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Las aventuras de la mercancía

E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
304 Seiten
Spanisch
Pepitas ed.erschienen am09.04.20242. Auflage
[...] Este libro fue publicado por primera vez en Francia en el año 2003. Se propone resumir la «crítica del valor» tal como esta se desarrolló desde 1987, en primer lugar en Alemania y en torno a la revista Krisis. Insiste sobre todo en la reinterpretación de la obra de Karl Marx en la que se basa la crítica del valor; otros capítulos intentan extraer sus consecuencias para el resto de ciencias humanas y esbozar una lectura de la historia desde la Antigüedad. En ellos analizo los autores en los que la crítica del valor encuentra alguna resonancia y señalo las posibles confirmaciones procedentes de la antropología cultural. He querido subrayar, pues, todo el potencial que la crítica del valor tiene para la comprensión de la sociedad capitalista en sus múltiples aspectos. Al mismo tiempo, le he concedido un espacio destacado a un aspecto de la crítica del valor tan central como controvertido: la afirmación de que desde hace varias décadas el capitalismo ha entrado en una crisis que no es cíclica, sino definitiva. Si la sociedad basada en la mercancía y en su fetichismo, en el valor creado por la faceta abstracta del trabajo y representado en el dinero, alcanza ahora su límite histórico, se debe al hecho de que su contradicción central -que lleva en su seno desde los orígenes- ha llegado a un punto sin retorno: la sustitución del trabajo vivo, única fuente del «valor», por las tecnologías ha alcanzado su grado máximo. [...]

Exponente de la crítica del valor, Anselm Jappe (Bonn, 1962) es autor de títulos como Sous le soleil noir du capital y Un complot permanent contre le monde entier. Essais sur Guy Debord (ambos de próxima aparición en esta casa) o Les Habits neufs de l'empirez/em>, con Robert Kurz. En Pepitas ha publicado Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos (2011), Las aventuras de la mercancía (2016) y La sociedad autófaga (2019); junto a Robert Kurz y Claus-Peter Ortlieb, El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Ensayos sobre el fetichismo de la mercancía (2009 y 2014) y Hormigón (2021), además de una introducción al texto de Karl Marx El fetichismo de la mercancía y su secreto .
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Verfügbare Formate
TaschenbuchKartoniert, Paperback
EUR30,04
E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
EUR10,99

Produkt

Klappentext[...] Este libro fue publicado por primera vez en Francia en el año 2003. Se propone resumir la «crítica del valor» tal como esta se desarrolló desde 1987, en primer lugar en Alemania y en torno a la revista Krisis. Insiste sobre todo en la reinterpretación de la obra de Karl Marx en la que se basa la crítica del valor; otros capítulos intentan extraer sus consecuencias para el resto de ciencias humanas y esbozar una lectura de la historia desde la Antigüedad. En ellos analizo los autores en los que la crítica del valor encuentra alguna resonancia y señalo las posibles confirmaciones procedentes de la antropología cultural. He querido subrayar, pues, todo el potencial que la crítica del valor tiene para la comprensión de la sociedad capitalista en sus múltiples aspectos. Al mismo tiempo, le he concedido un espacio destacado a un aspecto de la crítica del valor tan central como controvertido: la afirmación de que desde hace varias décadas el capitalismo ha entrado en una crisis que no es cíclica, sino definitiva. Si la sociedad basada en la mercancía y en su fetichismo, en el valor creado por la faceta abstracta del trabajo y representado en el dinero, alcanza ahora su límite histórico, se debe al hecho de que su contradicción central -que lleva en su seno desde los orígenes- ha llegado a un punto sin retorno: la sustitución del trabajo vivo, única fuente del «valor», por las tecnologías ha alcanzado su grado máximo. [...]

