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Spanisch
Nowtiluserschienen am01.09.2024
Roma y sus legiones no siempre fueron victoriosas e invencibles. Los diversos pueblos con los que se toparon presentaron en muchos casos una fuerte resistencia a desaparecer dentro del mundo romano. Algunos de estos pueblos fueron alabados por los propios romanos, quienes les respetaban y, en gran medida, contaron su historia y a sus líderes más destacados. En este libro nos acercamos a alguno de estos pueblos desde el punto de vista militar. Abarcando un periodo largo desde los inicios del siglo III a. C. hasta el siglo V d.C. Y en escenarios tan distantes como las brumas de Britania, Hispania, la Galia o Germania, al soleado sur de Italia, el Ponto Euxino o las planicies de Oriente Medio, el libro logra capturar al lector e ilustrarle en un tono ameno, sin renunciar al nivel y rigor que el estudio de la Historia exige.

José Ignacio de la Torre: Licenciado en Historia Antigua y Medieval. Fue profesor de la Universidad de Oporto (Portugal). Ha publicado más de treinta artículos sobre el periodo tardoantiguo y medieval, del que es especialista. Autor de varios libros entre los que destacan: Breve historia de la Reconquista (2018), Breve historia de los Templarios (2021) y Breve historia de la Peste Negra (2022), los tres en Ediciones Nowtilus. Julio Rodríguez: Doctor en Historia antigua. Especialista en ejército romano. por esta misma institución. Autor de numeroso artículos, así como de libros de referencia obligada: Diccionario de las batallas de la historia de Roma (753 a.C.-476 d.C.) (Editorial Almena, 2017) y la Historia de las legiones romanas (Signifer, 2001). Luis Amela: Doctor en Geografía e Historia. Atesora dos doctorados más. Autor de más de doscientos cincuenta artículos y de una docena de libros sobre el mundo tardo helenístico, la República romana tardía y la numismática del mundo antiguo. Sus obras emblemáticas son: Cneo Pompeyo Magno. El defensor de la República (Signifer, 2003) y Mario y Sila (Punto Rojo Libros, 2021). Emilio Campomanes: Licenciado en Arqueología e Historia Antigua. Desde 1995 ha participado en más de un centenar de excavaciones en León y su provincia. Ha publicado en múltiples revistas científicas. Es autor de: Guía del León romano (Lobo Sapiens, 2006) y El legado de Roma en la provincia de León (El Forastero-Lobo Sapiens 2017). Los cuatro autores junto a Francisco José Gómez, ha publicado con gran éxito la obra Historia Militar de la Antigua Roma, campañas militares y batallas críticas de la República y el Imperio romano (Ediciones Nowtilus 2023).mehr

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KlappentextRoma y sus legiones no siempre fueron victoriosas e invencibles. Los diversos pueblos con los que se toparon presentaron en muchos casos una fuerte resistencia a desaparecer dentro del mundo romano. Algunos de estos pueblos fueron alabados por los propios romanos, quienes les respetaban y, en gran medida, contaron su historia y a sus líderes más destacados. En este libro nos acercamos a alguno de estos pueblos desde el punto de vista militar. Abarcando un periodo largo desde los inicios del siglo III a. C. hasta el siglo V d.C. Y en escenarios tan distantes como las brumas de Britania, Hispania, la Galia o Germania, al soleado sur de Italia, el Ponto Euxino o las planicies de Oriente Medio, el libro logra capturar al lector e ilustrarle en un tono ameno, sin renunciar al nivel y rigor que el estudio de la Historia exige.

