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Lo que solo les pasa a los demás

E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
290 Seiten
Spanisch
Editorial Alrevéserschienen am15.01.20241. Auflage
Marc Olván es un abogado de oficio en horas bajas, enamoradizo y alcohólico, que no pasa precisamente por un gran momento. Lidia Pedralba es una madre desesperada porque su hijo está en prisión preventiva, a la espera de juicio, acusado de violar a un niño de cuatro años. Pedralba necesita un abogado para actuar contra Daniel Trujillo, el juez qua ha enviado a la cárcel a su hijo sin ni siquiera escucharlo, a la vez que ha dejado en libertad al jefe del peligroso clan de los Klimovski, que hace ya unas décadas que controla el tráfico de drogas y armas en Barcelona. Olván será el escogido para llevar a cabo la investigación.   No lo tendrá fácil: en una ciudad que es escenario de la escisión de los partidos independentistas, el tal Trujillo se cree el amo del mundo. Él y sus amigos, como el inspector Regueira, dictan sentencias y órdenes expeditivas y se lo pasan en grande en la discoteca Racket, un local de moda nocturno de Barcelona donde se encuentran encantadoras mujeres y extravagantes personajes. Olván se implicará a fondo en el caso y será testigo de las idas y venidas de Trujillo con los Klimovski, y de las luchas internas del clan.

Andreu Martín (Barcelona, 1949) es escritor especializado en novela negra y policíaca desde que en 1979 publicó Aprende y calla. En 1980 recibió el premio Círculo del Crimen por Prótesis. Posteriormente, ha escrito numerosas obras del género que han sido galardonadas, como Si es o no es (con el Deutsche Krimi Preis International a la mejor novela policíaca publicada en Alemania), Barcelona connection y El hombre de la navaja (las dos con premios Hammett), Bellísimas personas (que, además del Hammett, también obtuvo el premio Ateneo de Sevilla) o De todo corazón (premio Alfons el Magnànim). Además, ha recibido el prestigioso premio Pepe Carvalho, en el festival BCNegra, que galardona toda una trayectoria. Ha escrito también género erótico y novela infantil, donde, juntamente con Jaume Ribera, ha creado el personaje de Flanagan, cuya primera novela, No pidas sardinas fuera de temporada, recibió el Premio Nacional de Literatura Juvenil. El Harén del Tibidabo (2018), Todos te recordarán (2019), La favorita del Harén (2020), Vais a decir que estoy loco (2021) y La cuarta chica por la izquierda (2023) han sido sus últimas novelas publicadas en Alrevés.
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Verfügbare Formate
TaschenbuchKartoniert, Paperback
EUR29,00
E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
EUR8,99

Produkt

KlappentextMarc Olván es un abogado de oficio en horas bajas, enamoradizo y alcohólico, que no pasa precisamente por un gran momento. Lidia Pedralba es una madre desesperada porque su hijo está en prisión preventiva, a la espera de juicio, acusado de violar a un niño de cuatro años. Pedralba necesita un abogado para actuar contra Daniel Trujillo, el juez qua ha enviado a la cárcel a su hijo sin ni siquiera escucharlo, a la vez que ha dejado en libertad al jefe del peligroso clan de los Klimovski, que hace ya unas décadas que controla el tráfico de drogas y armas en Barcelona. Olván será el escogido para llevar a cabo la investigación.   No lo tendrá fácil: en una ciudad que es escenario de la escisión de los partidos independentistas, el tal Trujillo se cree el amo del mundo. Él y sus amigos, como el inspector Regueira, dictan sentencias y órdenes expeditivas y se lo pasan en grande en la discoteca Racket, un local de moda nocturno de Barcelona donde se encuentran encantadoras mujeres y extravagantes personajes. Olván se implicará a fondo en el caso y será testigo de las idas y venidas de Trujillo con los Klimovski, y de las luchas internas del clan.