Exponente de la crítica del valor, Anselm Jappe (Bonn, 1962) es autor de títulos como Sous le soleil noir du capital y Un complot permanent contre le monde entier. Essais sur Guy Debord (ambos de próxima aparición en esta casa) o Les Habits neufs de l'empirez/em>, con Robert Kurz. En Pepitas ha publicado Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos (2011), Las aventuras de la mercancía (2016) y La sociedad autófaga (2019); junto a Robert Kurz y Claus-Peter Ortlieb, El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Ensayos sobre el fetichismo de la mercancía (2009 y 2014) y Hormigón (2021), además de una introducción al texto de Karl Marx El fetichismo de la mercancía y su secreto .
Details
Weitere ISBN/GTIN9788418998737
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisePub Wasserzeichen
FormatE101
Erscheinungsjahr2024
Erscheinungsdatum09.04.2024
Auflage2. Auflage
ReiheEnsayo
Reihen-Nr.61
Seiten304 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse2582 Kbytes
Artikel-Nr.14346596
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Inhaltsverzeichnis
Introducción a la edición española

1. ¿Es el mundo una mercancía?

2. La mercancía, esa desconocida
La doble naturaleza de la mercancía
La abstracción real
El valor contra la comunidad humana
La riqueza en la época de la sociedad mercantil

3. Crítica del trabajo
Categorías históricas y categorías lógicas
El sujeto automático
Lo que los epígonos han hecho de la teoría de Marx
El trabajo es una categoría capitalista

4. La crisis de la sociedad mercantil
El valor en crisis
Trabajo productivo y trabajo improductivo
El capital ficticio
La política no es una solución

5. Historia y metafísica de la mercancía
La metafísica y las «contradicciones reales»
La historia real de la sociedad mercantil:
la Antigüedad
La historia real de la sociedad mercantil:
la época moderna
Crítica del progreso, de la economía y del sujeto
Crítica de la economía sin más

6. El fetichismo y la antropología
El valor como proyección
El don en lugar del valor
A caballo robado

7. Sobre algunos falsos amigos
¿Crítica del neoliberalismo o
crítica del capitalismo?
¿Dar vale más que vender?
La última mascarada del marxismo tradicional
Salir de la sociedad mercantil

Notas

Bibliografía
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Leseprobe

2. La mercancía, esa desconocida
La doble naturaleza de la mercancía

¿Qué es una mercancía? La cuestión parece estúpida, pues cualquiera sabría responderla. Una mercancía es un objeto vendido o comprado, que cambia de mano contra pago. Cuanto pague uno, depende de su valor, y el valor está determinado por la oferta y la demanda. Se paga con dinero, pues el trueque no es posible más que en sociedades muy primitivas. Si se pregunta: ¿cuánto «valen» veinte metros de tela?, hay que responder: valen cien francos. La mercancía, el dinero y el valor son cosas que «caen por su propio peso» y que nos encontramos en casi todas las formas de vida social conocidas a partir de la prehistoria. Ponerlas en cuestión parece tan poco sensato como discutir la fuerza de gravitación. No es posible una discusión más que en lo que atañe al capital y la plusvalía, las inversiones y los salarios, los precios y las clases, es decir, cuando se trata de determinar la distribución de estas categorías universales que regulan los intercambios entre los hombres. Es el terreno en el que pueden manifestarse las diferentes concepciones teóricas y sociales.

Estas afirmaciones son compartidas por todo el mundo, tanto por quienes consideran el sistema económico contemporáneo como algo natural y como la mejor solución posible cuanto por aquellos que ponen en tela de juicio la actual distribución de las mercancías y del dinero. Quienes reivindican a Marx tampoco son una excepción. Pero, por su parte, Marx era de una opinión muy distinta. El Capital comienza con un análisis detallado de la estructura de la mercancía, del valor y del dinero. Sin duda, se puede afirmar que Marx no hace aquí más que resumir cosas banales, ya establecidas por sus predecesores burgueses, como es el caso de Adam Smith o David Ricardo, y que su propia aportación no comienza más que con el análisis de la «transformación del dinero en capital». Sin embargo, el propio Marx subrayó explícitamente que su análisis de la mercancía era la parte más fundamental y más revolucionaria de sus investigaciones. Es precisamente en esta parte de su teoría donde pretende haber hecho uno de los grandes descubrimientos de la historia humana y haber resuelto un enigma milenario: «La forma del valor, cuya figura acabada es la forma de dinero, es algo muy insustancial y sencillo. Sin embargo, el espíritu humano lleva más de dos mil años intentando averiguarla» (Capital, I, 1, pp. 15-6).7 En cualquier caso, descuidar los análisis que Marx situó al comienzo de su obra principal ha sido una característica constante de todas las variantes del marxismo tradicional; hoy su ruina constituye más bien una razón que debe incitarnos a interesarnos por lo que este ha descuidado.

