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Guy Debord

E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
272 Seiten
Spanisch
Pepitas ed.erschienen am08.04.20241. Auflage
Pasan los años y, lejos de diluirse entre la cháchara del tiempo, el pensamiento de Guy Debord (1931-1994) -su aportación teórica y práctica- se percibe con mayor nitidez. Muy a pesar de las múltiples operaciones políticas, mediáticas o policiacas que han tratado de desactivarlo, sus contribuciones siguen siendo extremadamente valiosas. Su análisis riguroso y novedoso del mundo en el que vivimos -y su intento de combatirlo-, su clarificación sobre las fuerzas que lo dirigen, lo condicionan y nos gobiernan, ha llegado mucho más lejos que el de ningún otro pensador contemporáneo. En 1993 Anselm Jappe publicó en italiano esta monografía pionera sobre Guy Debord que ahora tienes en tus manos. En sus páginas, Jappe analiza la contribución teórica de Debord en diferentes etapas -desde los comienzos de la Internacional Letrista hasta sus últimos y certeros dardos sobre la sociedad del espectáculo, pasando por la tan larga como fecunda época de la Internacional Situacionista- e indaga en sus referentes y en las discusiones y debates en los que participó, así como en la evolución de sus ideas. Sin duda, este libro sigue siendo el más completo análisis crítico de la obra de Guy Debord, una de las más destacadas, atractivas e influyentes de todo el siglo xx.

Anselm Jappe. Exponente de la crítica del valor, Anselm Jappe (Bonn, 1962) es autor de títulos como Sous le soleil noir du capital y Un complot permanent contre le monde entier. Essais sur Guy Debord (ambos de próxima aparición en esta casa) o Les Habits neufs de l'empirez/em>, con Robert Kurz. En Pepitas ha publicado Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos (2011), Las aventuras de la mercancía (2016) y La sociedad autófaga (2019); junto a Robert Kurz y Claus-Peter Ortlieb, El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Ensayos sobre el fetichismo de la mercancía (2009 y 2014) y Hormigón (2021), además de una introducción al texto de Karl Marx El fetichismo de la mercancía y su secreto .
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Verfügbare Formate
TaschenbuchKartoniert, Paperback
EUR32,70
E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
EUR11,99

Produkt

KlappentextPasan los años y, lejos de diluirse entre la cháchara del tiempo, el pensamiento de Guy Debord (1931-1994) -su aportación teórica y práctica- se percibe con mayor nitidez. Muy a pesar de las múltiples operaciones políticas, mediáticas o policiacas que han tratado de desactivarlo, sus contribuciones siguen siendo extremadamente valiosas. Su análisis riguroso y novedoso del mundo en el que vivimos -y su intento de combatirlo-, su clarificación sobre las fuerzas que lo dirigen, lo condicionan y nos gobiernan, ha llegado mucho más lejos que el de ningún otro pensador contemporáneo. En 1993 Anselm Jappe publicó en italiano esta monografía pionera sobre Guy Debord que ahora tienes en tus manos. En sus páginas, Jappe analiza la contribución teórica de Debord en diferentes etapas -desde los comienzos de la Internacional Letrista hasta sus últimos y certeros dardos sobre la sociedad del espectáculo, pasando por la tan larga como fecunda época de la Internacional Situacionista- e indaga en sus referentes y en las discusiones y debates en los que participó, así como en la evolución de sus ideas. Sin duda, este libro sigue siendo el más completo análisis crítico de la obra de Guy Debord, una de las más destacadas, atractivas e influyentes de todo el siglo xx.

Anselm Jappe. Exponente de la crítica del valor, Anselm Jappe (Bonn, 1962) es autor de títulos como Sous le soleil noir du capital y Un complot permanent contre le monde entier. Essais sur Guy Debord (ambos de próxima aparición en esta casa) o Les Habits neufs de l'empirez/em>, con Robert Kurz. En Pepitas ha publicado Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos (2011), Las aventuras de la mercancía (2016) y La sociedad autófaga (2019); junto a Robert Kurz y Claus-Peter Ortlieb, El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Ensayos sobre el fetichismo de la mercancía (2009 y 2014) y Hormigón (2021), además de una introducción al texto de Karl Marx El fetichismo de la mercancía y su secreto .
Details
Weitere ISBN/GTIN9788418998768
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisePub Wasserzeichen
FormatE101
Erscheinungsjahr2024
Erscheinungsdatum08.04.2024
Auflage1. Auflage
ReiheEnsayo
Reihen-Nr.108
Seiten272 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse2789 Kbytes
Artikel-Nr.14346594
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Inhaltsverzeichnis
Abreviaturas y siglas de las obras más frecuentemente citadas

Prólogo a la nueva edición

Prólogo a la primera edición española

El concepto de espectáculo:
¿Hay que quemar a Debord?
El espectáculo, fase suprema de la abstracción
Debord y Lukács,
La historia y la comunidad como esencia humana

La práctica de la teoría:
La Internacional Letrista
Los situacionistas y el arte
La crítica de la vida cotidiana
Los situacionistas y los años sesenta
Mayo de 1968 y después
El mito de Debord
El espectáculo, veinte años después

Pasado y presente de la teoría:
La crítica situacionista en el contexto de su época,
Las aporías del sujeto y las perspectivas de la acción
Las dos fuentes y los dos lados de la teoría de Debord

Bibliografía de Guy Debord

Bibliografía crítica
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Leseprobe

EL CONCEPTO DE ESPECTÁCULO
¿HAY QUE QUEMAR A DEBORD?