Andreu Martín (Barcelona, 1949) es escritor especializado en novela negra y policíaca desde que en 1979 publicó Aprende y calla. En 1980 recibió el premio Círculo del Crimen por Prótesis. Posteriormente, ha escrito numerosas obras del género que han sido galardonadas, como Si es o no es (con el Deutsche Krimi Preis International a la mejor novela policíaca publicada en Alemania), Barcelona connection y El hombre de la navaja (las dos con premios Hammett), Bellísimas personas (que, además del Hammett, también obtuvo el premio Ateneo de Sevilla) o De todo corazón (premio Alfons el Magnànim). Además, ha recibido el prestigioso premio Pepe Carvalho, en el festival BCNegra, que galardona toda una trayectoria. Ha escrito también género erótico y novela infantil, donde, juntamente con Jaume Ribera, ha creado el personaje de Flanagan, cuya primera novela, No pidas sardinas fuera de temporada, recibió el Premio Nacional de Literatura Juvenil. El Harén del Tibidabo (2018), Todos te recordarán (2019), La favorita del Harén (2020), Vais a decir que estoy loco (2021) y La cuarta chica por la izquierda (2023) han sido sus últimas novelas publicadas en Alrevés.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788418584077
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisePub Wasserzeichen
FormatE101
Erscheinungsjahr2024
Erscheinungsdatum15.01.2024
Auflage1. Auflage
Reihen-Nr.159
Seiten290 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse3827 Kbytes
Artikel-Nr.13443965
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe

Capítulo 1
Solo un abogado de oficio

En aquella época -una de las peores épocas de mi vida-, yo vivía con la mujer más espléndida que he conocido en mi vida y que conoceré jamás. Se llama Lana Brau, seguro que habéis oído hablar de ella; fotógrafa que entonces estaba preparando una exposición, o una performance, para la Feria de Arte Contemporáneo ARCO, de Madrid: «Desnudos masculinos». Se habló mucho de ella. Un escándalo. Lana era, es, inteligente, ingeniosa, divertida, espontánea, buena persona, comprometida, cálida, tierna, descarada, generosa, seductora, loca y, por último pero no menos importante, si me lo permitís, sexi, joder lo sexi que podía llegar a ser.

Y, en cambio, yo la tenía olvidada en casa, dando por supuesto que estaría allí entretenida con sus cosas, queriéndome hasta el infinito, con el amor conservado en el congelador, siempre a punto, sonriente y feliz como una etapa de mi vida maravillosa pero ya superada. Yo tenía mucho trabajo, ella tenía mucho trabajo, nos queríamos tanto que no hacía falta que nos lo demostrásemos cada cinco minutos, ni cada hora, ni cada día, ni cada semana. Tanto era lo que nos queríamos.

No era una buena época para mí.

Cinco o más cervezas al día, el vino con la comida y la cena, chupitos para la digestión, gin-tonics y cubatas por la noche, y cava y whisky ocasionales si había algo que celebrar.

Lana era la estrella de las fiestas. Si alguien se atrevía a hablarle del tiempo, o del tránsito y de la dificultad de aparcar, o cualquier otra banalidad, replicaba que todo es cíclico, que cualquier acontecimiento de la naturaleza o del comportamiento humano está sometido a ciclos. Y, cuando veía que la audiencia se la tomaba en serio y la escuchaban con las cejas fruncidas, continuaba hablando de ciclos y se declaraba muy partidaria del ciclismo y se reivindicaba como ciclista empedernida. Y sus amigos reían, y la admiraban. Y yo era el que se reía más fuerte, con la copa en la mano, en un rincón, y tropezaba con los muebles. Y nuestros amigos se reían, y se miraban los unos a los otros con compasión. No sé si se compadecían de mí o de ella.

Yo solo soy abogado de oficio. Pertenezco al TOAD, Turno de Oficio y Asistencia a la persona Detenida. Digo «solo» porque me temo que para mi padre estas tres palabras resumían toda mi actividad profesional. Cuando me presentaba a alguien, decía «Marc es abogado, de esos del Turno de Oficio». Daba igual que yo hubiera fundado el bufete Olván y Passeres, con Paco, especialista en civil; y que hubiera cumplido los cinco años de ejercicio efectivo de la abogacía imprescindibles para trabajar en el Turno de Oficio; o que hubiera hecho el curso de especialización en violencia de género. Para mi padre, yo solo era «abogado de esos del Turno de Oficio». Y me parece que para Lana también.

