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Los chicos del ferrocarril

E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
216 Seiten
Spanisch
Siruelaerschienen am27.02.20151. Auflage
Después de que su padre se ausentara misteriosamente de casa, Bobbie, Peter y Phyllis se mudan con su madre a una pequeña casa de campo llamada las Tres Chimeneas, al lado de una estación de tren. Pronto los niños descubren cuánta diversión se esconde en ese mundo nuevo para ellos y se hacen amigos de todos, desde el jefe de estación hasta de un señor mayor que los saluda cada mañana a las 9:15 en punto, cuando pasa el tren en el que viaja. Pero el misterio de la desaparición de su padre se cierne sobre ellos. ¿Dónde estará? ¿Va a volver?Este clásico de Nesbit, de prosa sencilla y lúcida, es una de las historias más entrañables sobre el paso de la infancia a la edad adulta que se han escrito.

Edith Nesbit (Londres, 1858-1924) escritora y poetisa que viajó por Inglaterra, España y Francia. Se casó a los 21 años con el político Hubert Bland, con quien tuvo cinco hijos. Su vida fue una continua lucha contra la rectitud victoriana de la época. Es conocida por sus libros para niños llenos de humor y con un estilo innovador que, en ocasiones, desarrolla las aventuras de los protagonistas en una realidad cotidiana con elementos mágicos.
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Verfügbare Formate
TaschenbuchKartoniert, Paperback
EUR22,90
E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
EUR8,99

Produkt

KlappentextDespués de que su padre se ausentara misteriosamente de casa, Bobbie, Peter y Phyllis se mudan con su madre a una pequeña casa de campo llamada las Tres Chimeneas, al lado de una estación de tren. Pronto los niños descubren cuánta diversión se esconde en ese mundo nuevo para ellos y se hacen amigos de todos, desde el jefe de estación hasta de un señor mayor que los saluda cada mañana a las 9:15 en punto, cuando pasa el tren en el que viaja. Pero el misterio de la desaparición de su padre se cierne sobre ellos. ¿Dónde estará? ¿Va a volver?Este clásico de Nesbit, de prosa sencilla y lúcida, es una de las historias más entrañables sobre el paso de la infancia a la edad adulta que se han escrito.

Edith Nesbit (Londres, 1858-1924) escritora y poetisa que viajó por Inglaterra, España y Francia. Se casó a los 21 años con el político Hubert Bland, con quien tuvo cinco hijos. Su vida fue una continua lucha contra la rectitud victoriana de la época. Es conocida por sus libros para niños llenos de humor y con un estilo innovador que, en ocasiones, desarrolla las aventuras de los protagonistas en una realidad cotidiana con elementos mágicos.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788416280957
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisDRM Adobe
FormatE101
Verlag
Erscheinungsjahr2015
Erscheinungsdatum27.02.2015
Auflage1. Auflage
Reihen-Nr.253
Seiten216 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse1506 Kbytes
Artikel-Nr.2993659
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe

Prólogo

LOS ENCANTAMIENTOS DE LA ESPERA

«Ocurren cosas maravillosas y muy bonitas, ¿verdad? Y vivimos casi toda nuestra vida esperándolas», dice casi al final del libro el Señor Mayor, uno de los personajes de Los chicos del ferrocarril.

Esta historia, uno de los relatos infantiles más leídos y conocidos en el Reino Unido, con dramatizaciones radiofónicas en la BBC, musicales, series de televisión y varias películas (de las cuales, la más conocida es la versión de 1970, en donde Jenny Agutter, que en una adaptación posterior interpretará a la madre, hace aquí de Bobbie, es decir, de hija mayor), fue publicada por primera vez en Inglaterra en 1906 y desde entonces no ha dejado de editarse.

Cuando E. Nesbit la escribió, tenía cuarenta y siete años y ya había vivido intensamente y desafiado todos los prejuicios de su época: llevaba el pelo corto, iba en bicicleta, fumaba, se vestía sin corsé, se había quedado embarazada sin estar casada, había criado prácticamente sola a sus hijos y había escrito la mayor parte de su obra infantil, cuando escribir era un asunto reservado a los hombres.

