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E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
196 Seiten
Spanisch
Siruelaerschienen am13.05.20161. Auflage
Marta Sanz, Alfonso Mateo Sagasta, Juan Aparicio Belmonte, Lorenzo Silva, Vanessa Monfort, Patricia Esteban Erlés, Berna González Harbour, Jesús Ferrero, Fernando Marías, Andrés Barba y Domingo Villar. Esta antología reúne a algunos de los autores más destacados de la novela negra en castellano, en un recorrido criminal por los barrios emblemáticos de la ciudad de Madrid. «La población urbana mundial es mayor que la población rural y tal vez el «premio» por esta supremacía sea la soledad en medio de la multitud. ¿El infierno será el otro, como predicaba Sartre? Cada ciudad late al ritmo de las ambiciones, deseos y temores de sus habitantes, y estos, como caudal sanguíneo, circulan por sus calles y sus avenidas con su carga de desamor, con sus ansias de venganza, con su desesperación, en busca de algo que no saben si podrán encontrar y que con frecuencia no saben qué es, pero que resultará distinto y muchas veces fatal. Víctimas y victimarios que se desplazan hacia un encuentro, esperado o inesperado, pero que intuyen modificará el curso de sus vidas. Mecanismos cuya fatal predeterminación solo se desvela cuando ya es tarde para intentar un cambio. He aquí lo negro literario, entendido como aquello que nos inquieta, nos perturba, nos amenaza...».Ernesto Mallo

Domingo Villar (Vigo, 1971-2022) inauguró con Ojos de agua la exitosa serie protagonizada por el inspector Leo Caldas. El segundo título, La playa de los ahogados, supuso su consagración en el panorama internacional de la novela negra, obteniendo excelentes críticas y ventas. En 2019 se publica El último barco, el esperado regreso del inspector Caldas. La serie ha sido traducida a más de 15 idiomas y ha cosechado un gran número de premios, entre los que caben destacar el Novelpol en dos ocasiones, el Antón Losada Diéguez, el Premio Sintagma, el Premio Brigada 21, el Frei Martín Sarmiento, Libro del Año de la Federación de Libreros de Galicia. También ha sido finalista de los Crime Thriller Awards y Dagger International en el Reino Unido, del premio Le Point du Polar Européen en Francia y del premio Martin Beck de la Academia Sueca de Novela Negra.
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Verfügbare Formate
TaschenbuchKartoniert, Paperback
EUR23,03
E-BookEPUBDRM AdobeE-Book
EUR8,99

Produkt

KlappentextMarta Sanz, Alfonso Mateo Sagasta, Juan Aparicio Belmonte, Lorenzo Silva, Vanessa Monfort, Patricia Esteban Erlés, Berna González Harbour, Jesús Ferrero, Fernando Marías, Andrés Barba y Domingo Villar. Esta antología reúne a algunos de los autores más destacados de la novela negra en castellano, en un recorrido criminal por los barrios emblemáticos de la ciudad de Madrid. «La población urbana mundial es mayor que la población rural y tal vez el «premio» por esta supremacía sea la soledad en medio de la multitud. ¿El infierno será el otro, como predicaba Sartre? Cada ciudad late al ritmo de las ambiciones, deseos y temores de sus habitantes, y estos, como caudal sanguíneo, circulan por sus calles y sus avenidas con su carga de desamor, con sus ansias de venganza, con su desesperación, en busca de algo que no saben si podrán encontrar y que con frecuencia no saben qué es, pero que resultará distinto y muchas veces fatal. Víctimas y victimarios que se desplazan hacia un encuentro, esperado o inesperado, pero que intuyen modificará el curso de sus vidas. Mecanismos cuya fatal predeterminación solo se desvela cuando ya es tarde para intentar un cambio. He aquí lo negro literario, entendido como aquello que nos inquieta, nos perturba, nos amenaza...».Ernesto Mallo