José Ignacio de la Torre: Licenciado en Historia Antigua y Medieval. Fue profesor de la Universidad de Oporto (Portugal). Ha publicado más de treinta artículos sobre el periodo tardoantiguo y medieval, del que es especialista. Autor de varios libros entre los que destacan: Breve historia de la Reconquista (2018), Breve historia de los Templarios (2021) y Breve historia de la Peste Negra (2022), los tres en Ediciones Nowtilus. Julio Rodríguez: Doctor en Historia antigua. Especialista en ejército romano. por esta misma institución. Autor de numeroso artículos, así como de libros de referencia obligada: Diccionario de las batallas de la historia de Roma (753 a.C.-476 d.C.) (Editorial Almena, 2017) y la Historia de las legiones romanas (Signifer, 2001). Luis Amela: Doctor en Geografía e Historia. Atesora dos doctorados más. Autor de más de doscientos cincuenta artículos y de una docena de libros sobre el mundo tardo helenístico, la República romana tardía y la numismática del mundo antiguo. Sus obras emblemáticas son: Cneo Pompeyo Magno. El defensor de la República (Signifer, 2003) y Mario y Sila (Punto Rojo Libros, 2021). Emilio Campomanes: Licenciado en Arqueología e Historia Antigua. Desde 1995 ha participado en más de un centenar de excavaciones en León y su provincia. Ha publicado en múltiples revistas científicas. Es autor de: Guía del León romano (Lobo Sapiens, 2006) y El legado de Roma en la provincia de León (El Forastero-Lobo Sapiens 2017). Los cuatro autores junto a Francisco José Gómez, ha publicado con gran éxito la obra Historia Militar de la Antigua Roma, campañas militares y batallas críticas de la República y el Imperio romano (Ediciones Nowtilus 2023).
Details
Weitere ISBN/GTIN9788413054810
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisePub Wasserzeichen
FormatE101
Verlag
Erscheinungsjahr2024
Erscheinungsdatum01.09.2024
ReiheHistoria incógnita
SpracheSpanisch
Dateigrösse37342 Kbytes
Artikel-Nr.17483277
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe

Capítulo I
Los epirotas: Pirro

Luis Amela Valverde
EPIRO

Epiro (literalmente, «continente», en relación con las colonias corintias existentes en las islas Jónicas) es una antigua región actualmente dividida entre los Estados de Albania y Grecia. Grosso modo, esta región tenía como límite en la costa septentrional la bahía de Valona y en la costa meridional la bahía de Arta, con los montes Pindo en el interior. En Epiro existían al menos catorce tribus, todas ellas de lengua y etnia griegas, a pesar de que el historiador ateniense Tucídides (siglo v a. C.) los describió como barbaroi (debido a su forma de vida tribal, su organización y economía pastoril), que con el tiempo se fusionaron en unidades más grandes, probable-mente con objeto de proteger los derechos de pastoreo, siendo los caonios, los tesprotos y los molosos las más importantes y poderosas.

A partir del siglo VI a. C., los molosos, dirigidos por la dinastía de los Eácidas, comenzaron a ampliar su territorio, siendo los tesprotos su principal víctima, a los cuales arrebataron el santuario de Zeus en Dodona (siglo v a. C.) durante el reinado de Tarips (ca. 420-392 a. C.). Para aumentar su prestigio, la dinastía molosa construyó una genealogía de prestigio que se remontaba a la guerra de Troya, llevando incluso sus gobernantes nombres del ciclo troyano como Neoptólemo y Pirro, algo que era contrario a la costumbre general griega, pues era tradición no dar nombres de la Ilíada a personas vivas.

El primer rey moloso conocido fue Admeto, que dio asilo al famoso político ateniense Temístocles cuando fue expulsado de Atenas (década de los años 460 a. C.). Los molosos fueron asentando su poder en Epiro, donde primero se creó una Liga Molosa y luego una Liga Epirota, de la que el monarca de los molosos era el dirigente. El problema de Epiro a lo largo de toda su historia fue la sucesión de luchas dinásticas internas y minorías de edad de diversos monarcas, que no permitieron consolidarlo como un gran Estado.

A partir del siglo IV a. C., Epiro se vio cada vez más involucrado en los conflictos del mundo griego. En el año 360 a. C., la princesa Olimpiade se casó con el monarca macedonio Filipo II (359/355-336 a. C.) y fue madre del gran Alejandro Magno (336-323 a. C.). En el año 334 a. C., cuando Alejandro Magno cruzó a Asia para enfrentarse al Imperio aqueménida, el rey epirota Alejandro I el Moloso (343-331 a. C.) partía para la Magna Grecia en ayuda de la ciudad de Tarento, que estaba siendo atacada por los pueblos itálicos de los mesapios, lucanos, brucios y samnitas, un claro antecedente de la acción que poco después efectuará su pariente Pirro I (307-302 y 297-272 a. C.), quien era primo segundo del gran monarca macedonio. Tras unos éxitos iniciales, fue derrotado y muerto por sus enemigos en la batalla de Pandosia (331 a. C.). Parece ser que Alejandro I el Moloso firmó un tratado con la República romana.


