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E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
464 Seiten
Spanisch
NOWTILUSerschienen am01.04.20131. Auflage
Unos asesinos con una inteligencia superior a la media idean un macabro juego de rol que los convertirá en los mayores asesinos en serie de la historia de España. Julen Baigorri y Pau Caró son dos jóvenes de familia acomodada que tienen una inteligencia excepcional, seducidos por la filosofía griega y por las teorías del cristianismo gnóstico idean un juego de rol que presentan a un concurso. No les conceden ningún premio a pesar de la complejidad del juego y por eso deciden vengarse: su venganza será llevarlo a la realidad. Este es el seductor motor de arranque de Demiurgo, el despertar de los necios, un juego entre estos dos asesinos y una serie de investigadores, algunos profesionales y otros no, que llevará al lector a una carrera por evitar una masacre. Son varias las virtudes de Ferrán Cubells y Francisco Elipe como narradores: una de ellas es la capacidad de llevar la trama con las motivaciones de los asesinos ocultas hasta el desvelamiento final, otra es el dinamismo que consiguen en la obra mediante los ágiles diálogos y las descripciones escuetas y precisas y, por último, la capacidad de construir una obra con diversos narradores y de acomodar la voz y el tono a cada uno de ellos sin que la obra pierda su linealidad y sin que se convierta en un híbrido indigerible. Una novela negra con todas las virtudes del género. Razones para comprar la obra: - El ritmo narrativo es trepidante con una inteligente trama de asesinatos. - El argumento fluctúa continuamente entre aspectos más costumbristas, incluidos giros dialécticos, y otros más sórdidos, truculentos y macabros. - El planteamiento del libro es muy original, ya que es un juego de rol el que hace que la novela avance, también el desenlace es novedoso pues no importa tanto quién comete los crímenes como por qué se cometen.

Paco Elipe nació en 1964 en Zaragoza. Trabajó de marino y como patrón de cabotaje. Trabaja en Repsol. Sus grandes aficiones son la lectura e internet. Ferrán Cubells estudió Económicas, trabajó en el sector electrónico y en la actualidad trabaja en Repsol. Su verdadera pasión es la música.
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Verfügbare Formate
TaschenbuchKartoniert, Paperback
EUR35,58
E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
EUR9,99

Produkt

KlappentextUnos asesinos con una inteligencia superior a la media idean un macabro juego de rol que los convertirá en los mayores asesinos en serie de la historia de España. Julen Baigorri y Pau Caró son dos jóvenes de familia acomodada que tienen una inteligencia excepcional, seducidos por la filosofía griega y por las teorías del cristianismo gnóstico idean un juego de rol que presentan a un concurso. No les conceden ningún premio a pesar de la complejidad del juego y por eso deciden vengarse: su venganza será llevarlo a la realidad. Este es el seductor motor de arranque de Demiurgo, el despertar de los necios, un juego entre estos dos asesinos y una serie de investigadores, algunos profesionales y otros no, que llevará al lector a una carrera por evitar una masacre. Son varias las virtudes de Ferrán Cubells y Francisco Elipe como narradores: una de ellas es la capacidad de llevar la trama con las motivaciones de los asesinos ocultas hasta el desvelamiento final, otra es el dinamismo que consiguen en la obra mediante los ágiles diálogos y las descripciones escuetas y precisas y, por último, la capacidad de construir una obra con diversos narradores y de acomodar la voz y el tono a cada uno de ellos sin que la obra pierda su linealidad y sin que se convierta en un híbrido indigerible. Una novela negra con todas las virtudes del género. Razones para comprar la obra: - El ritmo narrativo es trepidante con una inteligente trama de asesinatos. - El argumento fluctúa continuamente entre aspectos más costumbristas, incluidos giros dialécticos, y otros más sórdidos, truculentos y macabros. - El planteamiento del libro es muy original, ya que es un juego de rol el que hace que la novela avance, también el desenlace es novedoso pues no importa tanto quién comete los crímenes como por qué se cometen.

Paco Elipe nació en 1964 en Zaragoza. Trabajó de marino y como patrón de cabotaje. Trabaja en Repsol. Sus grandes aficiones son la lectura e internet. Ferrán Cubells estudió Económicas, trabajó en el sector electrónico y en la actualidad trabaja en Repsol. Su verdadera pasión es la música.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788499674995
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisePub Wasserzeichen
FormatE101
Verlag
Erscheinungsjahr2013
Erscheinungsdatum01.04.2013
Auflage1. Auflage
Seiten464 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse5121 Kbytes
Artikel-Nr.3130884
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe

Génesis


Verano del 2000

En el vestíbulo del hotel Bexton-Valencia se vivía el trajín típico de principios de julio. Los amables recepcionistas se afanaban en atender a los turistas que se agolpaban en el mostrador solicitando información de los muchos lugares de interés que una ciudad como Valencia ofrece al viajero.

