últimos por el tirano Dionisio I de Siracusa (405-367 a.C.). Es muy posible que este último utilizase a los galos como mercenarios para sus enfrentamientos contra los etruscos. De hecho, Diodoro Sículo menciona el hecho de que los senones fueron derrotados por los etruscos después de que los primeros volvieran de la Italia meridional, cuando sabemos que Dionisio I había contratado gran número de mercenarios celtas para sus guerras en la Magna Grecia. En el año 384 a.C., Pirgi, el puerto de la ciudad etrusca de Caere (la actual Cerveteri), aliada de Roma, fue saqueado por la flota siracusana. De este hecho surgió la teoría de que el ataque galo contra Clusium (Chiusi) no era más que un movimiento patrocinado por Dionisio I, con objeto de debilitar a sus enemigos etruscos, en la que Roma fue una víctima colateral.



Estela funeraria de piedra de la necrópolis de Certosa di Bologna, Bolonia (s. IV a.C.) En la escena inferior se representa la lucha entre un jinete etrusco y un guerrero celta desnudo.



Al jefe de los senones se le denomina Breno, y solo aparece a partir de Tito Livio (no figura en autores anteriores como Polibio y Diodoro de Sicilia), homónimo del caudillo galo que dirigió la «gran expedición», iniciada en la Panonia, que azotó los Balcanes y que en el año 279 a.C. intentó tomar el santuario de Delfos. Por ello, se ha considerado que el Breno de los senones sería un «doble» del que asoló Grecia un siglo después de los acontecimientos que relatamos. Ahora bien, es muy posible que «Breno» no fuera un nombre propio (que significaría «cuervo») sino un título, el «jefe de guerra». Difícil es conocer la verdad. Como curiosidad, se denomina «escudo de Breno» al ganador del campeonato nacional de rugby francés.



Decadracma de plata de Siracusa de tiempos del tirano Dionisio I (495-367 a.C.), producida en la cúspide del poder y...



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Autor

Francisco J. Gómez: Licenciado en Historia Antigua. Autor de más de cincuenta artículos en revistas de investigación y divulgación histórica. Imparte clases de religiones del mundo antiguo en el Instituto Bíblico y Oriental de León. Especialista en Bajo Imperio romano e historia de las creencias religiosas. Es autor de libros como Dioses, templos y oráculos (Nowtilus 2007), Breve historia de Jesús de Nazaret (Nowtilus, 2009) y Madrid, una ciudad para un Imperio (La librería, 2011).
Julio Rodríguez: Doctor en Historia antigua. Especialista en ejército romano.  por esta misma institución. Autor de numeroso artículos, así como de libros de referencia obligada: Diccionario de las batallas de la historia de Roma (753 a.C.-476 d.C.) (Editorial Almena, 2017) y la Historia de las legiones romanas (Signifer, 2001).
Luis Amela: Doctor en Geografía e Historia. Atesora dos doctorados más. Autor de más de doscientos cincuenta artículos y de una docena de libros sobre el mundo tardo helenístico, la República romana tardía y la numismática del mundo antiguo. Sus obras emblemáticas son: Cneo Pompeyo Magno. El defensor de la República (Signifer, 2003) y Mario y Sila (Punto Rojo Libros, 2021).
Nacho de la Torre: Licenciado en Historia Antigua y Medieval.  Fue profesor de la Universidad de Oporto (Portugal). Ha publicado más de treinta artículos sobre el periodo tardoantiguo y medieval, del que es especialista. Autor de varios libros entre los que destacan: Breve historia de la Reconquista (2018), Breve historia de los Templarios (2021) y Breve historia de la Peste Negra (2022), los tres en la editorial Nowtilus.
Emilio Campomanes: Licenciado en Arqueología e Historia Antigua.  Desde 1995 ha participado en más de un centenar de excavaciones en León y su provincia. Ha publicado en múltiples revistas científicas. Es autor de: Guía del León romano (Lobo Sapiens, 2006) y El legado de Roma en la provincia de León (El Forastero-Lobo Sapiens 2017).