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Esas mujeres

E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
368 Seiten
Spanisch
Siruelaerschienen am21.09.20221. Auflage
La bailarina. La madre. La prostituta. La esposa. La artista. La policía. Seis mujeres, un solo asesino. En West Adams, una zona del sur de Los Ángeles que cambia con rapidez, se refieren a ellas como «Esas mujeres». Esas mujeres de la esquina o del club... Esas mujeres que no dejan de hacer preguntas, que tienen «lo que se merecen»... Esas mujeres que, con sus vidas apenas cosidas con hilvanes comparten algo sin saberlo. Feelia, que consiguió salir de la calle; Dorian, que aún no se ha repuesto del asesinato sin resolver de su hija; Julianna, una bailarina que se resiste a cualquiera que pretenda alejarla de su vida acelerada; Marella, provocadora artista de performance; Anneke, callada y ajena durante demasiado tiempo a lo que ocurría a su alrededor; y finalmente Essie, una brillante policía que identifica patrones criminales donde nadie más es capaz de encontrarlos... Seis mujeres que se defienden de la vida, seis destinos conectados por la ciega obsesión de un hombre con la muerte. Un perfecto y caleidoscópico relato sobre la pérdida, el poder y la esperanza, un thriller ejecutado con toda la tensión y la garra de las grandes novelas del género negro. «Esas mujeres está repleta de personajes resilientes y luchadores a los que a menudo la sociedad no dedica siquiera una mirada. Pero sí lo hace Ivy Pochoda, regalándonos así una historia que crece tanto en significado y emoción que trasciende el género».Michael Connelly «Áspera y mágica, llena de misterio, poesía y dolor».Denis Lehane Proyecto financiado por la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura, Ministerio de Cultura y Deporte. Proyecto financiado por la Unión Europea-Next Generation EU

Ivy Pochoda (Brooklyn, 1977) es autora de cuatro novelas. Esas mujeres fue finalista del The Los Angeles Times Book Prize, del Edgar Award, del California Book Award, del Macavity Award, del International Thriller Writers Award y elegido por The New York Times como el mejor thriller del año.
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Produkt

KlappentextLa bailarina. La madre. La prostituta. La esposa. La artista. La policía. Seis mujeres, un solo asesino. En West Adams, una zona del sur de Los Ángeles que cambia con rapidez, se refieren a ellas como «Esas mujeres». Esas mujeres de la esquina o del club... Esas mujeres que no dejan de hacer preguntas, que tienen «lo que se merecen»... Esas mujeres que, con sus vidas apenas cosidas con hilvanes comparten algo sin saberlo. Feelia, que consiguió salir de la calle; Dorian, que aún no se ha repuesto del asesinato sin resolver de su hija; Julianna, una bailarina que se resiste a cualquiera que pretenda alejarla de su vida acelerada; Marella, provocadora artista de performance; Anneke, callada y ajena durante demasiado tiempo a lo que ocurría a su alrededor; y finalmente Essie, una brillante policía que identifica patrones criminales donde nadie más es capaz de encontrarlos... Seis mujeres que se defienden de la vida, seis destinos conectados por la ciega obsesión de un hombre con la muerte. Un perfecto y caleidoscópico relato sobre la pérdida, el poder y la esperanza, un thriller ejecutado con toda la tensión y la garra de las grandes novelas del género negro. «Esas mujeres está repleta de personajes resilientes y luchadores a los que a menudo la sociedad no dedica siquiera una mirada. Pero sí lo hace Ivy Pochoda, regalándonos así una historia que crece tanto en significado y emoción que trasciende el género».Michael Connelly «Áspera y mágica, llena de misterio, poesía y dolor».Denis Lehane Proyecto financiado por la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura, Ministerio de Cultura y Deporte. Proyecto financiado por la Unión Europea-Next Generation EU

Ivy Pochoda (Brooklyn, 1977) es autora de cuatro novelas. Esas mujeres fue finalista del The Los Angeles Times Book Prize, del Edgar Award, del California Book Award, del Macavity Award, del International Thriller Writers Award y elegido por The New York Times como el mejor thriller del año.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788419419385
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisDRM Adobe
FormatE101
Verlag
Erscheinungsjahr2022
Erscheinungsdatum21.09.2022
Auflage1. Auflage
Reihen-Nr.503
Seiten368 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse1041 Kbytes
Artikel-Nr.9895000
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe


Feelia 1999

Eh, aparta la cortina, déjame ver tu cara. Solo oigo tu respiración en la oscuridad. Adentro y afuera, como en una de esas máquinas. Una de esas cabronas que hacen bip-bip. Aquí metidas tenemos tiempo suficiente. Respiran por ti. Hacen latir tu corazón por ti. Bip-bip. Dentro, fuera. Dentro, fuera. Dentro, fuera. Eso es lo único que oigo en este sitio.

Así que no vas a apartarla... ¿Estás demasiado enferma para hacerlo? A mí me han molido de cojones. Pero no me avergüenzo de ello. Te dejaré ver mi cara. Tú..., bueno, no pretendo invadir tu intimidad. Dejaré la puta cortina cerrada si eso es lo que quieres. Quédate ahí a oscuras. Dentro y fuera. Dentro y fuera, con el puto bip-bip.