Alejandro I el Moloso en Italia.

«Además, Alejandro, rey del Epiro, llamado a Italia por los tarentinos, que le pedían ayuda contra los brucios, había marchado con tanta diligencia como si en el reparto de toda la tierra a Alejandro, hijo de su hermana Olimpíade, le hubiera tocado en suerte el Oriente y a él el Occidente; pensaba que tendría no menor ocasión de hazañas en Italia, África y Sicilia que aquel en Asia y Persia».

Justino, Epítome de las historias filípicas de Pompeyo Trogo, 12, 2, 1-2.


Es justo tras la muerte de Alejandro I el Moloso cuando el término «Epiro» aparece por primera vez como una unidad política única. Un reflejo de ello es que las amonedaciones de los tres principales grupos tribales epirotas desaparecen y fueron sustituidos por uno a nombre de los «epirotas».

Epiro entró en otro momento de declive debido a las luchas internas dinásticas hasta la llegada al trono de Pirro, nuestro protagonista. Este convirtió a Epiro en una potencia en el Mediterráneo occidental, aunque por poco tiempo. Su hijo Alejandro II (272-252/242 a. C.) abandonó las conquistas de su padre en el Peloponeso, Macedonia y Tesalia así como las operaciones militares en Occidente. Sea como fuere, todavía la importancia de las hazañas de Pirro había creado tan profunda impresión que uno de los reyes helenísticos que recibieron una embajada del rey indio mauria Asoka (ca. 269-232 a. C.) fue Alejandro II.

Finalmente, con la muerte de Deidamia (bisnieta de Pirro), ca. el año 232 a. C., último miembro superviviente de la casa real eácida, se abolió la monarquía epirota, y fue sustituida por una república, que en la práctica era una confederación tribal renovada bajo el liderazgo de un magistrado electo o strategos. La Liga Epirota fue derrotada en la batalla de Fé-nice (231 a. C.) por los ilirios de Teuta, con los que firmaron una alianza, lo que les enajenó la amistad de la Liga Aquea y la Liga Etolia. Esta relación debió de finalizar tras la derrota de los ilirios en la primera guerra iliria (229-228 a. C.).

Aunque la Liga Epirota permaneció neutral en las dos primeras guerras de Macedonia (214-205 a. C. y 200-197 a. C.), finalmente se desintegró en la tercera guerra macedónica (171-168 a. C.), con los molosos apoyando a los mace-donios mientras que caonios y tesprotos se decantaron por los romanos. La respuesta romana fue demoledora. Se dice que setenta ciudades fueron destruidas y ciento cincuenta mil habitantes del Epiro, mayormente molosos, fueron esclavizados, cayendo el territorio en manos del caonio Caropo el Joven, aliado de los vencedores, que desarrolló un Gobierno despótico en la región.
ROMA Y TARENTO

Tras la guerra latina (340-338 a. C.) y las tres guerras samnitas (343-341 a. C., 326-304 a. C. y 298-290 a. C.), la República romana se había convertido no solo en la potencia dominadora de la Italia central, sino en la primera fuerza militar de la península itálica. Esta expansión puso a Roma en contacto directo con las ciudades griegas del sur de Italia, entre ellas Tarento.

Tarento fue fundada ca. el año 706 a. C. por Esparta (su única colonia, de hecho) tras la primera guerra mesenia (743-724 a. C.), en el denominado «tacón» de Italia. La polis fue una de las comunidades más influyentes e importantes del sur de Italia durante el siglo v y principios del siglo IV a. C., y parece haber sido un poder militar por derecho propio durante este periodo, disponiendo de un amplio territorio. En este particular hay que señalar al filósofo pitagórico Arquitas, que fue strategos durante siete años seguidos (367-361 a. C.), lo que supuso la edad de oro de la ciudad. La denominada «Liga Italiota» de ciudades griegas de la zona constituía un instrumento de dominación y control por parte de Tarento sobre sus vecinos.