Sin embargo, como el Señor Mayor de Los chicos del ferrocarril, seguía esperando que ocurrieran cosas «maravillosas y muy bonitas». ¿Qué podía esperar una mujer que a principios del siglo XX ya había vivido todo esto? Pues algo más bien sencillo: esperaba a que algún día se la reconociese como una escritora «seria», una poetisa que no se viera obligada a ganarse la vida con otros géneros y a no tener que esconder su nombre femenino, Edith, bajo un impersonal «E.».

Lo que no sospechaba la autora de libros tan conocidos como Los buscadores de tesoros o La casa del fin del mundo, es que en esa espera de un futuro «más serio», se estaba convirtiendo, sin quererlo, en lo que fue: la primera escritora moderna de literatura para niños, capaz de crear un mundo enteramente mágico. Se trata de un tipo de historias en donde todo es posible: que los objetos vivan, que los animales hablen y que, a la vez, los niños sean creíbles y vivan en escenarios reales.

Estas historias, además, tuvieron una de gran influencia en autores posteriores, incluyendo P. L .Travers (autora de Mary Poppins), Edward Eager, Diana Wynne Jones, J. K. Rowling y C. S. Lewis. Este último novelista incluso menciona a los conocidos chicos de Bastable de Nesbit en su obra El sobrino del mago.

E. Nesbit nació en 1858 en Londres. La menor de seis hermanos, creció en el campo, donde su padre, pionero y experto en fertilización, dirigía la primera escuela para agricultores. Pero su progenitor murió cuando Edith tenía cuatro años, dejando a la familia en la pobreza. A través de sus libros, Nesbit siempre quiso recuperarlo y el esquema que se repite en todas sus novelas es el de una familia que tiene que lidiar con la pobreza y una muerte inesperada. El grito de Bobbie al final de Los chicos del ferrocarril («¡Oh, mi Papá, mi Papá!») es uno de los finales más reconocibles y tiernos de la literatura infantil inglesa.

Posteriormente, la enfermedad de su hermana mayor (sufría de tisis) llevó a la familia por Francia, España y Alemania, antes de instalarse durante tres años en Halstead Hall, al noroeste de Kent, lugar que le inspiró el escenario de Los chicos del ferrocarril. Se cuenta que en Francia tuvo su primer encuentro con el terror: fue a visitar un museo de momias esperando encontrar la estética egipcia y terminó en una catacumba, rodeada de doscientos cadáveres con la piel colgando, niños incluidos. Edith sintió miedo a la oscuridad hasta que tuvo sus propios hijos.

A los dieciocho, Nesbit conoció al empleado de Banca Hubert Bland. Embarazada de siete meses, se casan en 1880, aunque no se iría inmediatamente a vivir con él: Bland prefirió seguir aprovechando las comodidades que le ofrecía la casa de su madre, dejando que su mujer se las apañara sola. El matrimonio fue un desastre desde el primer momento. Como la madre de Los chicos del ferrocarril, Nesbit tuvo que sacar adelante a sus hijos vendiendo poemas e historias a editores reticentes («Si el editor era sensato, había bollos para merendar», dice en un momento dado el narrador).

Junto a Hubert, Edith fundó la Sociedad Fabiana, movimiento británico cuyo propósito era avanzar en la aplicación de los principios del socialismo y de la que formaron parte, entre otros, el escritor George Bernard Shaw, la anarquista Charlotte Wilson, la feminista Emmeline Pankhurst y el escritor H. G. Wells.

Poco después, cuando esperaba su segundo hijo, su marido enfermó y su socio lo estafó. De nuevo Edith tuvo que recurrir a todo lo que sabía hacer para mantener la casa: pintaba tarjetas de Navidad, recitaba y seguía escribiendo. Fue entonces cuando su editor la convenció de que, debido a los prejuicios de la época, nadie iba a leer aventuras escritas por una mujer, y decidió quedar en la historia de la literatura como «E.».

La vida de E. Nesbit fue una pura contradicción, una lucha entre el deseo de ser una bohemia y la rectitud victoriana de la época. Lo más curioso es que su visión de la mujer era increíblemente tradicional. Cuando su amiga Eleanor Marx (hija del conocido militante comunista alemán) anunció su intención de vivir con otro hombre, Nesbit (junto con toda la Sociedad Fabiana) se escandalizó. Nunca apoyó el sufragio femenino y su marido defendía continuamente en los periódicos la necesidad de que la mujer estuviera en su lugar (incluso cuando la suya continuaba siendo la que traía el pan a casa). Además de todo esto, la relación con sus propios hijos distaba mucho de ser la relación cercana que aparece en Los chicos del ferrocarril. Su segundo hijo, Fabian (llamado así por la sociedad), murió en casa de una operación de amígdalas porque nadie se molestó en advertirle de que no podía comer antes de la anestesia.