Yo me vengaba contando únicamente mis casos representando a delincuentes zafios, ladrones analfabetos y agresores marginales, que daban lugar a anécdotas más jugosas y confirmaba y perpetuaba los prejuicios de mi padre y de Lana.

Dulce Lana.

De hecho, se llamaba Laura, Laura Braulio, pero se hacía llamar Lana, como Lana Turner, Lana Brau, nombre artístico. Y llevaba el cabello muy corto y de punta, tatuajes por todo el cuerpo, brazos, manos y nalgas, de todas las formas, colores y estilos, letras chinas, escritura cuneiforme, Betty Boop y león de la Metro, y ropa extremada, con estampados de leopardo, y las manos llenas de anillos, «¿No te molestan los anillos, para hacer fotos?», «Antes, en un ciclo anterior, me molestaban, pero aquel ciclo ya pasó, y yo soy ciclista, ¿te lo había dicho?».

Me estaba tomando una cerveza en la barra del bar que hay en medio del edificio principal de la Ciudad de la Justicia, que parece una inmensa terminal de aeropuerto, todo de mármol blanco, y cristal, y gente ajetreada de un lado para otro, cuando alguien me llamó por mi nombre, «¡Marc!», y Pacheco se me vino encima como si lo hubieran catapultado desde el otro lado del vestíbulo.

-Marc, guapo, te necesito. ¿Tendrás un pequeño espacio de tiempo para mí?

Sabía perfectamente que yo iba sobrado de espacios de tiempo.

Pacheco tenía una agencia de detectives muy pequeña, de esas que salen en las películas y solo se componen del titular, una secretaria que coge los encargos y lleva la agenda y tres o cuatro colaboradores externos mal pagados. Por eso Pacheco siempre va corriendo por todas partes, para cubrir más frentes de los que puede cubrir, y de vez en cuando me pide favores.

Es prácticamente calvo y se rapa los pocos pelos que le quedan en la nuca y sobre las orejas para parecer más canalla y para que no se le note la calvicie, pero se le nota; él cree que es corpulento y atlético pero la barriga de cerveza lo desmiente, y lleva una gabardina, un traje, una camisa, una corbata y unos zapatos comprados hace tanto tiempo que siempre parece que haya dormido con la ropa puesta. Con su bigotito y la perilla de mosquetero quiere parecer moderno, pero no hay manera. Va tan agobiado que a uno le da miedo que le dé un infarto de un momento a otro.

-Te necesito. Un tema. Calculo que le dediques dos horas al día, de vez en cuando, cuando te vaya bien. Si me haces un informe detallado, ochenta euros. Si hicieras un informe diario durante un mes, que eso no será necesario, te sacarías mil seiscientos. ¿Qué te parece?

-Una mierda.

-No, hombre, no. Si no es nada. ¿Vienes mañana por el despacho y te presento a la clienta? Es joven. Está buena. Te gustará.

-¿De qué va?

-Ella te lo expondrá con toda claridad. Es muy fácil. -Yo quería decirle «Espera, hombre, no corras tanto, tómate una cervecita y hazme un resumen», porque estaba solo y aburrido y apático, pero él salió disparado-: Mañana, mañana, en mi despacho, a las diez, ¿de acuerdo?

Al día siguiente llegué a la plaza Gal·la Placídia (que aquel argentino amigo mío llamaba «plaza Galidia») con mi destartalado Suzuki Vitara cuatro puertas de color granate y, cuando detuve el motor en el aparcamiento subterráneo, interrumpí una encendida tertulia de RAC 1 donde se debatía apasionadamente sobre la escisión de los partidos independentistas que hasta aquel momento gobernaban en la Generalitat de Catalunya. El partido que paradójicamente se llamaba Junts (o sea, Juntos) se separaba y el partido que paradójicamente se llamaba Esquerra Republicana de Catalunya (o sea, Izquierda Republicana de Cataluña) se quedaba gobernando en minoría, a la discreción de la derecha monárquica. Al apagar el motor del coche, interrumpí en seco un guirigay de opiniones enfrentadas.