Al fondo se encontraba el salón, con una pequeña pero coqueta barra de bar. El camarero sacaba brillo a una de las copas mirando de soslayo el generoso escote que lucía una clienta, la cual degustaba un cóctel de llamativos colores. En uno de los rincones de la estancia, sentado en un cómodo sillón con un gin-tonic en la mesa y ajeno absolutamente a la vorágine veraniega, se hallaba Paco Toel, conocido articulista y director de un programa radiofónico sobre temas esotéricos y fenómenos extraños. Su presencia en el hotel se debía a su participación como miembro del jurado de un certamen de juegos de rol.

En el transcurso de la semana habían estudiado y debatido sobre el medio centenar de módulos que los aspirantes habían enviado. Por fin, ayer viernes, por unanimidad alcanzaron un veredicto, otorgando el triunfo a La isla. Para Toel no ganó su favorita, ya que La isla era una burda copia del juego de rol por excelencia, Dungeons & Dragons.

Paco Toel, zaragozano de treinta y seis años, de tez muy morena, complexión fuerte y barriga cervecera, observaba su «magdalena», nombre que pusieron Toel y sus amigos al gin-tonic con limón exprimido cuando comprobaron que, a medida que se agotaba, la pulpa del limón se quedaba adherida en el vaso, semejando los trozos de magdalena empapada del líquido en la taza del desayuno. Huelga decir que este descubrimiento fue realizado en una barra de bar un sábado cualquiera cuando ya amanecía.

«Esta magdalena me está poniendo tontorrón. Será que he pasado cinco días sin salir de una habitación con siete colegas leyendo historias (muchas de ellas absurdas) y, tras interminables discusiones, no venciera mi favorita», reflexionó.

Tomando una carpeta marrón de encima de la mesa, murmuró: «Más papelotes para casa». No sabía por qué, de todos los eventos en los que participaba -concursos, premios, etc.- se acababa llevando las sinopsis de los finalistas, incrementando con ello el ataque de nervios de su amigo Juan Martini cuando le visitaba en su despacho. Este era el rey del orden, del etiquetado y de los archivos, mientras que Toel era el rey del «manga por hombro», aunque, eso sí, lo justificaba diciendo que era una «desorganización organizada».

«Este Juanito es la leche», pensó al tiempo que sonreía. Llevaba más de semana y media sin tener noticias de él -incluso con el lío del concurso le había dejado tres mensajes- sin obtener ninguna respuesta a las llamadas.

Hojeando los borradores, llegó a la historia que a él le había fascinado: La Anástasis, un juego original cuya trama era la siguiente: un endriago estaba encerrado en la más recóndita mazmorra de un castillo feudal. Allí cautiva a su carcelero con futuras promesas para que le suministre el flujo vital de diferentes castas. Había que ir matando con diferentes aparatos de tortura de la época hasta llegar al señor feudal. Cuando dicho ser fue alimentado de la sangre, surge de la oscuridad y en el castillo reina el mal, el horror y el miedo.

Todos estuvieron de acuerdo en que era la más brillante de todas las tramas, pero optaron por La isla. Esta historia perseguía el bien, y consideraron que, con los últimos acontecimientos acaecidos en diferentes partes del mundo -algunos jugadores no habían sabido separar la ficción de la realidad-, no era aconsejable que venciera La Anástasis, que realzaba el arte de matar. «Muerte, sangre, terror». Todo lo había conocido en primera persona el fatídico año de 1999.

Apuró la «magdalena», se levantó y encaminó sus pasos hacia la barra del bar. Todavía le recorría un escalofrío por la espalda al recordar los sucesos del año pasado. Apoyándose en una esquina de la barra, llamó al barman:

-Hola. Me pones otro gin-tonic con limón exprimido, por favor -solicitó con voz profunda.

-Inmediatamente, caballero -y, acompañando sus palabras, se prestó con celeridad a preparar la copa.

Toel, aún ensimismado por aquellos turbadores acontecimientos, observó como el barman ultimaba la mezcla de los ingredientes.

-Su copa, señor. Deseo que sea de su agrado -anunció el barman, sirviéndole la copa con un llamativo posavasos del hotel y devolviéndolo al presente.

-Muchas gracias. Seguro que sí. El primero estaba cum laude -le contestó con una sonrisa-. Perdona, ¿te llamasâ¦?

-Carlos, señor. Para servirle -respondió el barman acercándose a Toel y pensando en una buena propina.