Se podría poner también de relieve que, en los millares de páginas de Marx que conforman la «crítica de la economía política», el análisis de la mercancía y de la forma del valor no ocupa más que una parte muy escuálida. Pero Marx ha llamado a la forma del valor la «célula germinal» de toda la sociedad burguesa, y toda su crítica de la economía política no es otra cosa que una explicación, un despliegue, un desarrollo de lo que ya está contenido en este análisis aparentemente anodino. Sin él, Marx no habría escrito una crítica de la economía política, sino simplemente otra doctrina de economía política.

En último término, se podría afirmar que el análisis marxiano del valor no es claro y que su lenguaje hegeliano lo oscurece, que su génesis fue difícil, que existe en diferentes versiones y que en veinticinco años Marx no consiguió darle nunca una forma definitiva.8 Efectivamente, la teoría del valor es, dentro de su análisis del capital, aquella cuya elaboración más esfuerzos le costó. Sus textos presentan a este respecto puntos oscuros y contradicciones que ni la mejor interpretación filológica ha podido resolver completamente. Pero esto demuestra justamente que Marx se encontraba aquí frente a un terreno completamente nuevo, frente a un aspecto de la vida social, un «misterio» (como él mismo lo llama) tan fundamental y tan poco explorado que incluso a una mente tan sutil como la suya le resultaba difícil entenderlo y explicarlo. Una razón de más para intentar finalmente hacer fructificar estas intuiciones, tanto más cuanto que dicho «misterio» es, en cierto modo, más fácil de comprender hoy en día que en los tiempos de Marx.

EN LA versión definitiva del capítulo sobre la mercancía, el de la segunda edición de El Capital (1873), Marx analiza su estructura de la forma más simple posible. Aquí no examina más que la relación entre cinco o seis mercancías, haciendo aparentemente abstracción de todo lo demás, sobre todo de sus propietarios y de todo contexto histórico o social. Uno tiene casi la impresión de encontrarse frente a una operación matemática o una ejemplificación lógica. Sin embargo, no nos encontramos ni ante la descripción de un estadio arcaico o embrionario que habría existido realmente ni ante una simple hipótesis o un modelo por verificar. Marx pretende haber identificado la «forma celular»9 de la sociedad burguesa (o capitalista o moderna). Dicha forma no existe en estado puro, in vitro, y difícilmente puede observarse disociada de sus manifestaciones empíricas y concretas. Pero forma el tejido mismo de todos los actos que, repetidos millones de veces cada día en el mundo entero, constituyen la vida social que conocemos. En la primera frase de El Capital, Marx llama a la mercancía la «forma elemental» de la «riqueza de las sociedades en las que predomina el modo de producción capitalista» (p. 55). Es «elemental» no en el sentido de un presupuesto neutro, sino porque encierra ya los rasgos esenciales del modo de producción capitalista. Esta «célula germinal», como también la llama Marx, contiene contradicciones básicas difíciles de reconocer a primera vista, pero que se encuentran después en todas la formas de vida económica y social de la sociedad moderna. Marx era bien consciente de que su análisis de la forma del valor era una novedad casi incomprensible, tanto en la forma como en el contenido, incluso para lectores bien intencionados y perspicaces. En el prefacio a la primera edición de El Capital escribe: «De ahí que lo más difícil resulte la comprensión del primer capítulo, es decir, la sección que contiene el análisis de la mercancía. [...] Por tanto, salvo la sección dedicada a la forma del valor, nadie podrá acusar a este libro de ser difícil de entender» (Capital I, 1, pp. 15-6).