Detectives Lupa (el nombre le viene, no es broma, de Luis Pacheco, Lu-Pa, el padre de Pacheco y fundador de la empresa) está en una de las calles que desembocan en la plaza, en un edificio que en los sesenta debía de resultar de lo más moderno y ahora queda elemental, esquemático, barato y pobre. La oficina ocupa un apartamento minúsculo del primer piso que necesita una mano de pintura para borrar la nicotina que amarillea las paredes y que si no está equipado con muebles de Ikea es porque, cuando fundaron y amueblaron la empresa, Ikea todavía no existía. Consta únicamente de dos ámbitos: una especie de recepción y sala de espera, y una especie de despacho, separados por una mampara de contrachapado que no llega al techo y que permite escuchar perfectamente lo que se dice en un lado y en otro. Privacidad cero. El lavabo tiene ducha y bidé y sirve para guardar escobas, fregonas, cubos y productos de limpieza.

Aquel día no estaba la secretaria, a la que imaginé corriendo por la calle, buscando un coche de los Mossos d´Esquadra para denunciar acoso sexual por parte de su patrón. Pacheco, en mangas de camisa, jersey, el botón de la camisa desabrochado y la corbata floja, me recibió a gritos, con la intención evidente de que nos oyera la persona que aguardaba en la otra estancia.

-¡Eh, Marc Olván, el mejor abogado de este lado del Misisipi! ¿Sabes que están buscando a un mediador para reconciliar a los dos partidos indepes? ¿Y sabes que uno de los nombres que más suena es el tuyo? Me han preguntado y yo les he dicho que no podía decirles nada hasta que hablara contigo. No hace falta que me contestes ahora mismo, porque tenemos trabajo, pero piénsatelo. Ya hablaremos. -Todo falso. Una fantasmada para impresionar a la clienta-. Pasa, pasa, que quiero presentarte a la señora Pedralba, que necesita tus servicios.

Nos esperaba sentada delante del escritorio, absorta en la contemplación del móvil.

-Lidia Pedralba, este es el abogado Marc Olván, una eminencia. Cuando me expuso su caso, enseguida supe que, de toda mi plantilla, quien mejor podría ayudarla sería Olván. Póngale al corriente de todo, yo no le he dicho nada, como si yo no estuviera. A partir de ahora es una cuestión entre ustedes dos.

Pacheco me había dicho que era joven, que estaba buena y que me gustaría. No era tan joven, ya había pasado los cuarenta y la vida no la había tratado siempre bien. Tenía la mirada de la desesperación, de ese no puedo más que no se acaba nunca. Pero había aprendido que todavía no había llegado lo peor, y eso la endurecía y estaba dispuesta a afrontar lo que fuera con todas sus fuerzas, que eran muchas. Se le notaba en la resolución de la mirada insistente, en la firmeza de la barbilla puntiaguda, en el tono de la voz, en la rigidez de unas manos como zarpas. No sé si me gustó a primera vista, yo no diría que estaba buena como había dicho el detective, pero, eso sí, tenía unos pechos voluminosos resaltados por la elasticidad de un jersey de...
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Andreu Martín (Barcelona, 1949) es escritor especializado en novela negra y policíaca desde que en 1979 publicó Aprende y calla. En 1980 recibió el premio Círculo del Crimen por Prótesis. Posteriormente, ha escrito numerosas obras del género que han sido galardonadas, como Si es o no es (con el Deutsche Krimi Preis International a la mejor novela policíaca publicada en Alemania), Barcelona connection y El hombre de la navaja (las dos con premios Hammett), Bellísimas personas (que, además del Hammett, también obtuvo el premio Ateneo de Sevilla) o De todo corazón (premio Alfons el Magnànim). Además, ha recibido el prestigioso premio Pepe Carvalho, en el festival BCNegra, que galardona toda una trayectoria. Ha escrito también género erótico y novela infantil, donde, juntamente con Jaume Ribera, ha creado el personaje de Flanagan, cuya primera novela, No pidas sardinas fuera de temporada, recibió el Premio Nacional de Literatura Juvenil. El Harén del Tibidabo (2018), Todos te recordarán (2019), La favorita del Harén (2020), Vais a decir que estoy loco (2021) y La cuarta chica por la izquierda (2023) han sido sus últimas novelas publicadas en Alrevés.