Voy a abrir la ventana. Este sitio huele a muerte y eso que se supone que tienen que mantenernos vivas. Joder, eso sí que es... ¿cómo se dice? Irónico, eso es. Voy a abrir esa ventana. Espero que no te importe si fumo. Joder, espero que no tengas ninguna puta enfermedad pulmonar ni nada por el estilo. Eso espero. Bueno, un poco de humo de cigarrillo de segunda mano no te dejará peor. Después de todo, ya estás aquí.

Vas a quedarte ahí sentada en silencio. No vas a decir ni mu. Me dejarás desbarrar. Me dejarás seguir a lo mío. No me contarás qué te sucede ni cómo has llegado a este lugar. Solo quieres escuchar mi historia, puta cotilla.

Lo importante es saber hacerlo a oscuras.

¿Sabes de qué hablo? ¿Sabes de qué va el asunto? Conoces la calle, ¿verdad? Todos tienen que pagar por jugar. Incluso yo. No soy más que otro eslabón de la cadena. Es un juego de suerte y habilidad.

Dicen que eres afortunada si alguien se para en tu esquina. Afortunada si tienes oportunidad de asomarte a la ventanilla de algún coche. Afortunada si alguien te lleva a dar una vuelta por alguno de esos sucios callejones de Western o hasta una de las calles secundarias de Jefferson Park. Mucho más si te llevan a una habitación de hotel. Y ya ni te cuento si te devuelven entera al lugar donde te recogieron.

Yo soy afortunada. Conozco las calles. Al menos eso creía. Te lo explicaré... Tienes que ser diligente. Sí, menuda palabra. Difícil de pronunciar. Pero es bueno conocerla. Diligente. Si me vuelven a preñar, así es como voy a llamar a la criatura... Diligente. Diligente Jefferies.

Joder, pero lo que yo no sabía es que también hay que serlo cuando no estás trabajando. Estaba en el Miracle Mart, comprando una botella de Hennessy y un paquete de Pall Mall. Ni siquiera estaba trabajando. Simplemente estaba en la esquina encendiendo un cigarrillo. Disfrutando de esa mierda, ya sabes. Por una vez no hace calor. El viento en los árboles. ¿Sabes lo que te digo? Haciéndolos bailar. Es bonito.

¿Quieres saber lo que está jodido de verdad? South Central. Todo el mundo dice que es feo, que está hecho mierda. ¿Alguna vez has dado un paso atrás para echarle un vistazo? Quiero decir, para mirarlo bien. Ese puto sitio no está mal del todo, incluso es bonito. Tenemos casitas limpias y cuidadas, con sus patios delanteros y traseros. Tenemos espacio. No es que yo viva en una casa, no. Vivo en un apartamento, pero todas las casas de los alrededores... son bonitas. Me gusta mirarlas. También hay árboles. ¿Alguna vez te has fijado en los árboles? Los que tienen flores rosas y los de las flores moradas. Seguro que te parecen iguales, pero hay que prestar atención.

Pues estoy pensando en eso mientras enciendo un cigarrillo apoyada en la fachada del Miracle Mart. ¿Conoces el sitio? El tío que trabaja allí es de Japón. Yo soy de las afueras de Little Rock. En fin, el tío vende y yo compro y todos los días tenemos una conversación agradable sobre esto y aquello. Y eso es justo lo que había pasado antes de salir a encender el cigarrillo y ponerme a pensar en lo bonito que es el sur de Los Ángeles... En fin, si eres capaz de ignorar a toda la gente que vive allí, joder. O al menos a una parte. Si miras con detenimiento las casitas, los coches aparcados junto a las aceras, las plantas, los jardines, los chiquillos jugando en la calle. Si te fijas un momento podrías estar contemplando el puto sueño americano.

¿Cómo son capaces algunos tíos de saberlo solo mirando? ¿Nunca te lo has preguntado? ¿Cómo lo hacen? Porque no soy precisamente la única tía de Western que va de tacones, top y minifalda. Estoy yo y otras tantas como yo, pero también muchas otras que visten igual porque les gusta ir así por ahí. Pero hay tíos que lo saben, coño.

¿Conoces esa esquina del Miracle Mart? Es oscura. Por eso no trabajo allí. Es imposible saber a quién tienes delante. Pero no estaba trabajando, ya te lo he dicho, ¿verdad? Así que no tiene importancia. El caso es que aparece un coche y se para, pero yo no le presto atención. ¿Para qué? Estoy fumando y contemplando esos árboles que bailan como un par de chicas borrachas en una fiesta..., meciéndose de un lado para otro, de un lado a otro.

Entonces se baja la ventanilla. «Oye, guapa», dice, o alguna mierda por el estilo. Yo me limito a asentir con la cabeza y sigo fumando. No estoy de servicio y tampoco hay nadie vigilando para asegurarse de que hago mi turno.