-Carlos, supongo que sabrás donde puede ir un casi cuarentón como yo a divertirse un sábado por la noche.

-No ha podido elegir mejor lugar para ello. A seiscientos metros de la puerta del hotel se encuentra el barrio del Carmen, allí seguro que halla lo que busca. Los bares de copas y discotecas están todos juntos; es sin duda la zona de marcha de Valencia.

-No se hable más: está decidido. Que se vayan preparando las señoritas o señoras: ¡Paco Toel ataca de nuevo! -sentenció con cara picarona mientras apuraba la «magdalena» en largos tragos-. Apunta dos pelotazos en la cuenta; paga la editorial. -Le guiñó el ojo en medio de una gran carcajada y, dejando una generosa propina, se encaminó hacia la recepción del hotel.

Carlos observó como se alejaba. Su experiencia le permitía catalogar a los clientes. A Toel lo incluyó en el grupo de «buena gente». Gracias a Dios, era el más habitual.

Toel se dirigió a la recepción, dejó la carpeta con las llaves y salió al exterior del hotel. El impacto que recibió de la canícula le hizo dudar durante unos instantes si era mejor quedarse en la comodidad del hotel o seguir sus instintos. Pero el calor interior pudo al exterior y avanzó por la calle con paso decidido. A medida que se alejaba observó la fachada del Bexton-Valencia, conservaba el estilo de palacete de los edificios de la zona del centro. Se encontraba a pocos minutos de la espléndida catedral, de la iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados y de la famosa torre del Miguelete. Sin embargo sus pies no entendían de cultura y lo encaminaron hacia las primeras luces de neón que ya vislumbraba en la lejanía. Se alisó los bermudas, estiró la camisa para disimular el «airbag» y se sumergió en el ambiente, a la búsqueda de los placeres que la noche le reservaba.

Los huéspedes de una de las habitaciones con terraza de la sexta planta del hotel no participaban del ambiente veraniego. Sentado en una de las cómodas hamacas estaba Pau Caró, de veinticuatro años, anchas espaldas, abdominales moldeados en gimnasio, piel cuidada, bellas facciones y ojos de un azul de los que su avi decía que reflejaban todos los matices del Mediterráneo en un día de primavera, aunque en realidad su mirada más bien transportaba a las gélidas aguas del mar Ártico.

Su mirada perdida no estaba admirando el bello panorama que la privilegiada habitación le ofrecía. Se levantó con rictus serio y entró a la habitación, donde el aire acondicionado mitigaba el bochorno del exterior. Se dirigió hacia la cama doble para tumbarse. El minibar estaba abierto mostrando una importante escasez de existencias. La puerta del baño estaba cerrada, pero el sonido de la ducha le informaba de que su compañero Julen se refrescaba de la calurosa tarde de julio.

En la mesita del escritorio una bola de diez gramos de coca traída en valija diplomática de un país sudamericano -no hay nada como tener amistades «peligrosas»- esperaba a sus adictos dueños. El sudor empezaba a secarse, sin embargo la sangre le hervía por dentro.

¡Que me suceda esto a mí!, ¡a Pau Caró!, de los Caró de Barcelona. Licenciado en Filosofía por la prestigiosa Universidad Pontificia de Comillas. Sobresaliente en la tesis Evolución del gnosticismo en la Edad Media. Admitido en la Loyola University de Chicago para realizar un máster el próximo año. Después de emplear seis meses de un año sabático en crear el juego La Anástasis, ocho incompetentes jurados dan ganador a La isla. ¡Puag!, juego de bellas principitas y maravillosos guerreros que luchan con monstruosos bichos en mundos imaginarios (pero qué repetitivosâ¦) para que al final todos sean felices y coman perdices. ¿Qué sabrán ellos de la lucha y la opresión de lo material con el pensamiento filosófico?, del triunfo del Demiurgo, imponiendo la esclavitud a los hombres de las pasiones materiales, alejándolos de lo único puro: el pensamiento.

Absorto en sus reflexiones, dio un respingo al sentir la melodía de su móvil. Era su querido abuelo.

-¡Hola, avi!, ¿qué tal estás?, ¿dónde te encuentras? -contestó con renovadas energías.

-Tranquilo, estoy bien, bordeando las costas ibicencas a bordo del Montse II. ¿Qué tal vuestro proyecto?, ¿ya sabéis el resultado de la votación?

-Sí, avi, hemos sido finalistas, pero el primer premio y la publicación del juego se lo han dado a una especie de cuento de hadas.

-Bueno, no ha estado del todo mal...

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Paco Elipe nació en 1964 en Zaragoza. Trabajó de marino y como patrón de cabotaje. Trabaja en Repsol. Sus grandes aficiones son la lectura e internet.
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