Domingo Villar (Vigo, 1971-2022) inauguró con Ojos de agua la exitosa serie protagonizada por el inspector Leo Caldas. El segundo título, La playa de los ahogados, supuso su consagración en el panorama internacional de la novela negra, obteniendo excelentes críticas y ventas. En 2019 se publica El último barco, el esperado regreso del inspector Caldas. La serie ha sido traducida a más de 15 idiomas y ha cosechado un gran número de premios, entre los que caben destacar el Novelpol en dos ocasiones, el Antón Losada Diéguez, el Premio Sintagma, el Premio Brigada 21, el Frei Martín Sarmiento, Libro del Año de la Federación de Libreros de Galicia. También ha sido finalista de los Crime Thriller Awards y Dagger International en el Reino Unido, del premio Le Point du Polar Européen en Francia y del premio Martin Beck de la Academia Sueca de Novela Negra.
Details
Weitere ISBN/GTIN9788416749386
ProduktartE-Book
EinbandartE-Book
FormatEPUB
Format HinweisDRM Adobe
FormatE101
Verlag
Erscheinungsjahr2016
Erscheinungsdatum13.05.2016
Auflage1. Auflage
Reihen-Nr.343
Seiten196 Seiten
SpracheSpanisch
Dateigrösse1210 Kbytes
Artikel-Nr.3258610
Rubriken
Genre9201

Inhalt/Kritik

Leseprobe

MARTA SANZ
Jaboncillos Dos de Mayo

Malasaña
1

Todas las mañanas abro los balcones y miro el punto de fuga de mi calle hacia el cielo. Las líneas se van estrechando hasta juntarse y yo descanso la vista perdiéndola en algún lugar impreciso. Es una acción geométrica e higiénica. Después me fijo en algunas cosas un poco menos metafísicas. No se puede andar siempre en el limbo: mi vecino de enfrente sale a su balcón minúsculo a tomar el fresco en camiseta y se sienta en una silla de playa como si viviese en un pueblo. Yo hago lo mismo por las tardes a la entrada de mi pequeño negocio. Porque esto antes era una irreductible aldea gala. Un Brigadoon. Hoy nos parecemos más a un parque temático o a un shopping center, y casi todo lo decimos en inglés: hemp store, greek food, smart phone, gay friendly... En el balcón contiguo al del hombre de la camiseta, una mujer, que debe de ser editora de una revista femenina, mantiene larguísimas conversaciones telefónicas. Habla estresada y con una voz aguda que hace pensar en pájaros. Utilizo la palabra «pájaros» en general, para no usar un pájaro feo en particular. Lleva unas gafas con una montura que le tapa casi toda la cara. Por la voz, yo diría que es una tía horrorosa. Con el tabique nasal desviado y ojillos de cuervo -el pájaro ha echado por fin a volar-. Habla para que todo el mundo se entere: «No, le he dicho que no podemos hacer la portada con ese tres cuartos. ¿Que se ha puesto malita? A las diez la quiero en el estudio». La mujer, que en realidad es una señora inflexible, a veces organiza fiestas en su loft. Los invitados salen a fumar a los balconcillos. La editora de la revista y sus amigos me enferman. Yo fumo tranquilamente dentro de mi casa y hablo por teléfono sin que nadie me oiga. Preservo mi intimidad. Soy un hombre respetuoso que está enamorado de una frutera.

 

 

2

Todas las mañanas, después de descansar la vista dejándola bambolearse sobre un lugar impreciso, me dejo de geometrías y nubes de pedos, y me convierto en un hombre de acción. Me tomo un café con leche en uno de los pocos bares como Dios manda que quedan en mi barrio. Mi elección es una elección militante. La grasa -grasa polimorfa, magnífica, excelente grasa sabrosa- de los churros dibuja estampados adamascados en la superficie de mi café. Por motivos profesionales, sé mucho de estampados, bibelots, lamparillas y porcelanas. Pero no soy marica. En el bar converso con Paquito, el dueño, mientras él coloca los torreznos y las gambas con gabardina sobre la barra. A veces fríe unas alitas de pollo que impregnan con un inconfundible aroma los recovecos del bar. El barrio cambia de un día para otro y a menudo no reparo en que ha echado el cierre una bodega donde dispensaban vino a granel o una relojería de las que aún arreglaban las tripas y el aparato circulatorio de los relojes. «Suizo. ¡De primera calidad!», me instruía no hace tanto Germán, el relojero. Ahora ya nadie arregla nada, ahora jugamos a fabricar cosas como si fuésemos niños: platos de alta cocina, alacenas, pitillos liados. Yo antes iba mucho a un local donde un manitas te reparaba igual una plancha que un transistor. Ya no hay transistores. Me gustaba verlo mirar y remirar un artilugio, por abajo y por arriba, toquetearlo, buscarle el misterioso habitáculo de la pila contaminante, hasta encontrar la falla. El punto de débil. Paquito es mi toma de tierra. Mi espía. Yo soy demasiado quijotesco. Pero Paco es un gran observador: «Han abierto otra tienda de bicicletas», «En la Corredera baja, ¡otra peluquería!». «Y otra óptica de esas donde solo venden modelos de gafas para la hormiga atómica». «Otra barbería pija. No quiero ni pensar lo que deben de cobrarte ahí por un afeitado. Y a qué se saldrá oliendo. A compota de manzana. No, no lo quiero ni pensar». «¿Has visto esa tienda de curiosidades, Blas? Un cojín con forma de paletilla de jamón es una curiosidad, Blas». Paco y yo no vamos a quedarnos de brazos cruzados mientras nuestro territorio es invadido por seres y costumbres alienígenas. En lo que a nosotros respecta se está acabando el mundo. A través de las paredes, los fantasmas nos gritan que no los dejemos solos. Un bailarín de chotis, un churrero, un viejo roquero de los que nunca mueren, el dueño de un colmado a la antigua usanza. Los jubilados nos aplaudirían si conocieran nuestras purificadoras intenciones. No se trata de nostalgia, sino de repeler al invasor de este barrio de héroes de la guerra de la independencia. Paco y yo seremos el ozono-pino de las calles. La furia insecticida contra el enemigo-cucaracha.