Pero entonces vuelvo a oírle. «Oye, guapa». El tío tiene acento, o eso me parece. No le doy mucha importancia porque mirando esos árboles me he puesto a pensar que todo el mundo está siempre diciendo que necesita pirarse de este lugar y yo me pregunto: ¿por qué demonios ibas a querer hacer algo así? ¿Has estado en Little Rock? ¿Has estado en Houston? Disfruta de lo que tienes en Los Ángeles, joder. Vete a ver el puto océano. O simplemente párate a mirar los árboles y las flores de vez en cuando... Y eso era justo lo que yo hacía cuando volví a escuchar el «Oye, guapa» y todo se me fue de la cabeza.

«Sí», le digo.

«¿Qué estás bebiendo?». Yo no le miro porque no quiero establecer contacto visual, no quiero que piense que estoy interesada, que estoy ahí buscando clientes. Así que le doy un trago a mi Hennessy y levanto la mirada hacia el cielo.

Pero el coche sigue ahí parado, ronroneando como si estuviera a punto de darse a la fuga o algo por el estilo. Puedo sentir cómo me mira el tío y yo sigo pasando de él. Porque, porque, porque...

«Vamos, no tienes por qué seguir bebiendo eso».

Empiezo a prestarle atención, pues esa no es la típica mierda que suelen soltar la mayoría de los tíos. «Eh, déjame ver ese culo antes de pagar por él. ¿Me dejas probar un pellizquito para saber lo que compro? Cuando veas lo que tengo querrás montarme gratis. Querrás pagarme tú». Este no dice nada parecido. Me habla educadamente. Como a una persona.

«Esa clase de licor solo te emborracha». Eso es lo que dice. Y me echo a reír, pues, joder, ¿no es ese precisamente el objetivo?

«Sí -le digo-. Sentiría que me han timado si no lo hiciera».

Entonces el tío dice: «¿Has probado el vino sudafricano?».

«¿Tienen vino en Sudáfrica?», le digo. Pues seguro que está bromeando. Cebras, jirafas y vino, claro... Pero cuando vuelvo a mirar el tío ha sacado el brazo por la ventanilla y me ofrece una copa.

Joder, esta es la parte donde dejé de ser diligente. Donde dejé de seguir mis propios consejos de mierda.

Espera. Necesito un cenicero. También me vendría bien un poco de agua. ¿Tienes agua por ahí? ¿O debería pulsar este botón? Olerán el humo, estoy segura, pero me importa una mierda. Todo este sitio apesta a muerte o algo peor.

Mierda. Ya se ha pirado. ¿Crees que se considera mejor o peor que yo por ser extranjera? ¿Tú qué opinas? Y se ha llevado mi tabaco. Más bien me lo ha robado. ¿Por qué motivo vendría aquí si vivía en algún país tropical? ¿Por qué coño?

Viviendo en Little Rock se entiende. Si hubieras vivido allí también lo entenderías. Comprenderías por qué me marché. Cualquier trabajo de mierda en Los Ángeles es mejor que vivir allí. ¿Y qué importa si mi trabajo no es precisamente, cómo se dice, cualificado? ¿Si no hace falta ir bien vestida? Aunque lo cierto es que no hace falta ir vestida en absoluto... ¿Y qué? Por lo menos no es Little Rock. Joder, puede que no te guste lo que hago, puede que no lo entiendas. Pero al menos estoy al aire libre. Al menos puedo pasear, yo elijo mis calles y lo que hay en ellas..., puedo oler las flores, que es mucho más de lo que pueden decir muchos de por aquí. Ni siquiera se paran a olerlas, solo pasan con sus coches a toda prisa con las ventanillas cerradas. Yo me paro a olerlas.

Que es precisamente lo que estaba haciendo cuando ese tío se me acerca y empieza a hablarme de vino sudafricano y de cómo la mierda que estoy bebiendo simplemente me pondrá pedo y me dará resaca y que tengo que probar su priva y entonces ahí está sacando el brazo por la ventanilla con una copa. Y de repente me digo, qué coño, por qué cojones no voy a probarlo. Así que me acerco al coche y cojo la copa. Y la verdad es que no sabe tan bien. Bueno, sí. Mejor que la mayoría de la mierda que suelo beber, pero nada espectacular. Desde ese momento las cosas se vuelven algo confusas.

Él dice: «¿Te apetece dar una vuelta?», o algo por el estilo.

Yo le respondo que se ha equivocado del todo. No estoy trabajando. Es mi noche libre. Así es, tengo una noche libre. Nadie puede obligarme a trabajar siete días a la semana. No soy un agente libre, es verdad... Esta mierda es demasiado peligrosa y no soy estúpida.

Pero, joder, eso es justo a lo que voy. Aquí...

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Autor

Ivy Pochoda (Brooklyn, 1977) es autora de cuatro novelas. Esas mujeres fue finalista del The Los Angeles Times Book Prize, del Edgar Award, del California Book Award, del Macavity Award, del International Thriller Writers Award y elegido por The New York Times como el mejor thriller del año.