LA MERCANCÍA no es idéntica al «bien» o al «objeto intercambiado». Es la forma particular que asume una parte, mayor o menor, de los «bienes» en ciertas sociedades humanas. La mercancía es de entrada un objeto que no solo posee un valor de uso, sino también un valor de cambio. Todo objeto que satisface una necesidad humana cualquiera tiene un valor de uso, que sin embargo, en cuanto tal, no es una categoría económica. Pero en la medida en que un objeto es intercambiado en cantidades determinadas por otros objetos, también posee un valor de cambio. Como valores de cambio, las mercancías no conocen más que determinaciones cuantitativas. Si se cambia una camisa por treinta kilos de patatas, tratamos estas mercancías como cantidades diferentes de algo idéntico que deben tener en común. En cuanto valores de uso, las mercancías son totalmente inconmensurables. La camisa y la patata no tienen nada en común. Las relaciones en las que las mercancías se intercambian, y en consecuencia sus valores de cambio, están sometidas a variaciones continuas. Pero en un momento dado, el mismo producto se intercambia por diferentes valores de cambio que son iguales entre sí: una camisa puede cambiarse ya sea por un gramo de oro, ya sea por diez kilos de trigo, un par de zapatos, etc. Es preciso, pues, que estos diferentes valores de cambio tengan en el fondo algo en común: su «valor».

Esa sustancia común de las mercancías no puede ser otra cosa que el trabajo que las ha creado: es lo único que es idéntico en mercancías por lo demás inconmensurables.10 El trabajo tiene su medida en su duración y, en consecuencia, en su cantidad: el valor de cada mercancía depende de la cantidad de trabajo que ha sido necesario para producirla. A este respecto, importa poco en qué valor de uso se concrete dicho trabajo. Una hora empleada en coser un vestido y una hora empleada en fabricar una bomba siguen siendo una hora de trabajo. Si han sido necesarias dos horas para fabricar la bomba, su valor11 es doble con relación al vestido, sin tener en cuenta su valor de uso. La diferencia cuantitativa es la única que puede existir entre los valores: si los diferentes valores de uso que tienen las mercancías no cuentan para determinar su valor, tampoco lo hacen los trabajos concretos que las han creado. El trabajo que conforma el valor no cuenta, pues, más que como puro gasto de tiempo de trabajo, sin consideración por la forma específica en la que se ha gastado. A esta forma de trabajo, en la que se hace abstracción de todas sus formas concretas, Marx la llama «trabajo abstracto». Los valores de las mercancías no son entonces más que «cristalizaciones» de esa «gelatina de trabajo humano indiferenciado» (Capital I, 1, p. 59). El valor -no confundir con el valor de cambio- es una cantidad determinada de trabajo abstracto «contenida» en la mercancía. La mercancía es, pues, la unidad del valor de uso y del valor, así como del trabajo concreto y del trabajo abstracto que los han creado.

Aquí no hablamos del tiempo de trabajo que el individuo concreto ha...
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Autor

Exponente de la crítica del valor, Anselm Jappe (Bonn, 1962) es autor de títulos como Sous le soleil noir du capital y Un complot permanent contre le monde entier. Essais sur Guy Debord (ambos de próxima aparición en esta casa) o Les Habits neufs de l'empirez/em>, con Robert Kurz.En Pepitas ha publicado Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos (2011), Las aventuras de la mercancía (2016) y La sociedad autófaga (2019); junto a Robert Kurz y Claus-Peter Ortlieb, El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Ensayos sobre el fetichismo de la mercancía (2009 y 2014) y Hormigón (2021), además de una introducción al texto de Karl Marx El fetichismo de la mercancía y su secreto .

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