Ciertas épocas dieron muestras de una fuerte creencia en el poder del pensamiento crítico. Así, la del emperador chino Shi Huang Ti, quien organizó la primera quema de libros, o la que condenó a Anaxágoras y a Sócrates, o aquella que mandó a la hoguera a Bruno y a Vanini. En los años setenta en Irán, bajo el régimen del sah, una maestra fue sentenciada a cadena perpetua por poseer un ejemplar de la Ciencia de la lógica de Hegel.

Nuestra época, por el contrario -nos referimos a los últimos decenios de la Europa occidental-, ha tenido a sus pensadores, y generalmente no sin razón, por gente totalmente inofensiva. Más de uno que se declaraba enemigo jurado de lo existente fue acogido con los brazos abiertos en las universidades o en la televisión, y las más de las veces el amor fue recíproco. Entre las pocas personas consideradas de todo punto inaceptables se halla sin duda Guy Debord. Durante mucho tiempo se interesó por él más la policía que los órganos normalmente encargados de la difusión del pensamiento. Pero finalmente tal actitud ya no bastaba, puesto que las teorías elaboradas por él y sus amigos los situacionistas habían comenzado, a pesar de todo, a despertar la atención de la época. Desde entonces se observa otra técnica de ocultación: la banalización. Hay pocos autores contemporáneos cuyas ideas hayan sido utilizadas de manera tan deformada como las de Debord, y por lo general sin mencionar siquiera su nombre.

A estas alturas todo el mundo, desde los directores de televisión hasta el último de sus clientes, admite que vivimos en una «sociedad del espectáculo». Ante la invasión de los mass media y los efectos que ocasiona en los niños que crecen ante el televisor, o ante la deplorada «espectacularización» de la información sobre sucesos trágicos como guerras y catástrofes, la referencia a la «sociedad del espectáculo» es hoy en día de rigor. Los más informados llegan a veces a afirmar que dicho término es el título de un libro de un tal Debord, dando a entender que se trata de una especie de McLuhan más oscuro; pero raras veces se dice algo más preciso.

¿Hay que lamentar semejante «desinformación»? Un socialista austríaco de la primera mitad del siglo XX dijo: «Cuando empecé a leer a Marx, me sorprendió no haber oído hablar de él en la escuela. Cuando empecé a comprender a Marx, ya no me sorprendía».

Las teorías de Marx se han reducido a una simple doctrina económica acerca del empobrecimiento supuestamente inevitable del proletariado, para denunciar acto seguido, con gesto triunfal, el error de Marx; y de este Marx se oye hablar incluso en las escuelas. Del mismo modo, se intenta reducir las ideas de Debord a una teoría de los mass media, a fin de darle razón apresuradamente en algún que otro punto específico y no hablar más del resto. Esta aproximación entre Marx y Debord no es arbitraria. Una época que utiliza el derrumbe del despotismo burocrático soviético y el aparente triunfo de la versión occidental de la gestión de la sociedad para asestar el golpe de gracia a todo cuanto esté vinculado al pensamiento marxista, no puede menos que encontrar sumamente embarazosa una de las escasas teorías de inspiración marxista que se han visto continuamente confirmadas por los hechos desde hace décadas.

Hay otra razón por la que la comparación no es arbitraria: la comprensión de las teorías de Debord requiere, ante todo, que se determine su lugar entre las teorías marxistas. Tal propósito quizá sorprenda a ciertos lectores: ¿el interés de Debord residiría, pues, en su interpretación de Marx? ¿Acaso Debord no era sobre todo el representante de una vanguardia artística que quería superar el arte mediante el détournement y la dérive, mediante el juego y el «urbanismo unitario»? ¿Acaso el eje de la agitación situacionista no era la revolución de la vida cotidiana? Todo eso ciertamente importa. Pero al privilegiar en exceso este aspecto, se acaba igualmente por rebajar la actividad teórico-práctica de Debord, enterrándolo en el gran cementerio de las vanguardias pasadas y sin concederle más interés para el presente que el de ser un «padre de las neovanguardias del vídeo» o un «precursor de los punkis»: y no se trata de ejemplos inventados. Tal incomprensión se manifiesta ya en el frecuente uso de la palabra «situacionismo», término que los situacionistas habían rechazado resueltamente desde el principio (IS 1/13), ya que veían en él una tendencia abusiva a petrificar sus ideas en dogma.

