Hugendubel.info - Die B2B Online-Buchhandlung 

Merkliste
Die Merkliste ist leer.
Bitte warten - die Druckansicht der Seite wird vorbereitet.
Der Druckdialog öffnet sich, sobald die Seite vollständig geladen wurde.
Sollte die Druckvorschau unvollständig sein, bitte schliessen und "Erneut drucken" wählen.

Un hombre con atributos

E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
608 Seiten
Spanisch
Editorial Impedimenta SLerschienen am14.02.20191. Auflage
Encerrado en su casa de Regent's Park a finales de 1944, el escritor Herbert George Wells, 'H. G.' para los amigos, intuye que se está muriendo. Una vez fue el novelista más famoso del mundo, 'el hombre que inventó el mañana'; ahora se siente como un viejo anclado al pasado, abandonado por los lectores y deprimido por el fracaso de sus sueños utópicos. Es durante esos largos ratos de soledad cuando empieza a oír la voz de un interlocutor imaginario que ejerce de confidente, entrevistador y juez al mismo tiempo, y que lo obliga a mirar atrás: a sus inicios poco prometedores, a su rápido ascenso a la fama como escritor profético, a sus intensas relaciones con las grandes figuras literarias de su tiempo. A sus escarceos políticos como líder fabiano, a su práctica del amor libre. A sus dos esposas y a sus muchas amantes, como la brillante estudiante Amber Reeves y la ambiciosa Rebecca West. David Lodge nos presenta a un personaje tan contradictorio como talentoso: un socialista que disfrutó de su riqueza, un aclamado escritor que se revolvió contra la novela literaria, un mujeriego feminista; sensual y romántico, irresistible y exasperante según soplara el viento, pero siempre vitalmente humano.

David Lodge nació en Londres en 1935, en el seno de una familia católica muy tradicional. La Segunda Guerra Mundial marcó profundamente su infancia, ya que durante el conflicto su madre y él fueron evacuados a Surrey y a Cornualles. Se licenció en Letras por el University College de Londres y se doctoró en la Universidad de Birmingham, donde enseñó en el Departamento de Inglés desde 1960 hasta 1987, fecha en la que se retiró para dedicarse exclusivamente a la literatura.
mehr
Verfügbare Formate
TaschenbuchKartoniert, Paperback
EUR40,00
E-BookEPUBePub WasserzeichenE-Book
EUR15,99

Produkt

KlappentextEncerrado en su casa de Regent's Park a finales de 1944, el escritor Herbert George Wells, 'H. G.' para los amigos, intuye que se está muriendo. Una vez fue el novelista más famoso del mundo, 'el hombre que inventó el mañana'; ahora se siente como un viejo anclado al pasado, abandonado por los lectores y deprimido por el fracaso de sus sueños utópicos. Es durante esos largos ratos de soledad cuando empieza a oír la voz de un interlocutor imaginario que ejerce de confidente, entrevistador y juez al mismo tiempo, y que lo obliga a mirar atrás: a sus inicios poco prometedores, a su rápido ascenso a la fama como escritor profético, a sus intensas relaciones con las grandes figuras literarias de su tiempo. A sus escarceos políticos como líder fabiano, a su práctica del amor libre. A sus dos esposas y a sus muchas amantes, como la brillante estudiante Amber Reeves y la ambiciosa Rebecca West. David Lodge nos presenta a un personaje tan contradictorio como talentoso: un socialista que disfrutó de su riqueza, un aclamado escritor que se revolvió contra la novela literaria, un mujeriego feminista; sensual y romántico, irresistible y exasperante según soplara el viento, pero siempre vitalmente humano.

David Lodge nació en Londres en 1935, en el seno de una familia católica muy tradicional. La Segunda Guerra Mundial marcó profundamente su infancia, ya que durante el conflicto su madre y él fueron evacuados a Surrey y a Cornualles. Se licenció en Letras por el University College de Londres y se doctoró en la Universidad de Birmingham, donde enseñó en el Departamento de Inglés desde 1960 hasta 1987, fecha en la que se retiró para dedicarse exclusivamente a la literatura.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788417553142
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisePub Wasserzeichen
FormatE101
Erscheinungsjahr2019
Erscheinungsdatum14.02.2019
Auflage1. Auflage
Reihen-Nr.191
Seiten608 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse3560 Kbytes
Artikel-Nr.14357576
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe


2

-Veamos... ¿Cuándo y dónde naciste?