 

 

3

Todas las mañanas, tras el café, hago mis compras. Azucena ha nacido aquí y ella también ha visto cómo las calles se iban transformando hasta adquirir un color -rosa chicle, anaranjado, vainillita...- y un olor a cupcake que no le resulta familiar. Los olores que suelen complacernos son los que nos resultan familiares: el cocido de los menús de los miércoles, el flan chino Mandarín que me preparaba mamá. «Estomagadita estoy, Blas, estomagadita», me dice mientras me pesa unas picotas que tienen una pinta excelente. En la frutería, Azucena está maquillada desde las siete en punto, con las puntiagudas uñas pintadas de rojo y el pelo teñido de peluquería; es una cincuentona absolutamente artificial y nada nude, que es como se llevan las chicas ahora. La frutera de mi corazón despacha al ritmo de la música de AC/DC o Black Sabbath. Todo lo demás le resulta light a mi frutera. Cuando éramos jóvenes tuvimos un rollo y yo le regalé un disco de Mecano que acabó con nuestra relación en cinco minutos. Ahora he aprendido. Azu siempre era la última en salir de los garitos de rock de la zona y se fumaba unos trompetones de tres papeles impresionantes. Ahora la tienen quemada las tiendas de marihuana terapéutica -«¡Me descojono yo de la marihuana terapéutica!»- y esos mercadillos de verduras ecológicas donde te venden patatas florecidas y melocotones picados. «A precio de oro, Blas». Azucena saca aún más brillo si cabe a una de sus preciosas manzanas parafinadas. Y me la mete, de regalo, en la bolsa. Es mi Eva. Me guiña el ojo. Me encantaría que Azucena fuese mi media naranja y mi rodajita de melón, así que me siento eufórico cuando la frutera roquera me dice que se nos ha unido. Paquito, el tabernero, y yo hemos organizado un comando y Azucena me confirma su adhesión mientras compro medio kilo de judías verdes y un calabacín: «Me uno, Blas. Esto ya pasa de castaño oscuro». Ella me sonríe y yo me la imagino enfundada en nuestro mono de camuflaje contorsionándose como Catherine Zeta Jones. Va a ser una eficaz lugarteniente. Una capitana valerosa. Nuestra enfermera si salimos heridos en una emboscada. Azu, mi vendedora de néctares y frutas, huele a apio de sopa hecha en casa y a fresas salvajes. No la llaméis nunca verdulera. No os lo podría perdonar.