Pero quizá el más desgraciado de todos sus hijos fue Paul, el mayor. Para Edith era el constante recordatorio de las irregularidades de su vida doméstica y su padre, que siempre lo consideró algo torpe, se dedicó a ignorarlo. Los chicos del ferrocarril está dedicado a él: «A mi querido hijo, Paul Bland, detrás de cuyo conocimiento del ferrocarril se cobija confiadamente mi ignorancia». Para cuando el libro fue publicado, Paul ya era adulto y se había marchado a la ciudad huyendo del mundo desquiciante de su madre. Los chicos del ferrocarril encuentran una inesperada libertad justo al contrario, es decir, escapando de la ciudad, hasta el punto de que uno ya no los puede imaginar regresando una vez resuelto el asunto del padre.

Pero la vida de Paul, lastrada por su infancia, no tenía una fácil reconciliación. Para este chico del ferrocarril no hubo un final feliz: cada vez más deprimido, se quitó la vida, en 1940 ingiriendo veneno a la edad de sesenta años.

Estas contradicciones se reflejan en Los chicos del ferrocarril. A pesar de la aparente caída en desgracia del padre, la madre sigue siendo una señora reconocida como tal por la gente del pueblo. Bobbie, la hija mayor, es una versión en miniatura de la madre, que se mueve entre las ganas que tiene de divertirse y la necesidad de comportarse como una señorita. Otra contradicción con las aspiraciones feministas de Nesbit aparece en esta novela cuando el doctor le dice a Peter que «los hombres tienen que hacer los trabajos mundanos sin tener miedo de nada, y que por eso tienen que ser duros y valientes. Pero las mujeres tiene que vigilar a sus bebés y abrazarlos y cuidarlos, y ser muy pacientes y amables».

Hay, en general, a lo largo de toda la novela un afán de convencer al lector de que la madre es un ser angelical (por ejemplo, cuando el Señor Mayor le recuerda a Bobbie que su madre vale mucho, o cuando el médico le recalca que tiene mucho coraje), cuando uno está pensando que en realidad esa madre, por mucho que deba trabajar para sacar adelante a la familia, poco se ocupa de unos niños que deambulan solos de un lado a otro durante todo el día, y que además están llenos de dolor porque el padre ha desaparecido de sus vidas de manera misteriosa.

«Ocurren cosas maravillosas y muy bonitas, ¿verdad? Y vivimos casi toda nuestra vida esperándolas»..., pero ¿qué esperan Bobbie, Phyllis y Peter?

Porque los protagonistas de Los chicos del ferrocarril también esperan. La historia, que se diferencia de los clásicos relatos de Nesbit, mucho más fantásticos, comienza cuando el padre, un funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores, desaparece de forma inesperada y en extrañas circunstancias por un caso de espionaje. Es entonces cuando la madre y los chicos tienen que abandonar su feliz y holgada vida familiar en Londres para ir a vivir modestamente a una pequeña casita -llamada Tres Chimeneas- en el campo. Mientras se dedican a esperar el regreso del padre, los niños encuentran entretenimiento en una cercana estación de ferrocarril, y hacen amistad con el mismísimo jefe de estación, con Perks, el mozo, o con el intrigante Señor Mayor que los saluda puntualmente desde el tren de las 9:15 y que, por extrañas circunstancias, se encargará de probar la inocencia del padre. Mientras tanto, la familia toma a su cuidado a un exiliado ruso que buscaba reencontrarse con los suyos, y finalmente salen a relucir los sorprendentes lazos de la familia de los chicos con el misterioso Señor Mayor.

Por debajo de la trama, en la que todas las piezas -y este es uno de los mayores logros del libro- encajan a la...
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Autor

Edith Nesbit (Londres, 1858-1924) escritora y poetisa que viajó por Inglaterra, España y Francia. Se casó a los 21 años con el político Hubert Bland, con quien tuvo cinco hijos. Su vida fue una continua lucha contra la rectitud victoriana de la época. Es conocida por sus libros para niños llenos de humor y con un estilo innovador que, en ocasiones, desarrolla las aventuras de los protagonistas en una realidad cotidiana con elementos mágicos.