Pero hacia la segunda mitad del siglo IV a. C., la preeminencia de las comunidades griegas en Italia meridional se desvanecía mientras luchaban contra las incursiones de varios pueblos itálicos que se encontraban en plena expansión desde el interior hacia las zonas costeras y, aunque los tarentinos pudieron mantener un alto nivel de riqueza y cultura, a menudo necesitaron buscar ayuda en el exterior en sus conflictos militares, con la presencia de auténticos condotieros avant la lettre. El primero fue el rey espartano Arquidamo III (360-338 a. C.), que luchó principalmente contra los lucanos hasta su derrota y muerte en Manduria (338 a. C.). A este le siguió el ya mencionado Alejandro I el Moloso, el cual también combatió contra varios pueblos itálicos. Los enfrentamientos fueron constantes.

Epiro y Roma (según A. Bereznay).

Los tarentinos entraron en conflicto con los romanos por primera vez en el año 303 a. C., tras la segunda guerra samnita. Como aquellos vieron peligrar su tradicional esfera de influencia, y ya en guerra contra los lucanos, de nuevo miraron en dirección a su metrópoli, Esparta. Como respuesta, se envió al príncipe Cleónimo con una fuerza mercenaria, cuyos efectivos amplió en Magna Grecia, y que logró varios triunfos, hasta que su carácter despótico le hizo perder sus apoyos y se vio obligado a retirarse de Italia.

A pesar de este fracaso, Tarento pudo firmar en el año 302 a. C. un tratado con Roma por el cual parece que se reconocía la influencia tarentina sobre las comunidades griegas del sur de Italia, y los romanos no podían sobrepasar el cabo Lacinio (actual cabo Colonna), el límite meridional del golfo de Tarento. Evidentemente, esto no era más que una especie de tregua.

Tras la tercera guerra samnita, los romanos fundaron varias colonias en las regiones suritálicas de Apulia y Lucania. Como potencia hegemónica, Roma recibió peticiones de ayuda de varias comunidades de la Magna Grecia, como Regio, Crotona y Locros. Más importante aún, en el año 282 a. C., Turios, que los tarentinos consideraban dentro de su esfera de influencia, pidió auxilio a los romanos contra los ataques de los lucanos; los romanos respondieron mandando una guarnición a la ciudad, con lo que llegaron por primera vez al golfo de Tarento.

Conquista romana de Italia...
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Autor

José Ignacio de la Torre: Licenciado en Historia Antigua y Medieval. Fue profesor de la Universidad de Oporto (Portugal). Ha publicado más de treinta artículos sobre el periodo tardoantiguo y medieval, del que es especialista. Autor de varios libros entre los que destacan: Breve historia de la Reconquista (2018), Breve historia de los Templarios (2021) y Breve historia de la Peste Negra (2022), los tres en Ediciones Nowtilus. Julio Rodríguez: Doctor en Historia antigua. Especialista en ejército romano. por esta misma institución. Autor de numeroso artículos, así como de libros de referencia obligada: Diccionario de las batallas de la historia de Roma (753 a.C.-476 d.C.) (Editorial Almena, 2017) y la Historia de las legiones romanas (Signifer, 2001). Luis Amela: Doctor en Geografía e Historia. Atesora dos doctorados más. Autor de más de doscientos cincuenta artículos y de una docena de libros sobre el mundo tardo helenístico, la República romana tardía y la numismática del mundo antiguo. Sus obras emblemáticas son: Cneo Pompeyo Magno. El defensor de la República (Signifer, 2003) y Mario y Sila (Punto Rojo Libros, 2021).
Emilio Campomanes: Licenciado en Arqueología e Historia Antigua. Desde 1995 ha participado en más de un centenar de excavaciones en León y su provincia. Ha publicado en múltiples revistas científicas. Es autor de: Guía del León romano (Lobo Sapiens, 2006) y El legado de Roma en la provincia de León (El Forastero-Lobo Sapiens 2017). Los cuatro autores junto a Francisco José Gómez, ha publicado con gran éxito la obra Historia Militar de la Antigua Roma, campañas militares y batallas críticas de la República y el Imperio romano (Ediciones Nowtilus 2023).
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Amela, Luis