-El 21 de septiembre de 1866 en Atlas House, un edificio situado en la calle mayor de Bromley. Es una localidad común y corriente, Bromley, a medio camino entre una ciudad y un pueblo; se encuentra a unos quince kilómetros al sur de Londres y pronto será engullida por este. «Atlas House» era el nombre, ridículamente pretencioso, de una tienda de porcelanas. A mis padres los estafó un pariente y se quedaron a cargo de ese negocio, que nunca fue rentable. Ninguno de los dos tenía aptitudes para el comercio. Mi madre había estado empleada en una gran mansión como dama de compañía antes de casarse, y mi padre había trabajado como asistente del jardinero en la misma finca. Se le daba muy bien jugar al cricket y, ya casado, se hizo profesional y jugó en el Kent. Eso les reportó unos ingresos adicionales, y empezaron a vender equipamiento de cricket en la tienda, pero no les fue demasiado bien. ¿Quién va a ir a una tienda de porcelanas a comprar un bate de cricket?

-¿Cuál es tu primer recuerdo?

-Estar mirando por la ventana enrejada de la cocina de casa y ver los pies de la gente que pasa por la calle. Vivíamos en la parte de encima y de detrás de la tienda, y la casa se encontraba en una pendiente, de modo que la cocina y el fregadero quedaban por debajo del nivel del suelo. Toda la casa era oscura, estrecha e insalubre. Había una escalera que resultaba verdaderamente peligrosa de lo empinada que era, y que llevaba desde la sala de la parte de atrás hasta la cocina y el fregadero, donde había un único grifo de agua fría que funcionaba con una bomba. En el patio se abría un canalón, y las aguas residuales de la casa se iban filtrando en una fosa séptica que se encontraba debajo de la letrina, a unos pocos metros del pozo del que procedía el agua fresca que iba a la bomba.

-Pero a los treinta y cuatro años ya te iba tan bien que pudiste construirte una casa muy espaciosa frente al mar, en Sandgate, cerca de Folkestone. La diseñó un prestigioso arquitecto...

-Yo también participé en el diseño. Fue la primera casa particular del país en la que cada dormitorio contaba con su propio baño. Eso fue idea mía, y tuve que luchar muchísimo contra Voysey para conseguirlo. Pero, si no me hubiera criado en esa casa espantosa y tan mal hecha de Bromley, probablemente no se me habría ocurrido construir algo como Spade House. Esa experiencia me generó una obsesión, que me ha durado toda la vida, por la arquitectura doméstica, y un gran odio hacia las casas mal diseñadas que se extienden, como una lepra de ladrillo y mortero, por todos los barrios que se edificaron en Inglaterra a finales del siglo xix. Mi pobre madre se mataba limpiando Atlas House, intentando que tuviera un aspecto decente, pero era una tarea imposible. Había termitas detrás del papel de la pared y en el mobiliario. Podías aplastar alguna si la veías, pero no había manera de librarse de ellas definitivamente.

-Entonces, criarse en la pobreza...

-No era auténtica pobreza. No pasábamos hambre, pero sí teníamos una dieta muy pobre, lo que me impidió crecer más y me volvió muy propenso a las enfermedades. No me dejaban invitar a mis amigos a jugar a casa porque verían que no podíamos permitirnos contratar a un empleado doméstico, ni siquiera a la más humilde criada, y acabaría enterándose todo el barrio. Mis padres se apretaron el cinturón y ahorraron todo lo que pudieron para enviarme al colegio privado más barato que hubiera, tratando de evitar la vergüenza de que su hijo fuese a una escuela pública, donde quizá habría tenido mejores profesores.

-¿Eras consciente de que tenías talentos que tu entorno te impedía desarrollar?

-Vagamente. Gracias a los libros, descubrí que había, en algún lugar, un mundo más interesante, más gratificante, pero yo no tenía ninguna esperanza de poder acceder a él.

-¿Cuál dirías que fue el peor momento de tu vida en esa época?