El presente estudio insiste ante todo en la actualidad del análisis del «espectáculo» llevado a cabo por Debord y en su utilidad para una teoría crítica de la sociedad contemporánea. Demostraremos que el espectáculo es la forma más desarrollada de la sociedad basada en la producción de mercancías y en el «fetichismo de la mercancía» que dimana de ella, concepto cuyo verdadero significado habrá que aclarar. Demostraremos asimismo por qué este concepto constituye la clave para comprender el mundo de hoy, en el cual el resultado de la actividad humana se opone a la humanidad hasta el punto de amenazarla de extinción por una catástrofe ecológica o por la guerra. Este estudio trata también, por tanto, de la actualidad de una parte central del pensamiento de Marx, y se examinarán las relaciones de Debord con aquellas tendencias minoritarias del marxismo que reivindicaron este aspecto del pensamiento marxiano.

Hemos ahondado sobre todo en las cuestiones teóricas y en la relación de Debord con los otros protagonistas de su época histórica, sin referirnos más de lo indispensable a aspectos tales como el papel de la organización revolucionaria, importantes en su momento, pero que hoy correrían el peligro de recordar los debates bizantinos sobre la naturaleza divina o humana de Cristo. No nos hemos extendido mucho sobre los aspectos anecdóticos y biográficos, que fueron ya objeto de algunos trabajos de investigación relativamente bien documentados.1 Tendremos en cuenta, sin embargo, las actividades prácticas de Debord, su vida y lo que se podría llamar su «mito», puesto que forman parte de un proyecto global encaminado a una vida rica y apasionada en lugar de la contemplación pasiva, y que quiere abolir todo aquello que actualmente hace imposible tal vida.

En los años sesenta, muchas teorías marxistas -o que pasaban por tales- parecían superadas, y no solo debido al creciente disgusto que inspiraban quienes utilizaban a Marx para justificar sus gulags y su nomenklatura. Por aquellos años, el capitalismo demostraba, en efecto, que no era incapaz de desarrollar cada vez más las fuerzas productivas ni de distribuir sus productos de modo más equitativo que antes; lo cual alejaba las esperanzas de una revolución inminente llevada a cabo por obreros cada vez más hundidos en la miseria. La crítica social planteó entonces la pregunta más global, la más sencilla y la que con menos frecuencia se plantea: ¿Qué uso se está haciendo de la enorme acumulación de medios de que la sociedad dispone? ¿Se ha hecho más rica la vida efectivamente vivida por el individuo? Es evidente que no. El poder de la sociedad en su conjunto parece infinito, mientras que el individuo se encuentra sin posibilidad alguna de gestionar su mundo.

A diferencia de muchos otros, Debord no ve en esta situación el inevitable reverso del progreso ni un destino del hombre moderno sin otro remedio que un improbable retorno al pasado, sino que reconoce en ella una consecuencia del hecho de que la economía ha sometido a la vida humana. Ningún cambio en el interior de la esfera de la economía será suficiente mientras la economía misma no quede sometida al control consciente de los individuos. Sobre la base de las indicaciones de Debord, explicaremos por qué esta formulación no tiene nada que ver con afirmaciones parecidas que quizá se puedan oír también de boca del Papa. Analizaremos la economía moderna y su existencia como esfera separada en cuanto consecuencia de la mercancía, del valor, del trabajo abstracto y de la forma-mercancía.

Son estos los temas de los que hay que hablar, y de ellos viene hablando, desde hace siete decenios, aquella corriente minoritaria del marxismo que atribuye una importancia central al problema de la alienación, problema que no considera un epifenómeno del desarrollo capitalista sino su núcleo mismo. Se trata todavía de una forma muy filosófica de concebir el problema: lo esencial es, sin embargo, haber subrayado que el desarrollo de la economía que se ha independizado, sean cuales sean sus variantes, no puede por menos que ser enemigo de la vida humana. El fundador de esta corriente es Lukács, quien había reanudado y afinado, en Historia y consciencia de clase, la crítica marxiana del «fetichismo de la mercancía», teniendo en cuenta los cambios que se habían producido mientras tanto en la realidad social. Con los instrumentos de Marx y de Lukács, Debord tratará de forjar una teoría que permita comprender y combatir esta nueva forma de fetichismo que ha surgido entretanto y que llama «espectáculo».

Para comprender las ideas que Debord expone en La sociedad del espectáculo (1967) resulta inevitable, por tanto, analizar bien sus fuentes, a las que debe más de lo que se advierte a primera vista. Eso no significa negar la originalidad de Debord, uno de cuyos méritos es haber adaptado aquellas teorías a una época muy distinta. Él mismo dice en su autobiográfico Panegírico (1989): «Otros más sabios que yo habían explicado muy bien...
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Anselm Jappe. Exponente de la crítica del valor, Anselm Jappe (Bonn, 1962) es autor de títulos como Sous le soleil noir du capital y Un complot permanent contre le monde entier. Essais sur Guy Debord (ambos de próxima aparición en esta casa) o Les Habits neufs de l'empirez/em>, con Robert Kurz.En Pepitas ha publicado Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos (2011), Las aventuras de la mercancía (2016) y La sociedad autófaga (2019); junto a Robert Kurz y Claus-Peter Ortlieb, El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Ensayos sobre el fetichismo de la mercancía (2009 y 2014) y Hormigón (2021), además de una introducción al texto de Karl Marx El fetichismo de la mercancía y su secreto .

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