 

 

4

Me llamo Blas Zulueta y soy anticuario. Compro y vendo objetos imposibles. Por ejemplo, cojines tapizados en telas adamascadas o una copa de cristal violeta que esconde en su interior un ratoncito de alabastro. Enganchado al filo de la copa, un gato siamés, también de alabastro, escruta al ratón. A veces, Azucena me dice que, en realidad, los objetos que yo compro y vendo son igual de inútiles que los de las nuevas tiendas de curiosidades. «Si me apuras, son incluso más inútiles, Blas». A Azucena le gusta meter el dedo en la llaga: «En las tiendas de curiosidades por lo menos venden alfombrillas para el ratón, termómetros de vino y relojes que marcan la hora al revés». Es una borde, pero a mí me tiene cada día más enamorado. Llevo varios meses inflándome de calabacines y judías verdes, que son las dos únicas verduras u hortalizas que puedo comer sin que me dé colitis. Desconozco las genealogías de las especies vegetales y solo me interesa el nombre de una flor: Azucena. Ella y yo nos hemos unido mucho desde que pertenecemos al comando. Como no tengo muchos clientes, algunos días al caer la tarde, ella me hace una visita y nos sentamos a la puerta de mi negocio para planificar nuestros ingenuos crímenes con la connivencia de ciertos policías municipales que hacen la vista gorda. Paquito se nos une en cuanto ve que puede dejar solo en el bar a Agustín, un camarero de los que aún llevan pajarita, pasan la bayeta por encima de la barra y, al recibir propina, cantan: «¡Booote!».

 

 

5

Empezamos a acometer acciones de sabotaje con nocturnidad y alevosía. Resulta muy difícil porque las calles de nuestro barrio casi nunca están completamente desiertas. Por la mañana, la gente sale a trabajar, los niños van al colegio y los repartidores dejan sus furgonetas en medio de la calzada para descargar cajas de cerveza o de refrescos. Luego salen las mujeres arrastrando sus carritos para hacer la compra. Otras están permanentemente apostadas en sus barandillas, oteando cualquier acontecimiento de la calle, cómplices de imaginarios somatenes. Por la noche, las mujeres salen a la fresca en camisón y riegan con cubos de agua sucia a los alborotadores. En el segundo B del número 20 de mi calle hay una señora momificada hace años: parece uno de esos maniquíes con que los modernos adornan sus balcones. La única diferencia es que esta mujer no está desnuda ni es calva como los maniquíes de plástico, sino que lleva el pelo de lavar y marcar, muy arregladito. Es muy probable que tanto la momia como las espías en batín silenciasen nuestros crímenes....

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Autor

Domingo Villar (Vigo, 1971-2022) inauguró con Ojos de agua la exitosa serie protagonizada por el inspector Leo Caldas. El segundo título, La playa de los ahogados, supuso su consagración en el panorama internacional de la novela negra, obteniendo excelentes críticas y ventas. En 2019 se publica El último barco, el esperado regreso del inspector Caldas. La serie ha sido traducida a más de 15 idiomas y ha cosechado un gran número de premios, entre los que caben destacar el Novelpol en dos ocasiones, el Antón Losada Diéguez, el Premio Sintagma, el Premio Brigada 21, el Frei Martín Sarmiento, Libro del Año de la Federación de Libreros de Galicia. También ha sido finalista de los Crime Thriller Awards y Dagger International en el Reino Unido, del premio Le Point du Polar Européen en Francia y del premio Martin Beck de la Academia Sueca de Novela Negra.Andrés Barba (Madrid, 1975) es uno de los novelistas más consolidados de su generación en lengua española. Entre otros, ha sido galardonado con el Premio Torrente Ballester de Narrativa, el Premio Anagrama de Ensayo y el Premio Juan March de Narrativa. Sus obras, siempre recibidas con un éxito reseñable de crítica y público, han sido traducidas a doce idiomas.JESÚS FERRERO pasó su infancia y adolescencia en el País Vasco, se licenció en Historia por la Escuela de Altos Estudios de París y abandonó los cursos de doctorado para dedicarse a la literatura. Ha obtenido los premios de novela Ciudad de Barcelona, Ciudad de Logroño, Azorín y Fernando Quiñones, además del Premio de Ensayo Anagrama por Las experiencias del deseo: eros y misos.Juan Aparicio Belmonte (Londres, 1971) es profesor en la escuela de ideas Hotel Kafka, en la escuela de escritura creativa El Atelier de Fábula y en la escuela de interpretación Work In Progress, humorista gráfico con el apodo Superantipático (en las publicaciones 20 minutos y República de las letras, entre otras) y colaborador habitual de diversos medios de comunicación. Ha escrito las novelas Mala Suerte (2003), López López (2004), El disparatado círculo de los pájaros borrachos (2006), Una revolución pequeña (2009), Mis seres queridos (2010), Un amigo en la ciudad (Siruela, 2013), Ante todo criminal (Siruela, 2015) y La encantadora familia Dumont (Siruela, 2019).