-Bueno, hay mucho donde elegir... Pero creo que fue el día en que me presenté en el Southsea Drapery Emporium[8] para entrar como aprendiz. Tenía quince años, y aquel era el segundo sitio en el que probaba. Había dejado el colegio a los catorce, porque mis padres no podían permitirse seguir pagándolo, aunque la Bromley Academy era lo más barato que había. Cuando yo tenía unos once años, mi padre tuvo un accidente y se rompió la pierna. Eso supuso el final de su carrera como jugador de cricket, y a partir de entonces el dinero empezó a escasear bastante. Mi madre había decidido que yo iba a ser vendedor de telas, como mis dos hermanos mayores, pero yo me portaba tan mal en Windsor, el primer sitio en el que entré de aprendiz, que me despidieron al cabo de unos meses. En esa época, mi madre ya había regresado a Up Park, la gran mansión cerca de Midhurst, en West Sussex, donde había trabajado antes de casarse. Le ofrecieron el puesto de ama de llaves, lo cual supuso un golpe de suerte de lo más inesperado, y pudo alojarme ahí durante un tiempo. Estuve en periodo de prueba con un boticario de Midhurst, y ese trabajo me parecía más interesante, pero mi madre no podía hacer frente a los costes, que eran más altos, de modo que no duré mucho allí. Pero sí lo bastante como para que me enviaran al instituto de Midhurst para recibir clases particulares de latín (y poder entender las prescripciones y las etiquetas de los frascos) y, cuando la familia de Up Park se empezó a hartar de mi presencia constante, mi madre me metió de interno en el instituto y pasé allí unas semanas, mientras ella buscaba otra tapicería donde pudiera entrar de aprendiz. Tenía una fe casi religiosa en esa rama del comercio. Pero yo ya había degustado algo similar a la verdadera educación en el instituto de Midhurst y había descubierto la biblioteca de Up Park, un sitio maravilloso, con montañas de libros tan altas que había que trepar por ellas con una escalera portátil, libros como Los viajes de Gulliver o La república, de Platón. En el desván que había al lado de mi dormitorio encontré las piezas de un antiguo telescopio reflector. Conseguí montarlo y lo instalé frente a la ventana de mi cuarto para mirar los cráteres de la luna. Tal vez Los primeros hombres en la luna se originara entonces. Los propietarios de Up Park usaban muy poco la biblioteca y absolutamente nada el telescopio, pero yo pude atisbar su forma de vida civilizada y ociosa, y eso estimuló mi mente adolescente y me mostró toda clase de horizontes que hasta la fecha habían permanecido ocultos para mí. No sabía qué quería de la vida exactamente, o qué podría lograr, pero tenía claro que quería algo más gratificante que trabajar en una tienda... ¿Por dónde iba?

-Tu segundo intento como aprendiz en un taller de tapicería.

-Sí. Por eso mi primer día allí fue tan deprimente. Porque era la segunda vez. Me acuerdo de cuando llevé mi maleta a la habitación donde dormían los aprendices y los ayudantes de menor categoría. Era un sitio de lo más lóbrego. Había ocho camas de hierro y cuatro lavabos con el esmalte descascarillado, formando una línea sobre la tarima desnuda. Me quedé esperando a que apareciera alguien y me enseñase las instalaciones, aunque ya sabía de antemano cómo iban a ser: el comedor situado en un sótano sin ventanas e iluminado por unas lámparas de gas desnudas, con las paredes húmedas debido a la condensación y el olor al repollo de la noche anterior que había permanecido flotando en el aire. Allí desayunaría yo pan con mantequilla a las ocho y media de la mañana, después de haberme pasado una hora trabajando en la tienda para que todo estuviera listo en el momento de abrir, y allí regresaría para cenar tras haber dedicado un largo día a cargar fardos de tela y a mostrarme servil con los engreídos clientes y a recibir órdenes de los jefes de departamento. «¡A ver, Wells!» Eso era lo que solían gritar cuando querían algo de ti. Las ventanas del dormitorio daban a un anodino y estrecho callejón sin salida que parecía el patio de una prisión, y al asomarme a él me sentía como un viejo recluso que hubiera vuelto a la cárcel para cumplir una segunda condena. Una condena de cuatro años, ya que mi madre había pagado casi toda mi formación por anticipado. Ese fue mi peor momento.

-¿Y cuál dirías que ha sido el punto de inflexión más importante de tu vida?

-Salir de allí. Ese sitio era exactamente como me había temido. Si has leído mi novela Kipps, sabrás cómo era aquello. Pagaban un salario miserable, y resultaba peor que trabajar en una fábrica o en una mina, donde el trato sería tan duro como el trabajo, porque teníamos que imitar el refinamiento de los clientes. Yo sentía que me asfixiaba en ese ambiente de falso refinamiento y efectivo para pequeños gastos. ¡Qué expresión tan evocadora, efectivo para pequeños gastos! Todo era pequeño en ese mundo: las ideas, las conversaciones, los flirteos, las ambiciones. Era como si se midieran las verdades eternas en metros y centímetros, y después se cortaran y se calculara su precio con absoluta precisión, sin fallar ni en un céntimo. La conducta de los empleados tenía que ser intachable, no solo durante las horas de trabajo, sino también en nuestro escaso tiempo libre; de lo contrario, uno podía verse despedido de inmediato. El miedo a quedarse «sin techo», como solía decirse, y caer al abismo de la pobreza no solo afligía...

mehr

Autor

David Lodge nació en Londres en 1935, en el seno de una familia católica muy tradicional.La Segunda Guerra Mundial marcó profundamente su infancia, ya que durante el conflicto su madre y él fueron evacuados a Surrey y a Cornualles. Se licenció en Letras por el University College de Londres y se doctoró en la Universidad de Birmingham, donde enseñó en el Departamento de Inglés desde 1960 hasta 1987, fecha en la que se retiró para dedicarse exclusivamente a la literatura.